27 de agosto 2025 - 10:46hs

Las calles de Buñol (Valencia) vuelven a convertirse en un río rojo. Este miércoles, la Tomatina celebra su edición número 78 con una lluvia de 120.000 kilos de tomates que teñirán de color a los 22.000 participantes que han llegado desde todos los rincones del planeta para vivir la batalla más divertida del verano.

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La Tomatina después de la DANA

No es una edición cualquiera. La de este año es la primera Tomatina después de la DANA que golpeó duramente a la provincia de Valencia en octubre pasado. Por eso, bajo el lema “Tomaterapia”, esta fiesta no solo es un estallido de color y hortalizas, sino también, en esta ediciñon, es un símbolo de renacimiento colectivo, que muestra la capacidad del pueblo de Buñol y de los valencianos de levantarse luego de la tragedia.

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Tomates que llega desde Extremadura

Los protagonistas de la batalla son tomates de tipo pera, demasiado maduros, por lo que no son aptos para el consumo humano, cultivados expresamente para este evento. Este año, en lugar de venir de la huerta valenciana, llegan desde Badajoz, cargados en camiones que transportan la munición oficial de la guerra más roja del mundo.

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Una marea humana se viste de rojo

Aunque el aforo máximo está limitado a 22.000 personas, la convocatoria es internacional: se espera que 45.000 visitantes llenen las calles de Buñol y que más de 300 periodistas de países como India, Brasil, China o Australia cuenten la locura al mundo entero. La Tomatina, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, es ya un clásico entre los viajes de verano en España.

La señal de largada

A las doce en punto, un disparo marca el inicio: seis camiones entran en el pueblo cargados hasta arriba de tomates y comienza la batalla. Durante una hora, la plaza y las calles del municipio se transforman en una gigantesca sopa de tomate donde los participantes se persiguen, resbalan y se empapan de rojo, hasta que otro cohete anuncia el final.

Las reglas de los "tomatazos"

Aunque la diversión es la esencia de la Tomatina, la celebración tiene reglas: los tomates deben aplastarse antes de lanzarlos para que el golpe no sea doloroso, no está permitido romper camisetas, es muy importante mantenerse lejos de los camiones que llevan los tomates y, por supuesto, nunca se deben arrojar objetos duros. La regla más importante es detenerse al escuchar el segundo cohete, que marca el final de la batalla.

Una tradición nacida por casualidad

Todo empezó en 1945, cuando unos jóvenes provocaron una pelea durante un desfile y un puesto de frutas se convirtió en arsenal improvisado. El tomate fue el arma preferida y la tradición se repitió cada año, aunque no sin tropiezos: incluso llegó a estar prohibida en los años 50. Pero el “entierro del tomate”, una protesta simbólica, devolvió la fiesta a las calles. Desde entonces, la Tomatina no ha dejado de crecer hasta convertirse en una cita mundial que cada agosto llena de rojo el corazón de Buñol.

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