El presidente español compareció ante la comisión del Senado que investiga el Caso Koldo con unas exclusivas gafas de 300 euros que desataron una ola de memes. Se suman a las críticas por la universidad que eligió su hija.
Pedro Sánchez y sus gafas en la comparecencia ente la Comisión Koldo en el Senado.
Las elecciones personales del presidente de Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez vuelven a dar que habar.
Lejos de la austeridad proclamada por el socialismo, Sánchez acudió ayer a la comparecencia ante la comisión del Senado que investiga la financiación irregular de su partido, con unas refinadas gafas de Christian Dior por las que debió desembolsar unos 300 euros para hacer frente a su reciente presbicia.
El nuevo gesto de "coquetería" se suma a otra exclusiva elección de la familia presidencial.
Se supo que Carlota, la hija menor del presidente y Begoña Gómez ha comenzado sus estudios universitarios en ESIC University, una institución privada de elite con inspiración católica situada en Pozuelo de Alarcón, uno de los barrios más caros de Madrid. Así lo ha adelantado Libertad Digital.
La desconcertante decisión por este tipo de educación se da luego de que Pedro Sánchez encabezara una fuerte arremetida contra las universidades privadas a las que no dudó en llamar "chiringuitos".
La joven cursa el doble grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Marketing en inglés, una titulación de cinco años de duración. El coste anual asciende a 12.900 euros, por lo que el precio total de los estudios supera los 64.500 euros, sin contar los gastos de matrícula y materiales.
La selecta casa de estudios regida por la congregación religiosa de los Padres Reparadores del Sagrado Corazón de Jesús, está dentro del grupo de centros privados que podrían verse afectados por el nuevo decreto del Gobierno, que endurece los requisitos para el funcionamiento de universidades privadas.
El Consejo de Ministros aprobó recientemente un decreto que obliga a las universidades privadas a contar con al menos 4.500 estudiantes, 10 títulos de grado, seis másteres y tres programas de doctorado, además de obtener un 2% de fondos en concursos competitivos.
En el caso de ESIC University, que tiene 3.700 alumnos y no cumple con todos los requisitos, la institución dispone de seis años para adaptarse a la normativa. Desde el sector educativo privado, las medidas se han interpretado como un intento de “limitar este modelo educativo”, en contradicción con la libertad de elección de centro.
La elección de la familia Sánchez contrasta con el discurso del propio presidente, quien en varias ocasiones ha tachado a las universidades privadas de “chiringuitos” o “negocios educativos” en sus intervenciones públicas.
No es la primera vez que los Sánchez optan por la enseñanza privada. La esposa del presidente, Begoña Gómez, cursó un programa en la misma institución, ESIC, y su hija mayor, Ainhoa, estudia en un centro privado en Inglaterra.
El propio Pedro Sánchez estudió en el centro privado María Cristina de El Escorial y se doctoró en la Universidad Camilo José Cela, también de carácter privado.
Durante su intervención en la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado, el presidente del Gobierno llamó la atención por un nuevo complemento: unas gafas Dior Monsieur modelo 2601 30, valoradas en 300 euros.
Se trata de un diseño vintage con montura carey y detalles dorados, de forma cuadrada con bordes redondeados. La tienda Gafa Vintage, donde Sánchez adquirió las gafas hace unos cinco años, aclaró en Instagram que “el precio de la montura ronda los 250 euros y, a juzgar por las imágenes, las gafas se mantienen como nuevas”.
La publicación surgió después de la avalancha de comentarios y memes que inundaron las redes sociales tras la comparecencia. Aunque no son nuevas, es la primera vez que el presidente las utiliza en un acto público.
Tiempo atrás, el rostro del presidente también ha sido objeto de debate. En junio pasado, durante una tensa rueda de prensa en la que se le vio más delgado y con rasgos marcados, surgieron comentarios sobre el supuesto uso de la técnica de maquillaje conocida como contouring, popularizada por las hermanas Kardashian, para acentuar las ojeras y proyectar una imagen más seria y “demacrada”.