Claro que la guerra no podía estar ausente en semejante encuentro. Por allí andaba Volodimir Zelenski, consultando su teléfono móvil porque el ruso Vladimir Putin seguía bombardeando ciudades de Ucrania sin darle siquiera la pausa de la despedida al papa Francisco.
Más de 250 mil personas contienen la respiración a las 10 de la mañana, cuando por los parlantes y las pantallas gigantes de la Piazza San Pedro dieron finalmente el puntapié inicial al adiós del papa Francisco, el argentino que logró izar algunas banderas del nuevo escenario global y que acaba de convertirse, como lo resumió el presidente Milei, en el argentino más importante de la historia moderna.
Las campanas suenan y, de pronto, se hace un silencio increible apenas interrumpido por los dos helicopteros del servicio secreto del ejército de EEUU.
En el cielo no hay nubes. El sol gobierna a pleno sobre la muchedumbre en San Pedro y decenas de gaviotas vuelan en círculos tratando de no chocarse con los drones que lo registran todo.
Las extremas medidas de seguridad empiezan en las lanchas policiales del río Tiber y se agigantan en cada rincón de estos 44.000 metros cuadrados del país más pequeño del mundo que gobierna los corazones de 2.000 millones de personas.
Un aplauso largo y cálido envuelve a la multitud cuando comienza la misa. Quizás puedan olvidarse los confictos del planeta en estas dos horas de despedida.
Francisco no hubiera sido tan optimista.
No solo porque las bombas de Rusia siguen cayendo sobre Kiev y cerca del Mar Negro. Y eso que le dio oportunidades a Vladimir Putin en frases que le valieron críticas feroces. El ruso no sabe de treguas aunque se lo pida Trump o se lo haya rogado Francisco.
La ausencia estratégica de Pedro Sánchez
Sorprendió a algunos la ausencia de Pedro Sánchez en el funeral. Pero solo a quienes no conocen las mañas políticas del presidente de España. A su electorado, el Papa argentino jamás le cayó simpático pese al discurso progresista y a las señales wokes.
Sánchez sabía que el jefe de la delegación española era el Rey Felipe, y donde haya alguien que pueda eclipsarlo él no estará.
Para esos menesteres envió a la andaluza (y católica) María Jesús Montero y a la comunista (y católica) Yolanda Díaz, quien había ido hasta Santa Marta para conocer al argentino que quería adaptar la Iglesia a la música de estos tiempos.
Y como no da puntada sin hilo, Pedro Sánchez invitó también al jefe formal de la oposición, el gallego Alberto Núñez Feijóo.
De ese modo, cumplió con los ritos institucionales y desairó a la rival que más teme: la madrileña Isabel Díaz Ayuso. Sánchez siendo Sánchez.
Las conexiones entre Milei y el Papa argentino
El astuto presidente español siempre cuenta con el auxilio de la prensa oficialista. Ahí está La Sexta tuiteando que su enemigo, el argentino Javier Milei llega sobre la hora a la misa y que el amigo Lula está desde hace rato listo para el homenaje. Cada detalle cuenta en la batalla entre progresistas y conservadores que atraviesa al mundo.
Milei ha llegado a la ceremonia acompañado de su hermana Karina, pieza clave de su gobierno, y del jefe de gabinete, Guillermo Francos, quien fue alumno dilecto de Jorge Bergoglio, amistad que se mantuvo cuando el obispo del barrio porteño de Flores se convirtió en Papa.
También está la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, de indudable apellido italiano y con quien Francisco se había encariñado. Una vez por mes hablaban por teléfono y la ministra le contaba los avatares de la política social, el aspecto de la gestión Milei que más desvelaba a Bergoglio.
Aquella visita de Milei al Vaticano en febrero de 2024 cambió la suspicacia inicial de Francisco con el locuaz presidente argentino. Lo abrazó y se dejó abrazar. Cambió frases de complicidad con la hermana Karina y se reservó alguna crítica encriptada de cuando en cuando para no perder la costumbre de mantener la distancia con el país incorregible.
Del otro lado de Milei y sus ministros, otro argentino sorprende en primera fila. El juez Mariano Llorens, presidente de la Cámara Federal de Apelaciones, fue el único representante de la Justicia argentina y viajó a última hora al Vaticano para rendirle homenaje a un compatriota al que admiraba y con el que tenían respeto mutuo.
WhatsApp Image 2025-04-26 at 11.57.30.jpeg
El hilo familiar que conquistó a Biden
El territorio del papa Francisco era la frontera humanística. En esos caminos trabó también un vínculo fraterno con Joe Biden, el segundo presidente católico después de John Fitzgerald Kennedy.
Biden le otorgó la Medalla de la Libertad a Francisco, conmovido porque el Papa argentino lo consoló a él y a su esposa Jill cuando perdieron a su hijo Beau en 2016, víctima de un salvaje ataque cerebral.
Derrotado por Trump y apartado de la candidatura a la reelección a raíz de sus pérdidas de la memoria, Biden dejó a un lado los problemas de salud para venir al Vaticano y despedir a su amigo.
Francisco también lograba estos milagros, que iban mucho más allá del banal networking del poder.
El último desafío de Francisco
Para un hombre de la dimensión del papa Francisco, los desafíos no acaban con su muerte.
Un rato antes del comienzo de su funeral, el soberbio Donald Trump dejó por un rato a Melania para reunirse con Volodimir Zelenski, el ucraniano bajo bombardeo ruso al que quiso humillar por su vestimenta sport negra durante su última cumbre en la Casa Blanca.
Esta vez se juntaron para evaluar alguna chance de ponerle fin a la guerra que ya lleva tres años en el corazón de Europa. Trump venía de tomarle el pelo a Volodimir en su red social Truth, la plataforma personal en la que nadie en el mundo tiene confianza.
Pero las cosas no están fáciles. Ni para Zelenski, ni para Trump, ni para Europa ni para nadie en el mundo. Los Putin del planeta sienten que este tiempo de incertidumbre es ideal para los que no tienen escrúpulos.
Trump y Zelenski hablaron de una paz posible mientras las voces gregorianas empezaban a darle clima al funeral del Papa que hablaba de humanismo en medio de las guerras, del terrorismo y del hambre del mundo nunca resuelta.
En sus casi trece años de mandato católico, el papa Francisco recibió una innumerable serie de críticas. Algunas justas, es cierto, pero otras no. Eso también empieza a quedar claro ahora que no esta.
Francisco, el Papa argentino, acaba de pasar a la historia y la mayor certeza que deja su legado es que lo vamos a extrañar.
Los que lo quisieron. Y los que lo atacaron hasta el límite tan humano que suelen encontrar aquellos que terminan admirando a sus enemigos.