2 de diciembre 2025 - 17:12hs

Nadie sabe muy bien de dónde salió el nombre "Doctrina Bullrich". Es un activo de la administración libertaria, tanto que el Presidente suele usarlo en muchos discursos, aun cuando la ahora senadora Patricia Bullrich no está presente. La población, los que votan por LLA y los que no, saben que se trata de algo que -positiva o negativamente- los afectó en su vida cotidiana. Algunos, porque pueden circular por la avenida 9 de Julio sin temer a los cortes de calles. Otros, porque son reprimidos duramente cada vez que quieren hacer un uso no autorizado de la protesta social.

Patricia suele ser criticada por los expertos en seguridad. Que no tiene plan, que es excesivamente táctica, que carece de rigor, que su gestión tiene más de ruidos que de nueces, que no es eficiente en la lucha contra el narcotráfico. Muchas de esas críticas le deben haber llegado a Javier Milei. Sin embargo, ningún ministro fue reconocido por él con una doctrina propia. Tanto, que a veces parece que en el Gobierno hay más interesados en sacársela de encima como una forma de prevenirse ante su tremenda voluntad de poder, talento para algunos, angurria para otros.

Su perfil siempre fue alto, y parte de su éxito se debe a esa capacidad -a veces incontrolable- de salir a ponerle el pecho al debate aun en las peores circunstancias. El Presidente debe estar agradecido por esa actitud, aunque a veces le moleste su protagonismo. Preocupado como está por su propia seguridad, el respeto que las fuerzas tienen por la senadora Bullrich, que los defendió cuando nadie lo hacía, fue sin duda uno de los motivos por los que aprendió a respetarla.

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La elegida para sucederla, la magíster Alejandra Monteoliva, es exactamente opuesta a Bullrich. Una académica "con poco manejo de tropa" (es una crítica que ya se escucha en el Ministerio de Seguridad), de bajo perfil mediático, más técnica que política, y con poca experiencia en el mundo libertario. O sea, no competirá en la agenda pública con el Presidente, ni pondrá nervioso a nadie metiéndose en la política territorial, donde reina y gobierna Karina Milei.

Casi una autodidacta, forjada en la lucha por el poder desde muy chica, cuando acompañó a su hermana en su exilio montonero, la exministra de Seguridad nunca se dejó seducir por la militancia social que conmovió a algunos exfuncionarios como Mario Quintana. "(Juan) Grabois te va a cagar, Mario, haceme caso, no le creas nada de lo que te dice", se lamentaba en público ante el Gabinete macrista. Así fue que terminó peleada con él, con Marcos Peña, con Carolina Stanley y con Horacio Rodríguez Larreta, por nombrar un puñado. "Solo Mauricio (Macri) y Cristian (Ritondo) entienden lo que tenemos que hacer", se quejaba ante la prensa. Pero la vida tiene sus vueltas y hoy está enfrentada con ambos.

De qué se trata la "Doctrina Bullrich"

Hablando como vocero presidencial, Manuel Adorni dijo en conferencia de prensa que se trata de un sistema conceptual que arranca "poniendo orden donde antes reinaba la barbarie", una frase seguramente nacida de la pluma de Santiago Caputo, buscando poner en valor una reforma en el Código Penal para cumplir con "la misión histórica" de llegar al Gobierno y ponerlo en marcha en un país "sumido en un baño de sangre, donde los piqueteros eran los dueños de la calle y ciudades como Rosario funcionaban como zonas liberadas para los narcoterroristas", conceptos criticados en la academia que, en líneas generales, considera que no hay correlato entre un código penal más exigente en cuanto a penas y una merma efectiva del delito.

Lejos de estar escrita en un paper o de haberse discutido en la academia, la "Doctrina Bullrich" se hizo en la calle. Nació -justamente- contra el modelo garantista del exjuez Eugenio Zaffaroni, de gran prestigio internacional. Lo pidió la sociedad, que se sentía profundamente desprotegida ante sus victimarios, cuyos derechos tenían más valor en la justicia que los de las víctimas. La "ley zaffaroniana" seguramente es viable para otra sociedad, para otro momento de la Argentina. Con un avance del narcotráfico en la vida de los barrios, y una economía en recesión, el ciudadano común sentía -siente- que nadie se ocupaba de sus derechos.

Quizás la mayor conceptualización de la "doctrina Bullrich" la hizo Patricia cuando fue candidata a presidenta, en 2023. En el segundo debate presidencial quedó sorteada para ese capítulo donde dijo que "la gente tiene miedo porque liberan presos y les dan internet y celulares en las cárceles. Nosotros tenemos las cosas bien en claro, defendemos a los ciudadanos". Y diferenciándose de los criterios zaffaronianos expresó que "a mí no me tiembla el pulso, yo voy a entrar a Rosario con toda la fuerza y a todos los territorios que están tomados por el narcotráfico, con las fuerzas provinciales, las fuerzas federales y si hace falta las fuerzas armadas argentinas". Lo que se dice, una Patricia Bullrich hecha y derecha.

Sus líneas son sencillas:

  • El que las hace, la paga.
  • Los de azul, son los buenos.
  • Tolerancia cero con el delito.

Aunque nadie se tomó el trabajo de escribir formalmente sobre la doctrina, estas líneas hablan de un nuevo concepto de seguridad pública, donde se "mezcla la seguridad ciudadana, el control territorial, la represión al crimen organizado y la redefinición del papel del Estado frente al delito, en el marco de un nuevo Código Penal", que aún no vio la luz, pero ya fue presentado oficialmente, aunque todavía el Gobierno está trabajando sobre el texto.

Hay quienes aseguran que la Doctrina Bullrich es una especie de punitivismo popular que prefiere un Estado represor antes que el descontrol de mafias delictuales. Se trata de una tendencia internacional que reconfigura los modelos rehabilitadores, en favor de otros con una mano dura que promueve la cárcel efectiva para hacer valer la "tolerancia cero" no solo a delitos tradicionales, sino a otros más sofisticados, como el crimen organizado y la sucesión de nuevos delitos internacionales.

El equipo de Monteoliva

En Casa Rosada aseguran que Patricia seguirá la política del Ministerio desde el Senado. El equipo que ella llevó seguirá trabajando, salvo unos pocos que la seguirán a la vida legislativa. La actual ministra será secundada por Martín Ferlauto, quien se pondrá al frente de la Secretaría de Seguridad Nacional, que ya fue formalmente designado, lo que no sucedió todavía en otros ministerios creados con anterioridad. Se trata del exsecretario de Seguridad de Guillermo Montenegro en Mar del Plata, donde estuvo desde 2021 hasta 2023. Diego Fleitas, hijo de Abel Fleitas Ortiz de Rozas (quien fue funcionario de Gustavo Béliz) será otro funcionario allegado a Monteoliva.

Más teórico y menos operativo, el equipo más cercano de la nueva ministra tiene que continuar con una doctrina en la que -según se dice- no cree tanto como Bullrich.

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