7 de septiembre 2024
14 de julio 2024 - 12:49hs

La película Bob Roberts anticipa una suerte de Donald Trump. Dirigida y actuada por Tim Robbins, la sátira de 1992 describe el ascenso de un outsider político. Y lo hace desde la mirada crítica de un reconocido activista progresista como Robbins. En la película, Roberts es un republicano ultraconservador, machista, homofóbico y de una ética vidriosa. Sus negocios privados le facilitan el salto electoral, y su carisma populachero lo vuelve masivo. Pero surgen críticas y problemas. Roberts está abajo en las encuestas contra el candidato demócrata, hasta que de golpe sufre un presunto atentado que lo deja inmobil de la cintura para abajo. El ataque lo ayuda y Roberts termina ganando las elecciones presidenciales de Estados Unidos con lo justo.

Anoche ya circulaban comparaciones entre Trump y Roberts en las redes sociales. El paralelo era una de las versiones conspiranóicas más sutiles de las que abundan en Twitter. La sugerencia de una puesta en escena es injusta y cruel. Si bien falta conocer detalles sobre el ataque a Trump, el FBI ya constató que fue un claro intento de asesinato a un ex presidente y actual candidato. Por fortuna o por obra de Dios, tal como agradeció Trump, no ocurrió la tragedia planificada por el tal Matthew Crooks.

En el rincón republicano, el senador J. D. Vance representó la voz de la imprudencia y la polarización tóxica. Uno de los favoritos para ser vicepresidente de Trump, acusó directamente a Joe Biden de haber propicidado la violencia con su retórica anti-MAGA.

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Lecturas malintencionadas al margen, el atentado fallido podría tener un impacto político mucho menor al previsto al calor de los hechos. Porque, a diferencia de lo que ocurría en la película de Tim Robbins, Trump ya era el claro favorito antes del sábado a la tarde. No hay encuesta que lo diera por debajo de Joe Biden, tanto a nivel nacional como en los decisivos swing states. Y si bien las encuestas pueden fallar, ya sea por mala práxis, dificultades técnicas o intencionalidad, lo cierto es que no se equivocan tanto como se cree. A esta altura de la campaña, los pronósticos de las encuestadoras suelen verificarse en la realidad. A menos de cinco meses para la votación, el promedio de encuestas acertó en todas las presidenciales de los últimos 20 años. La única en la que anticipó un desenlace erróneo fue en 2016. Analistas y consultores anticipaban entonces un triunfo de Hillary Clinton en la carrera contra… Donald Trump.

A menos de cinco meses para la votación, el promedio de encuestas acertó en todas las presidenciales de los últimos 20 años. La única en la que anticipó un desenlace erróneo fue en 2016. Analistas y consultores anticipaban entonces un triunfo de Hillary Clinton en la carrera contra… Donald Trump A menos de cinco meses para la votación, el promedio de encuestas acertó en todas las presidenciales de los últimos 20 años. La única en la que anticipó un desenlace erróneo fue en 2016. Analistas y consultores anticipaban entonces un triunfo de Hillary Clinton en la carrera contra… Donald Trump

Más allá del impacto electoralista inmediato, el atentado podría encerrar consecuencias más profundas. Podría alterar el clima de polarización política y cultural que enfrenta a importantes sectores de la sociedad estadounidense. Podría poner en pausa permanente la enorme desconfianza con la que los líderes demócratas y republicanos se perciben. O tal vez no. Después de todo, EEUU es un país con una larga tradición de magnicidios, tanto concretados como fallidos. Y una vez superado el estupor de las imágenes y las especulaciones sobre lo que podría haber pasado, los modales políticos y las sensibilidades ideológicas se reacomoden en sus lugares previos.

El atentado a Trump simplemente podría acelerar lo que ya era inevitable: la vuelta del jefe MAGA a la Casa Blanca, al calor de una sociedad dividida y la inestimable ayuda de un Partido Demócrata que no le encuentra salida al laberinto de Joe Biden y sus 81 años.

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