A simple vista, parece una botella más. Pero detrás de cada envase retornable de Coca-Cola Uruguay hay tecnología, procesos rigurosos y una decisión que impacta positivamente en el planeta y en la economía de los consumidores.
Cuando una botella retornable es devuelta en un comercio, inicia un recorrido que asegura que pueda volver al mercado en condiciones óptimas. En la planta embotelladora de Coca-Cola FEMSA Uruguay, los envases llegan paletizados y se incorporan a la línea de producción, donde cada botella es revisada con precisión.
En ese proceso, se analizan tanto su interior como su superficie, detectando residuos, rayones o deformaciones; los envases que no cumplen con los estándares son descartados inmediatamente.
Las botellas que superan estas inspecciones ingresan a un lavado industrial profundo, acompañado de un proceso de desinfección que elimina cualquier contaminante, garantizando la higiene y seguridad del envase. Tras este lavado, se realizan nuevas verificaciones, esta vez mediante cámaras de alta precisión que examinan cada ángulo de la botella para asegurar que solo los envases en perfectas condiciones continúen hacia la etapa siguiente.
Finalmente, cada botella es llenada con los refrescos del portafolio de la compañía y sometida a un último control, asegurando que la bebida llegue al consumidor con la máxima calidad y seguridad.
Gracias a este proceso, cada botella puede completar hasta 20 ciclos de uso antes de ser reciclada. Cuando alcanza su vida útil o no supera algún control, el envase se envía a reciclar y se transforma en resina reciclada, lista para fabricar nuevas botellas, cerrando un círculo sustentable.