La presión de EEUU reactiva la expectativa de cambio político y los bonos venezolanos vuelven al radar de los inversores
La apuesta es que una transición a la democracia conduzca a la reestructuración de la deuda externa en default desde 2017. María Corina Machado presenta ante empresas y fondos de inversión el plan de reconstrucción del país.
El despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y la creciente presión de la administración de Donald Trump sobre Nicolás Maduro han reactivado la expectativa de un giro político en Venezuela que permita el regreso del país al mercado financiero internacional. En este nuevo entorno, los inversores, tras años de indiferencia, vuelven a mirar los bonos venezolanos, apostando a una transición que habilite la reestructuración de la deuda, en default desde 2017.
El precio del bono de la deuda venezolana que vence en 2027, uno de los más transados, ha aumentado 37% desde el cierre de julio y en general todos los títulos, incluyendo los emitidos por Pdvsa, la empresa petrolera del Estado, muestran un alza similar.
Corredores de Bolsa coinciden en que inversores están apostando a que Estados Unidos desencadene un proceso de salida de Maduro del poder. El despliegue de aviones, buques y portaviones en el Caribe, sumado a las acusaciones que vinculan al mandatario con redes de narcotráfico, refuerza esa expectativa. Además, la administración Trump lo considera ilegítimo tras una reelección marcada por denuncias de fraude electoral.
Venezuela lleva ocho años sin pagar su deuda externa y, en caso de concretarse un cambio político, la reestructuración de los pasivos se convertiría en una de las prioridades del nuevo gobierno. Solo por concepto de bonos, emitidos tanto por el Estado como por empresas públicas como Pdvsa, el país acumula un atraso de 2.220 millones de dólares en capital e intereses.
Las vastas reservas de petróleo de Venezuela y su capacidad para aumentar la producción bajo un gobierno legítimo, libre de sanciones y capaz de atraer inversión extranjera en montos relevantes, encabezan la lista de razones por las que los inversionistas apuestan a una recuperación sostenida del precio de los bonos en caso de concretarse un cambio político.
Hay miradas menos optimistas. En un informe que analiza el escenario ante una eventual salida de Maduro, UBS advierte que Venezuela enfrentaría una de las reestructuraciones de deuda más complejas de la historia moderna, comparable a la de Irak en 2003.
El monto total, en torno a 160.000 millones de dólares, la diversidad de acreedores, factores geopolíticos —como el rol de China y Rusia— y la posibilidad de que parte de la deuda sea considerada “odiosa”, configuran un panorama legal y financiero de alta complejidad.
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Refinería en Venezuela
AFP
La firma explica que los inversionistas enfrentan costos de oportunidad relevantes. Con los bonos del Tesoro estadounidense rindiendo entre 3,5% y 4,5%, y una cesta diversificada de deuda pública en dólares ofreciendo retornos del 5% al 6%, esperar una resolución política y financiera en Venezuela puede no tener sentido.
“Consideramos el reciente repunte de los precios de los bonos venezolanos como una oportunidad para reducir la exposición, más que para añadir riesgo”, recomienda UBS a sus clientes.
Venezuela en vitrina
Durante las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en Washington, Barclays organizó un encuentro privado con María Corina Machado, principal figura de la oposición venezolana, para discutir oportunidades de inversión ante una eventual transición política.
Machado respalda a Edmundo González, quien asumió la candidatura presidencial tras su inhabilitación. Según las actas recopiladas por la oposición, González obtuvo un triunfo claro en los comicios, aunque los resultados no han sido reconocidos oficialmente por el régimen.
Maria Corina Machado es entrevistada por el alcalde de Miami, Francis Suárez, en el American Business Forum.
María Corina Machado es entrevistada por el alcalde de Miami, Francis Suárez, en el America Business Forum
Según reveló Semafor, el evento organizado por Barclays contó con amplia participación de firmas de inversión, fondos de cobertura y actores financieros interesados en el retorno de Venezuela al circuito económico internacional. Machado ha conformado un equipo técnico que ya tiene listo un plan para iniciar la reconstrucción institucional y económica del país si se concreta el cambio político.
El miércoles pasado, durante el America Business Forum celebrado en Miami, la líder venezolana afirmó: "Vamos a convertir a Venezuela en el centro de energía y tecnología de las Américas. Venezuela será la nueva frontera global de la innovación y la creación de riqueza. Y los invitamos a ser parte de esto”.
Del colapso al despegue
La propuesta que el equipo técnico de Machado ha presentado a potenciales inversionistas contempla medidas para estabilizar la economía e impulsar el crecimiento mediante un ambicioso programa de inversiones que, en un horizonte de 15 años, podría triplicar el tamaño del PIB. Venezuela, que históricamente figuró entre las cinco principales economías de América Latina, hoy registra uno de los ingresos per cápita más bajos de la región, comparable al de Honduras.
En el corto plazo, el plan contempla una estrategia de “estabilización expansiva” orientada a contener el tipo de cambio, desacelerar la inflación y, al mismo tiempo, reactivar el crecimiento económico con respaldo de organismos multilaterales.
Un gobierno reconocido estaría en condiciones de negociar préstamos con el FMI, el Banco Mundial, el BID y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Según cálculos preliminares basados en la cuota de Venezuela en estos organismos, sería posible estructurar un programa de financiamiento que aporte alrededor de 60.000 millones de dólares en un período de cinco a diez años.
Venezuela - inflación 2 - AFP
Una parte de los recursos provenientes de los organismos multilaterales ingresaría a las reservas internacionales, hoy en mínimos históricos, lo que permitiría al Banco Central estabilizar el mercado cambiario y garantizar la oferta de divisas. El plan contempla además eliminar el financiamiento monetario del déficit, con el objetivo de desacelerar la inflación en el corto plazo.
En paralelo, se prevé atender la emergencia social mediante transferencias directas a la población en pobreza extrema y un programa para recuperar escuelas y hospitales, que incluiría mejoras en infraestructura, dotación de medicinas y operaciones ambulatorias con apoyo de clínicas privadas. Estas medidas, junto con la restauración de servicios públicos esenciales, como el sistema eléctrico y el suministro de agua, generarían un impacto positivo en el crecimiento.
A mediano y largo plazo el proyecto de reconstrucción contempla atraer inversión privada, nacional y extranjera, en doce áreas estratégicas: petróleo, gas, metales, energético, salud, educación, transporte, financiero, inmobiliario, tecnología, turismo y agricultura para impulsar el crecimiento de la economía de forma sostenida.
Apertura petrolera
Si bien el plan contempla múltiples áreas, está claro que el principal trampolín para la recuperación sería el petróleo. Según fuentes secundarias de la OPEP, Venezuela produjo en octubre 895.000 barriles diarios, menos de un tercio de cuando el chavismo llegó al poder en 1998.
El plan de reconstrucción contempla abrir el sector petrolero al capital privado nacional e internacional mediante reformas legales que hagan atractiva la inversión a fin de aprovechar el potencial del país. UBS destaca en su informe que las multinacionales “se apresurarían a participar para ayudar a mejorar la producción petrolera”.
Venezuela -petróleo - EFE
EFE
“Esto se debe a los bajos requisitos de inversión del país —la extracción de petróleo cuesta solo entre 20 y 30 dólares por barril— y a la ventajosa ubicación geográfica de Venezuela para exportar a las refinerías de la costa del golfo de Estados Unidos y a los clientes europeos”, agrega.
UBS estima que, en un escenario conservador, sumar un millón de barriles diarios adicionales tomaría entre cinco y diez años, mientras que recuperar el nivel de producción de tres millones de barriles diarios que el país alcanzó en 1998 podría requerir cerca de 15 años.
“Esto sería positivo para el suministro mundial de petróleo, la rentabilidad de determinadas empresas petroleras y la seguridad energética del continente americano. Sin embargo, debemos tener claro que esto tardaría mucho tiempo en materializarse y que se enfrenta a enormes riesgos de ejecución”, añade el informe de UBS.