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1 de agosto 2025 - 17:42hs

La Franja de Gaza se ha convertido en el epicentro de una de las crisis humanitarias más graves del siglo XXI, un conflicto que ha captado la atención y la crítica de la comunidad internacional. Con el mundo entero observando, Israel se encuentra bajo una intensa presión por sus operaciones militares en el enclave palestino, las cuales han resultado en un devastador saldo de vidas civiles y en una situación humanitaria insostenible.

Henrique Cymerman, nacido en Portugal y radicado en Israel, se ha forjado una reputación como un periodista de guerra y un interlocutor de paz. Con más de 25 años cubriendo el Medio Oriente, ha logrado lo que pocos periodistas consiguen: la confianza de las figuras políticas más influyentes de la región, desde Yasser Arafat e Isaac Rabin hasta líderes de Hamás y el papa Francisco.

Su capacidad para tender puentes fue reconocida por el propio papa Francisco, quien lo apodó su "Ángel de la Paz" tras su papel crucial en la organización del encuentro de oración en el Vaticano entre los entonces presidentes de Israel y Palestina, Shimon Peres y Mahmud Abás. Este acto, calificado como histórico, subraya la singularidad de Cymerman, quien navega entre el rigor periodístico y la diplomacia informal.

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En esta entrevista exclusiva para El Observador, Cymerman aborda la complejidad de la situación actual, desentrañando las causas y las posibles salidas al conflicto que se vive hoy en Gaza. Sobre la tragedia en Gaza, Cymerman es categórico: "La población de Gaza está atrapada entre la espada de Israel y la pared de Hamás."

Pero, además, hace un análisis que va más allá de lo local: "Esta es una manifestación de un conflicto global de la Segunda Guerra Fría que estamos empezando a vivir en el mundo y que enfrenta a dos de las tres grandes coaliciones mundiales".

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Has desarrollado relaciones de confianza con líderes de todas partes, ¿cómo se construye esa confianza en un entorno tan volátil como es Medio Oriente en este momento?

Obviamente, tarda años. Es un trabajo a largo plazo, pero yo creo que la clave en todo esto es honestidad. Porque algunos de estos líderes es gente que me miraban como un enemigo. De hecho, mi último libro se llama Conversando con el enemigo, justamente por este motivo. Es una cuestión de, por un lado, honestidad, y por otro lado de empatía. Y probarles que no vienes a manipular ni a cambiar lo que ellos dicen, ni que está sirviendo un interés de alguien de alguna de las partes, sino que vienes a hacer tu trabajo. A veces puedes tú personalmente no estar de acuerdo con lo que ellos dicen, pero, sin embargo, reflejas de forma fidedigna lo que ellos están transmitiendo. Y de esta forma, con el tiempo se va creando una relación de confianza y es así, por ejemplo, que me encontré siendo el periodista que más veces entrevistó a seis de los siete fundadores de Hamás. Obviamente, me miraban a nivel personal, probablemente con una cierta crítica. Sin embargo, me llamaban una y otra vez para entrevistarse conmigo.

El papa Francisco te llamó 'Ángel de la Paz' por tu rol en el encuentro entre Abás y Peres. ¿Qué significaría "paz" hoy en Medio Oriente? ¿Qué se necesitaría para ello?

Nosotros tenemos una tendencia equivocada. Hablé de esto muchas veces con el papa Francisco. En los 12 años estuve con él, lo vi muchas veces todos los años, pero los últimos tres años fue particularmente intenso porque nos encontrábamos una vez al mes en Santa Marta, en su residencia, y cada reunión era como mínimo entre una hora y media o dos, y cada cuatro semanas. Así que tuve el privilegio de poder hablar con él mucho, mucho, mucho. Entre otras cosas, sobre eso. Y yo le decía que muchas veces tengo la impresión de que en Occidente tenemos una visión que no funciona en esta región del mundo, dicotómica, de o paz o guerra. Y yo le decía que lo que tenemos que hacer es intentar conseguir alejarnos lo más posible de la guerra y acercarnos lo más posible a la paz.

O sea, es en realidad un continuum, que entre el blanco y el negro hay muchos colores. No tenemos que sacrificar el acercarse a la paz y caer en un negativismo y en un pesimismo, sino que tenemos que hacer todo lo posible por conseguir acuerdos que nos alejen del peligro de guerras inminentes. El mejor ejemplo es la paz entre Israel y Egipto, entre Israel y Jordania, que dura décadas ya. Sobrevivió a una serie de guerras que hubo en esta región, incluido ahora, sin convertirse aún en una paz como la que yo soñaría que ocurriese, con intercambios económicos, con turismo, etcétera. Es una paz fría, pero yo digo en esta región del mundo hay que ir paso a paso y es preferible una paz fría a una guerra bien caliente.

Has cubierto este conflicto como periodista durante mucho tiempo. Si tuvieras que definir qué está pasando en Medio Oriente, ¿qué dirías?

El error de mucha gente aquí es que ve lo que aquí ocurre como un conflicto local entre Israel y Hamás. Esta es una manifestación de un conflicto global de la Segunda Guerra Fría que estamos empezando a vivir en el mundo y que enfrenta a dos de las tres grandes coaliciones mundiales. Una, encabezada por Estados Unidos, que incluye a Israel, que incluye a varios países árabes y, desde luego, a países europeos y occidentales. Una segunda que está encabezada por China y que incluye a Rusia, Corea del Norte, Irán. Y la tercera encabezada por India, quizás los BRICS, allí más activos, que aún no se decidió y no se definió tanto. Yo digo, aún no decidió lo que quiere ser cuando sea grande. Pero las dos primeras coaliciones están enfrentadas y tenemos allí una serie de manifestaciones en el planeta.

El 7 de octubre del 2023, Irán utilizó a uno de sus proxys, de sus aliados, para intentar matar el acuerdo de paz inminente entre Israel y Arabia Saudita. Ese fue el acuerdo, el objetivo máximo de lo que aquí ocurrió. Ellos se asustaron profundamente cuatro semanas antes, el 7 de setiembre, de hecho. Yo estaba en Arabia Saudita con la primera delegación oficial israelí invitada con bombos y platillos y con una identificación total, íbamos con etiquetas que decían Israel. Esta delegación fue como un mensaje para todo el mundo musulmán y para toda la comunidad internacional de que las relaciones diplomáticas eran inminentes.

Ahora, la importancia de Arabia Saudita es muy superior a la de cualquier otro país musulmán porque es la custodia del Mecca y Medina, de los lugares sagrados. Y porque, además de su potencia económica, etcétera, supone un semáforo verde para otros países árabes y musulmanes, hacia su relación con Israel. Si lo hace Arabia Saudita, lo harán muchos países más, gradualmente. Irán entendió eso e intentó parar este proceso. También Indonesia estaba a punto de normalizar sus relaciones con Israel, el principal país musulmán a nivel de población, 270 millones de personas o más. Ellos intentaron parar esto a través de Hamás, a través de un acto de barbarie que empezó una serie de movimientos tectónicos que estamos viviendo hasta este momento.

La guerra de 12 días de Irán fue parte de ello y también lo fue el secuestro de 251 rehenes y el asesinato de 1.200 personas. Hamás sabía lo que estaba haciendo, estaba intentando parar este proceso diplomático y hacía algo más. Sabía que iba a tener que arrastrar a Israel por primera vez en casi una década hacia Gaza. Ese era su objetivo primordial para provocar exactamente lo que está ocurriendo en este momento, una presión internacional sofocante sobre Israel de forma que Israel salga debilitado de todo esto.

Cuando los países que rodean Israel lo atacan, ¿contra qué pelean más allá de lo tangible? ¿Contra Occidente, contra el colonialismo, contra el judaísmo?

Depende quién, pero básicamente cuando se trata de grupos como Hamás o como Hezbollah en el Líbano, en realidad están luchando, por un lado, contra la existencia del Estado Judío. Hay que entender que la carta magna de Hamás es esa. Fue por eso que ellos fueron creados en 1987. Pero están también luchando por un estilo de vida que yo he visto en Hamás y en Hezbollah, pero lo he visto también en el Estado Islámico en Irak o en Al-Qaeda. Bastantes veces estuve allí en ese frente contra ellos y me encontré decenas de veces con el hijo de Osama Bin Laden, que era el candidato a ser el líder de Al-Qaeda.

Estoy en contacto por WhatsApp hasta hoy con él y nos encontramos con cierta regularidad en Qatar con gente de presos de Daesh del Estado Islámico, con quien tuve horas para charlar en la cárcel e intentar entender lo que no se logra entender. Pero también Hamás y Hezbollah, que son vecinos alrededor de Israel. Hezbollah en el norte y Hamás en Cisjordania y en Gaza.

Muchas veces me he hecho esta pregunta, yo creo que ellos representan una filosofía de vida que pretende utilizar la tecnología y las armas del siglo XXI para devolver su sociedad al siglo VII, al principio del Islam. Defienden valores los grupos islamistas radicales que ven en nosotros, cristianos y judíos, lo que ellos llaman en árabe kaffer que quiere decir infieles. Nuestro papel, el papel de los infieles, es un papel de segundo nivel en la sociedad y piensan: si ellos se niegan a abandonar su fe propia no tienen derecho a vivir.

Pero hay aquí algo muy cínico en todo lo que está ocurriendo en este momento en el plan internacional. Vemos ahora este tsunami diplomático a favor de la creación de un Estado palestino. Debo reconocer que yo personalmente apoyo la creación de un Estado palestino, pero quiero que ocurra, no que quede en una declaración. Yo quiero que se haga de una forma que permita tener seguridad, autoemancipación para toda la región. La única condición que yo creo que muchos israelíes ponen a esto es que no pueda ocurrir otro 7 de octubre, que no pueda haber otro, y que Hamás no se pueda apoderar de ese futuro estado palestino.

Por eso, ahora, la comunidad internacional está haciendo muy bien una exigencia de que Hamás no podrá participar en las elecciones palestinas. Esa fue una de las decisiones más dramáticas y equivocadas que se hizo en las elecciones del 2006, que se permitió que un grupo neofascista que se opone a elecciones que quiere un tipo de vida totalitario participase en las elecciones y las ganase por un motivo o por otro, como protesta contra la gente que estaba en el poder, etcétera.

Pero lo curioso es que Hamás se opone a un Estado palestino. La mayoría de la gente no es consciente de esto, incluso muchos colegas periodistas extranjeros con quien yo me encuentro, no saben que un Estado palestino va en contra de los objetivos declarados de Hamás desde que fue fundada en 1987 por el jeque Ahmed Yassin, con quien yo me encontré decenas de veces en su casa, en el barrio de Sabra en Gaza y fui quizás el periodista de Occidente con quien él se encontró más veces. Él y sus sucesores, todos decían que un Estado palestino es una traición. ¿Por qué? Porque significa reconocer a Israel, porque significa que Israel estará al lado de ese Estado palestino. Y por eso ellos consideraban a quien negociaba con Israel un Estado palestino, entre ellos el actual presidente Mahmoud Abbas, un traidor. Y decían que lo necesario es crear un estado islámico en Cisjordania, Gaza, y en la "entidad sionista", a veces ni dicen el nombre Israel. Que todo este territorio sea dirigido en realidad por un estado islámico. Lo irónico de toda esta situación es que, justamente, ese mismo Hamás que se opone al Estado palestino y que quiere apoderarse de lo que queda en toda esta región y ser él el que lo gobierna, es quien a lo mejor está acelerando la auto emancipación palestina.

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En uno de sus ensayos titulado Construir al enemigo, Humberto Eco habla de esta idea de que toda nación debe tener un enemigo contra el cual luchar, de alguna forma. Un enemigo histórico que le dará identidad. ¿Hasta qué punto sucede eso en Medio Oriente? Teniendo en cuenta tanto Israel como el resto de los países árabes.

Obviamente, y debo reconocer que es una cuestión que funciona en todos los frentes. En el mundo musulmán, Israel fue siempre una especie de bandera, desde la creación de Israel en 1948, que de alguna manera pretendía aglutinar a la Liga Árabe, a la liga de países musulmanes. Entonces, atacaron a Israel de forma más o menos simbólica durante años y años. Y uniendo y enviando fuerzas. El día siguiente de la declaración de independencia de Israel, el 14 de mayo, ya siete ejércitos (aunque eran más bien cinco, pero había una representación simbólica de dos más) atacan a Israel de forma simultánea.

Yo iba con mucha frecuencia a reuniones de la Liga Árabe en Cairo, por ejemplo, en épocas que no existían aún acuerdos aparte del acuerdo de paz con con Egipto, pero que era un acuerdo también lleno de problemas y lleno de tensiones. Recuerdo que cuando querían unir las diferencias entre los 21 países árabes de la época se hablaba de la guerra contra Israel y eso era lo que todos estarían de acuerdo en ese momento hasta que Egipto dio un paso y se alejó. Luego Jordania, y luego vinieron otros países. Recientemente en 2020 ocurrieron los importantísimos acuerdos de Abraham, que yo creo que estamos solo en su principio, que tienen una una importancia estratégica para para el futuro de la región tal como hemos visto cuando Irán atacó a Israel el año pasado por primera vez.

De hecho, la primera vez en 250 años que los persas intervienen de forma directa atacando a un enemigo sin pasar por proxys, el mundo árabe se movilizó de forma pública o secreta para ayudar a Israel. Ver pilotos jordanos en los cielos de Jordania parando drones y misiles iraníes lanzados sobre Israel es algo realmente histórico. O que los saudíes estén en el Estado Mayor dando información de inteligencia a Israel sobre dónde están saliendo los misiles. Todo esto demuestra un cambio muy grande que está ocurriendo en la región. Se dice que de los acuerdos de Abraham están haciendo algo nuevo que se podría llamar la Alianza de Abraham. Es cierto que Israel también tendrá en el futuro que aprender a vivir, yo espero el día que llegue más paz, yo no digo la paz total, porque siempre habrá algunos enemigos, siempre habrá un Hamás con ese nombre o con otro nombre que intentará de alguna manera luchar contra el simple derecho de existencia del Estado de Israel. Pero yo espero que haya coaliciones mucho más amplias con una serie de países de la región que se van a unir a estos acuerdos de Abraham y sobre todo con el papel de Arabia Saudita del que hablé antes, que es crucial en este sentido.

Pero hay que hacer coaliciones de paz en Oriente Medio con intercambios científicos, tecnológicos. Israel es un país que realmente ha tenido logros muy importantes en algunos campos. La semana pasada yo estaba en Abu Dhabi y me decían esto: "nosotros queremos colaborar con Israel, por favor no se enamoren de la guerra, por favor no se enamoren de la opción militar, ustedes han tenido un éxito". Me lo decían saudís y emiratís con quien me reuní conjuntamente en Abu Dhabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, que es un país con un papel crucial en todo esto y decían "por favor, van tienen que parar y traducir los logros militares en logros diplomáticos y para esto estamos con ustedes".

Pero volviendo a tu pregunta, en el aspecto israelí, Israel es un país que nació hace 77 años ya con guerra desde el primer momento y sin embargo logró crear algo, convertir a Israel en un país muy de avanzada en una serie de campos. Yo creo que una de las misiones del Israel que se va a acercar a los 100 años, es educarse para no necesitar una guerra exterior para tener una unión interna. Hay en Israel las llamadas tribus de Israel que son, yo diría, cuatro grupos sociales que muchas veces son como líneas paralelas y que tienen que aprender a vivir juntos: los laicos, que son mayoría en Israel, los religiosos nacionales, los ultraortodoxos y la minoría árabe israelí que son 21% de la población, no es poco. Más de 2 millones que en los últimos años están en un proceso de integración interno que fue, además, uno de los grandes fracasos de Hamás. Hamás pensaba que iba a provocar una rebelión interna del sector árabe israelí y una de sus grandes frustraciones es que eso no ocurrió porque ellos, los jóvenes árabes israelíes, de forma muy pragmática están cada vez más presentes en la política, en el parlamento, estuvieron en el gobierno, en los hospitales, en todos los sectores de la sociedad israelí y quieren a pesar de las diferencias que sienten aún y de cierta discriminación que algunos se quejan de ella, están en un proceso de integración en el país.

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En el último tiempo, la crisis humanitaria en Gaza ha empeorado muchísimo. Hay quienes han comparado el accionar de Israel con el apartheid y lo han tildado de genocidio, siempre comparándolo con situaciones históricas previas. Y, como sabemos que la historia no se repite, pero rima, ¿a qué evento histórico podrías asimilarlo?

Es uno de los momentos más trágicos de los últimos años, y no faltaron aquí momentos trágicos en esta región del mundo. ¿Por qué es tan trágico? Porque yo creo que la acusación de apartheid es convertir en una caricatura el hablar de Israel como apartheid cuando tienes más de dos millones de árabes palestinos que pueden votar, que pagan impuestos, algunos ahora empiezan a hacer un servicio público en vez de ejército, otros incluso van al ejército, están integrados en todos los sectores de la sociedad. Visita un hospital, visita una farmacia y verás musulmanes y judíos, mano a mano. Cristianos, también. O sea que es absurdo hablar de apartheid y es intentar traer una realidad de Sudáfrica que es totalmente distinta a Israel y que no tiene pies ni cabeza.

Ahora hablemos del tema humanitario y del tema genocidio. Lo que ocurre en Gaza, es una tragedia ante todo, pero una tragedia mayor porque la población de Gaza, más de dos millones de personas, está atrapada entre la espada de Israel y la pared de Hamás. Pero quien provocó todo lo que está ocurriendo en este momento es Hamás. Israel tiene responsabilidad también porque creo que se equivocó en un momento determinado en el mes de marzo, aproximadamente, cuando entendieron que Hamás se apoderaba de una parte muy grande de la ayuda humanitaria y la convertía en dinero vendiéndolo en el mercado negro. O sea, en vez de que llegase a la población, que era lo que tenía que ocurrir, ellos captaban esa ayuda, sus almacenes siguen estando llenos y van vendiendo en el mercado negro.

No es que falte comida en Gaza, es que no llega a la población. No solamente por Hamás, también por cuestiones logísticas relacionadas con Naciones Unidas, que tiene miedo de que sus camiones pasen porque van a ser atacados, según ellos, o por Israel o por bandas armadas o por Hamás. De alguna manera, Israel intentó reemplazar a Naciones Unidas, que estaba muy próxima a Hamás en ciertos momentos por ejemplo de los colegios de la UNRWA, etc. e Israel intentó traer una alternativa, la Gaza Humanitarian Foundation, que son los norteamericanos que están en el centro y en el sur de Gaza.

Eso no tuvo éxito, es un éxito muy parcial y eso es un problema muy serio y muy grave que hay que resolver ayer. No hoy, ayer. Y que la comunidad internacional tiene que ayudar, y sobre todo el mundo árabe, y yo sé que ya está pasando en este momento. O sea, yo sé que países, sobre todo Emiratos, pero también Egipto, y sobre todo también Arabia Saudita, están con la mano ahora dentro de Gaza. Y Jordania... Jordania está enviando cantidades. Estuvimos en Amman viendo cómo cargan los Hércules con ayuda humanitaria uno detrás del otro, y hay otros países europeos también que se van a unir a esta campaña. Yo creo que es necesario resolver esta cuestión lo antes posible y no puede ser que la población civil de Gaza continúe padeciendo por responsabilidad de uno o de otro. Pero la responsabilidad es de todos aquí y hay que acabar con esta situación lo antes posible.

Ahora, la verdad que decir que se trata de un genocidio lo que ocurre en Gaza es también hacer una caricatura de la realidad. Porque un genocidio es lo que pasó a mis abuelos y bisabuelos en Europa hace 80 años, en la Segunda Guerra Mundial, en el holocausto, o lo que pasó en Ruanda con los Tutsi. Eso son genocidios. Es un intento de exterminar un pueblo de forma sistemática, un pueblo, una religión, una etnia. Eso es la definición de la palabra genocidio. Eso no es lo que ocurre en Gaza. En Gaza ocurre una tragedia con mayúscula, pero no un genocidio. Hay un intento de recuperar a los 50 rehenes que aún están en las manos de Hamás y la gente se olvida de que si Hamás hubiese devuelto en algún momento, incluso hace un año y medio, los rehenes que tenían en sus manos, la guerra se hubiese acabado.

Pero a Hamás no le importa mucho la población civil, la utiliza como un instrumento para sus fines políticos y para intentar conseguir sus objetivos y además su supervivencia política. Yo creo que están perdiendo la batalla porque cuando yo hablo con los países árabes, estuve en Ramalla, vuelvo a ir esta semana a Ramalla también a ver al liderazgo palestino, pero no solo quiero hablar también con gente en la calle y mi impresión es que ya Hamás cavó su propia tumba. La comunidad internacional, incluso los países que están en este momento reconociendo el Estado de Palestina, ponen una condición y es que Hamás sea desarmado y que Hamás no sea parte del futuro político, no pueda participar en las futuras elecciones palestinas. Yo creo que Hamás provocó todo esto con la barbarie del 7 de octubre y perdió su lugar en el futuro de la mesa en la que se va a delinear el nuevo Medio Oriente.

Has dicho que Israel es de los países con mayor cantidad de periodistas internacionales por metro cuadrado, desde hace mucho tiempo. En algún momento, la narrativa mediática era mucho más pro Israel o pro Occidente. Se tildaba sin dudarlo de terroristas a grupos como Al Qaeda, a Isis, al Hezbollah, incluso a Hamás. Sin embargo, recientemente Israel pasó a ser absolutamente diabólico para la opinión pública. ¿Por qué sucede eso?

Es un largo proceso en el que yo creo que hay involucrados intereses de todo tipo. Cuando digo intereses, son intereses económicos. Hay que entender que hay 2.000 millones de musulmanes en el mundo frente a 16 millones de judíos en el mundo, la mitad aquí, la mitad en la diáspora. 2.000 millones es mucha gente y tienes países como Qatar o como Irán que llevan a cabo una campaña para deslegitimar el Estado de Israel, pagada con miles de millones desde hace muchos años. Una campaña que se concentra en la inteligencia, en todo lo que es el sector más culto de las sociedades, en las universidades, en los medios de comunicación. Es una campaña muy financiada con mucho dinero, pero además hecha de forma muy profesional.

Yo recuerdo una conversación, el papa Francisco me llamó unos días después de la masacre. Y me dijo, "Enrique, te llamo para decirte que estoy muy cerca de ustedes, que ellos nos han devuelto 50 años atrás". Yo le dije, "sí, papa Francisco, abrieron las puertas del infierno. Pero yo sé lo que va a ocurrir. En un tiempo, la población civil va a pagar el precio de Gaza porque no puedes hacer la guerra en Gaza en un lugar tan denso de población en el que Hamás sabemos hace décadas se esconde dentro de la población". Yo recuerdo un chico abogado muy brillante, Mohammed, que encontré Melilla saltando una barrera de Marruecos. Melilla es una ciudad española en el norte de África y él quería, como muchos más, saltar la verja que separa Melilla de una ciudad marroquí que se llama Nador. Y él saltaba, ¿por qué? Porque quiere llegar a la Unión Europea y quiere ser refugiado. Estaba huyendo de Gaza. Me dijo dos veces que Hamás provocó la destrucción "de mi piso y de mi despacho de abogados porque colocaban en el salón de mi casa, en el décimo quinto piso, armas y misiles y lanzaban sobre Israel. Israel contestaba y se destruyó". "Mientras esté Hamás en Gaza", me dijo él hace cuatro años, "yo no volveré".

Y esta es la situación, la población es rehén de todo lo que hace Hamás. Y hay que acabar con esta situación lo antes posible. Y en este momento, si me preguntas, yo creo que tenemos que concentrarnos en pensar en el día después. Por más que haya un sector de la sociedad israelí a la que le ponen una lupa como si fueran la mayoría y son seis diputados, la extrema derecha israelí que está en la coalición, que permite que esta coalición de Benjamin Netanyahu sobreviva, pero que en las próximas elecciones tendrá 5%, 7% de apoyo en Israel, mucho menos que lo que ocurre en muchos países europeos con la extrema derecha, y sin embargo es presentada en el mundo como si ellos decidieran todo. Y es verdad que hay sectores entre ellos que su sueño sería colonizar Gaza como ocurrió hasta el 2005, cuando Israel abandonó Gaza y desmanteló asentamientos. 8.500 israelíes vivían allí, todas las bases militares que tenía en Gaza, no te olvides de esto. El 2005 fue muy importante, Israel salió de Gaza y no había hasta el 7 de octubre un judío dentro de Gaza. Ellos quisieran, este sector de extrema derecha, colonizar Gaza, pero son una minoría ínfima dentro de la sociedad israelí. La mayoría de los israelíes quieren irse a casa, hay chicos que están allí, jóvenes que están haciendo el servicio militar casi dos años dentro de Gaza, y lo mismo reservistas que abandonaron sus familias, que las ven una vez cada mes cuando salen, o tres semanas, que abandonaron sus trabajos. Israel quiere volver a la normalidad, pero no se puede permitir que otro 7 de octubre ocurra porque eso sería quizás un golpe mortal.

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Es cierto que Netanyahu ha declarado que no hay una política de matar de hambre a la población palestina en Gaza, sin embargo en julio de este año se escuchó a Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel, decir que los palestinos deben ser hechos pedazos, morir de hambre y no ser reanimados con ayuda humanitaria que les dé oxígeno. ¿Quién dice la verdad y quién miente?

Ben Gvir y su colega Bezalel Smotrich son dos payasos extremamente preocupantes y peligrosos por el contenido inflamado de todo lo que dicen y piensan. Yo creo que es un accidente de la historia política israelí que estos dos personajes sean parte de la coalición. Creo que hay otro problema más y es que en muchos países de occidente, incluso en Estados Unidos, se está demonizando a Netanyahu como si él fuese igual a Ben Gvir y eso no es verdad. Yo conozco a Netanyahu desde la conferencia de paz de Madrid, nunca fue santo de mi devoción, aunque creo que es uno de los estadistas más preparados del mundo en la actualidad, un hombre muy inteligente. Netanyahu quiere acabar con la situación en Gaza sin que Hamás tenga armas dentro de Gaza, que no es muy diferente de lo que quiere el mundo occidental y el mundo árabe, pero quiere luego continuar con un proceso negociador con Arabia Saudita. Su sueño es ser aquel que hace la paz con Arabia Saudita.

Yo sé que él tiene un contacto continuo con algunos países árabes, incluso con Siria. Hubo en Azerbaiyán la tercera reunión, o cuarta, entre un ministro destacado de Netanyahu y un ministro de exteriores sirio en Azerbaiyán y se están reuniendo para hablar de un futuro acuerdo entre Israel y Siria. Eso es algo impensable, pero la prensa internacional ignora esas cosas. O el hecho de que hay una coordinación hoy en día entre Israel y el presidente del Líbano, por ejemplo. La prensa internacional lo ignora y es Netanyahu que está por detrás de todo esto. Todo lo que deje de presentar Netanyahu como genocida es ignorado por parte de la prensa internacional y ese es un gravísimo error. Yo creo que Netanyahu es un republicano conservador al estilo norteamericano que creció en Estados Unidos, que es muy americanizado en ese sentido, que podría quizás ser presidente de Estados Unidos, pero vino a Israel porque por patriotismo a servir en el ejército, perdió a su hermano en una operación heroica de liberación de rehenes y quedó marcado para el resto de sus días con ese hecho. Es bueno no confundirlo, yo digo los políticos y los pañales, hay que reemplazarlos con frecuencia por los mismos motivos. Y Netanyahu está hace demasiado tiempo en el poder y llegó el momento de que con 75 años se vaya a casa a descansar y espero que eso ocurra en las próximas elecciones.

Hay algo contradictorio en la relación hoy de Israel con Naciones Unidas, teniendo en cuenta que es la misma organización que trazó la línea del territorio de Israel. Hoy ese vínculo parece mucho más turbio. ¿Cómo está funcionando ese vínculo en todos los frentes de Israel?

Creo que hay aquí una cuestión doble, no es solo Israel, es también la esencia de Naciones Unidas. Me parece que el modelo de Naciones Unidas, que antes era Liga de Naciones, está obsoleto. Yo creo que si la Asamblea General aprobase una resolución de ciertos países de que el mundo es cuadrado, habría mayoría automática, como ocurre muchas veces. No puede ser que Naciones Unidas haya condenado a Israel en los últimos diez años más veces que a todo el resto de países del mundo juntos. O sea, países como Rusia que han atacado en Ucrania, como sabemos, y que están provocando una guerra sangrienta que la opinión pública internacional se olvidó de ella. Países como Sudán, donde tuvieron lugar matanzas mucho más grandes que la de Gaza. Hablamos de 60.000 muertos, dice Hamás, que además es citado por la prensa internacional de forma automática, como si lo que ellos digan es verdad. Pero digamos que es verdad, de esos 30.000, la mitad son hombres de Hamás, vestidos de civiles- Y yo los vi, ellos luchan vestidos de civiles para, en caso de que sean muertos, sean contabilizados como civiles.

No puede ser que la ONU y la comunidad internacional y la prensa internacional tome estos datos sin analizarlos, sin ver qué hay por detrás, sin ver que es verdad que hay miles de personas que han muerto, que no tienen ninguna culpa, que son rehenes de Hamás. Pero también es verdad que muchos de estos muertos son gente que atacó el 7 de octubre, que es miembro de Hamás, que está en este momento escondido en los túneles guardando a 50 israelíes que están en sus manos. Israel tiene el derecho a la autodefensa. En Naciones Unidas, de forma casi automática, todo lo que haga y diga Israel es inmediatamente algo condenable. Yo me acuerdo de la declaración del secretario general de Naciones Unidas, días después de la mayor masacre terrorista de la historia, diciendo que condenó lo ocurrido el 7 de octubre, pero... ya en ese momento tuvo que poner un "pero". No puede ser. Naciones Unidas tiene que tener un papel mediador, tiene que intentar aproximar a las dos partes. Tiene que defender a aquellos que quieren la vida y que no santifican la muerte.

La Liga Árabe, que son hoy en día 22 países, y la Unión Europea, que son 27, y que es muy crítica hacia Israel, a veces con razón, otras veces no. Ambos consideran Hamás una organización terrorista. Entonces, el que Naciones Unidas de alguna manera ignore este hecho, de que se trata de una organización que quiere eliminar a otro de los miembros de Naciones Unidas, me parece que es impensable. Y creo que Naciones Unidas, con esta política tan parcial hacia Israel, lo que hizo fue sacarse a sí misma de la mesa. Un poco en otras palabras, lo que le ocurrió a Hamás. Sacarse de la mesa en la que ahora, en los próximos meses, se va a delinear el futuro de esta región. Y es una pena. Yo creo que Naciones Unidas tiene que tener un papel, pero tiene que reformarse también sus estructuras de forma a ser más equilibrada en todo lo que hace.

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