Todavía no se acomodaron las piezas. Diego Santilli sigue sin tener nombrado su equipo y tampoco volvió a crearse la Secretaría de Comunicación. En rigor, no está la nueva estructura de la Jefatura de Gabinete que está en manos de Manuel Adorni, a pesar de que de esta oficina dependen los nombramientos. Los ya designados ministros todavía no juraron y aún no hay un escenario cierto para innumerables dependencias oficiales, desde el Ministerio de Justicia hasta la SIDE, desde ARCA hasta el Ministerio de Descentralización. Ni siquiera la Cancillería tiene el equipo del recientemente nombrado Pablo Quirno nombrado, y ante los cuadros diplomáticos hay desconcierto. Quizás porque el nuevo ministro tiene una sola prioridad, los Estados Unidos. Y salvo China, con cuyo embajador se reunió la semana pasada, ningún asunto asoma como urgente, mucho menos la necesidad de poner en marcha el edificio de las relaciones internacionales de la Argentina con el mundo.
El Gobierno, en fin, explora. Tiene tiempo para hacerlo, el que le dio la población con el resonante triunfo que tuvo en las elecciones de medio término. Cuando los libertarios llegaron en 2023 carecían de toda experiencia y se sentían inseguros. Sin equipo, fueron tomando lo que tenían a mano y le dieron buena parte de la gestión a Santiago Caputo, el temerario asesor de Javier Milei, su predilecto, al que -según cree- le debe la Presidencia.
Karina Milei y la construcción del poder
Karina Milei, mientras tanto, buscaba cuidar su espalda y la de su hermano diseñando una Secretaría General poderosa, con gente de confianza, muchos de los cuales fue conociendo en ese aterrizaje intempestivo para el que no estaba preparada. Con el tiempo, fue sumando a los Menem a las decisiones, ellos a una red de políticos marginales de las provincias, y así se fue construyendo un partido que logró sea de alcance nacional, lo que es considerado un gran logro para el Gobierno.
En la campaña, Javier decía que su hermana sería la Primera Dama. Ya en el Gobierno, hizo la Secretaría General más poderosa de toda la democracia, a la que fue adosando tareas de jefe de Gabinete. Incluso le quitó las oficinas, que ahora están en la Planta Baja, en los despachos que siempre fueron del Ministerio del Interior.
Ya segura de su lugar, se toma su tiempo. No necesita correr, sino testear. Analizar con crudeza los nuevos actores, conocer sus lados flacos, saber por dónde pueden traicionarla, sin perder la compostura. Hay quien especula: "No quiere vivir más lo que pasó en los últimos meses, desde Libra para acá". No hay decisiones urgentes para tomar, ni siquiera el Presupuesto; después de dos años sin esa ley no se cayó nada. Tampoco los acuerdos con los gobernadores. Los tiene comiendo de su mano y las reuniones son lo suficientemente empáticas como para brindarle el sostén de tiempo que necesita para analizar los próximos pasos.
Las tres prioridades de la Secretaría General
¿Cuáles serían? El primero, sin duda, terminar de configurar un bloque contundente en LLA, la primera minoría. Fue una idea que le llevó la futura senadora Patricia Bullrich y hoy es su aliada para lograrlo, ya que le garantizó operar todas las vías posibles para reducir al mínimo al bloque PRO que preside Cristian Ritondo.
Patricia, a su vez, considera a Ritondo el ideólogo de ponerle freno a su último sueño en el Ministerio de Seguridad como es la Agencia de Control Migratorio, para la cual consideraba necesario el Registro Nacional de las Personas (Renaper), no solo la Dirección de Migraciones, que fue la decisión final. Nada indicaría que Bullrich, cuando pase al Senado, se quedará con los brazos cruzados al respecto.
El segundo, cubrir las áreas que considera más problemas le generaron, por ejemplo, la SIDE. El problema es que no tiene reemplazo. Nunca se la vio interesada al respecto y nadie le acercó propuestas. El área se le cayó encima cuando perdió peso específico el joven Caputo y el actual titular del organismo de inteligencia, Sergio Neiffert, acudió en busca de su respaldo.
También el área judicial estuvo mal manejada, según su opinión. No tanto por las limitaciones de Mariano Cúneo Libarona, sino por la "excesiva intromisión" en las políticas del Gobierno llevada adelante por Sebastián Amerio, el número dos del Ministerio. Se sabe, el viceministro responde a Santiago Caputo. Aquí se siente más respaldada por el equipo de abogados que comanda Santiago Viola, quien podría tomar un cargo en el área o quedar afuera, asesorando a Karina, pero recomendando a los nuevos responsables.
El tercero, acompañar a Quirno con el diseño de una política comercial para la Argentina, donde ya tiene funcionarios. Son asuntos que fue encarando con desigual dedicación, siempre dependiendo de las urgencias de la gestión. Entre tantas cuestiones, no realizó un viaje que tenía en agenda a Shanghai donde iba a acompañar a empresarios privados que estarían presentes en la Exposición Internacional de Importaciones de China, un grupo coordinado por su amigo Diego Sucalesca, titular de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional que depende de la Secretaría General.
Las reformas pendientes, el pago de la deuda, la situación de las reservas, no son su tema.
Los desafíos que requieren paciencia
Quedan otros asuntos, pero le requieren más paciencia. Por ejemplo, la situación del Ministerio del Interior, cuyo titular, Diego Santilli, está en el podio de las figuras con mejor imagen del Gobierno, encabezado por Javier Milei y Patricia Bullrich, según el estudio que realizó la consultora Poliarquía, dirigida por Alejandro Catterberg. La capacidad de diálogo del "Colo" es altamente elogiada por fuera del Gobierno, y ese es el principal motivo de su designación. Pero tanto respaldo popular incomoda en la Casa Rosada.
Con Patricia, por ahora, todo está bien. Se verá más adelante cómo frenar sus ímpetus. No es algo para esta etapa. No todavía.