24 de junio 2025 - 17:03hs

Una reciente investigación realizada por el centro de estudios Fundar pone en evidencia una serie de brechas y tensiones en la atención de la salud mental de los adolescentes en Argentina. Con el objetivo de visibilizar las problemáticas que atraviesa este sector de la población, el estudio no solo recopila las voces de los propios adolescentes, sino también realiza un exhaustivo análisis de la inversión pública destinada a la salud mental, proponiendo soluciones claras para mejorar la situación. Según Fernando Zingman, director de Fundar, "es fundamental implementar políticas públicas que promuevan un enfoque integral, equitativo y accesible para la atención de la salud mental de los adolescentes".

Problemáticas prevalentes en la salud mental adolescente

La situación de salud mental en los adolescentes en Argentina no puede desvincularse de las condiciones socioeconómicas que atraviesa la población. En muchas regiones, especialmente en áreas rurales y periféricas, la pobreza, la falta de acceso a la educación y la violencia estructural agravan el malestar emocional de los jóvenes. En este contexto, los adolescentes no solo enfrentan trastornos mentales, sino también barreras económicas que dificultan su acceso a servicios de salud mental adecuados. Además, el estigma social asociado a la salud mental se ve exacerbado en sectores donde la salud física es priorizada y los problemas emocionales son desestimados.

La ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, el suicidio, las dificultades en el sueño y los sentimientos de soledad son, según los datos del estudio, las principales preocupaciones que enfrentan los adolescentes argentinos en términos de salud mental. Estas condiciones se agravan por la falta de un apoyo emocional adecuado por parte de los adultos responsables, lo que se inserta en un contexto de creciente desigualdad social y violencia. Como subraya Laura Poverene, coordinadora del estudio, “el acceso a servicios de salud mental sigue siendo desigual, especialmente en las regiones más periféricas y rurales del país”.

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A su vez, el estudio destaca un fenómeno inquietante: muchos adolescentes recurren a las redes sociales para identificar sus problemas emocionales y, en algunos casos, adoptan etiquetas psicopatológicas encontradas en estos espacios. Este comportamiento, aunque refleja una búsqueda de comprensión y contención, puede generar riesgos de sobrediagnóstico y patologización de situaciones emocionales propias de la etapa adolescente. La misma Poverene señala que "las redes sociales, aunque ofrecen información, también pueden fomentar la medicalización y la sobreinterpretación de malestares que no siempre requieren atención clínica".

Brechas en la inversión pública y la distribución de recursos

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 25% de la población mundial experimentará algún trastorno mental a lo largo de su vida, con una prevalencia del 15% en adolescentes entre 10 y 19 años. En comparación con otros países, Argentina presenta tasas preocupantes de trastornos como ansiedad y depresión entre los jóvenes, lo que resalta la necesidad de una intervención estatal urgente. Países como Chile y Brasil, que implementaron políticas de salud mental para adolescentes, muestran una mayor equidad en la distribución de recursos y un mejor acceso a tratamientos, lo que subraya la importancia de seguir este ejemplo.

Uno de los hallazgos más preocupantes de la investigación es la insuficiente inversión pública en salud mental, particularmente en lo que respecta a la población adolescente. Según los datos obtenidos, en 2023 solo el 4,1% del presupuesto de salud fue destinado a salud mental, y apenas el 0,4% de esta cifra se orientó a la atención de adolescentes. Esta falta de recursos está estrechamente vinculada con una distribución desigual de los servicios de salud mental, que se concentran mayoritariamente en áreas urbanas, dejando a las regiones más alejadas con un acceso limitado y demorado a la atención especializada.

En relación con esto, Zingman afirmó que “la falta de un sistema de monitoreo adecuado y la centralización de los recursos en hospitales grandes contribuyen a perpetuar estas desigualdades. Es urgente reconfigurar el sistema para acercar los servicios a donde realmente se necesita”. En este sentido, la investigación propone la creación de unidades móviles de atención y la implementación de horarios extendidos en los centros de salud, así como la capacitación de equipos interdisciplinarios que aborden la salud mental de manera integral y no solo desde el ámbito hospitalario.

Propuestas para mejorar el acceso a la atención en salud mental

El informe de Fundar también sugiere una serie de recomendaciones para mejorar la situación, tanto en términos de inversión como de accesibilidad. Entre las propuestas destaca la creación de un sistema nacional de vigilancia epidemiológica que permita obtener datos actualizados sobre la salud mental de los adolescentes, algo que actualmente se encuentra en déficit en Argentina. También se recomienda que los servicios de salud mental se fortalezcan en los primeros niveles de atención, priorizando la cercanía y la disponibilidad de recursos en territorios más alejados de los grandes centros urbanos.

En cuanto a la formación de los adultos responsables, Fundar insta a capacitar a los profesionales que trabajan en la educación y la salud en la primera escucha y en la identificación de problemas emocionales en adolescentes. “Es fundamental que los adultos estén preparados para ofrecer una atención adecuada en las primeras fases del malestar emocional, antes de que se convierta en una crisis de salud mental", indicó Zingman. A su vez, Poverene destacó la importancia de fomentar "espacios de escucha en las comunidades" como un pilar esencial en el abordaje de la salud mental adolescente.

Además, la implementación de programas de detección temprana en las escuelas y comunidades es crucial para abordar las dificultades emocionales de los adolescentes antes de que se conviertan en problemas graves de salud mental. La capacitación de docentes y profesionales de la salud en la identificación temprana de síntomas de ansiedad, depresión y otros trastornos podría ser una estrategia eficaz para mejorar el bienestar emocional de los jóvenes. Además, la promoción de programas preventivos en las escuelas, que integren talleres de manejo emocional y resolución de conflictos, contribuiría significativamente a la reducción de la prevalencia de problemas de salud mental.

Un enfoque integral y comunitario

El estudio concluye con un llamado a una transformación profunda en la forma en que se abordan las problemáticas de salud mental en adolescentes en Argentina. Para Fundar, esto implica dejar atrás el modelo hospitalocéntrico y avanzar hacia un enfoque más comunitario, que involucre a los adolescentes en la construcción de soluciones y que promueva la participación activa de la comunidad. “Las adolescencias deben ser vistas como agentes activos en la construcción de su bienestar emocional, no solo como sujetos pasivos de cuidados”, puntualizó Poverene.

El estudio de Fundar, en definitiva, resalta que, aunque la salud mental adolescente empezó a ocupar un lugar más visible en la agenda pública, la falta de recursos, la desigual distribución de servicios y la carencia de datos adecuados siguen siendo barreras fundamentales para garantizar un acceso equitativo y de calidad. Solo con una inversión estratégica y un enfoque comunitario será posible atender de manera efectiva las necesidades de los adolescentes en este ámbito tan crucial para su desarrollo.

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