Por Virginia Coubrough y Jerónimo López de la Universidad de la República (Udelar)
Durante 2021, mientras el mundo atravesaba las distintas olas de la pandemia de covid-19, estudiantes de la Universidad de la República (Udelar) desarrollaron una investigación sobre los numerosos eventos sísmicos que tuvieron lugar en la Base Antártica Uruguaya, en el marco de un Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil (PAIE). El área de estudio fue el espacio submarino frente a la Isla Rey Jorge del archipiélago de las Islas Shetland del Sur, en la periferia del continente antártico. La investigación, a cargo de los estudiantes Agustín Chanes, Facundo Plenc, Micaela Ferreiro y Marcos Sequeira, contó con la orientación académica de las docentes y especialistas en geología Leda Sánchez y Judith Loureiro, ambas integrantes del Observatorio Geofísico del Uruguay (OGU).
Si bien la actividad sísmica en la zona ya era conocida por estudios previos, el objetivo de la investigación fue la parametrización de los eventos sísmicos registrados durante octubre de 2020 por el sismógrafo AM.R4DE2, que se había instalado en agosto, poco tiempo antes, en la base antártica uruguaya. Para hacerlo se descargaron los datos del servidor de Raspberry Shake, una red internacional de sismógrafos de acceso público, y se utilizó el software de visualización interactiva de señales sísmicas SeisGram2K para analizar características tales como la magnitud local, distancia epicentral, profundidad y localización de cada evento.
En el correr de octubre se registraron más de 4.200 eventos sísmicos localizados en un área cercana a la base uruguaya en la Antártida. Aunque la mayoría de ellos fueron imperceptibles a los sentidos y a la percepción humana, algunos de los movimientos alcanzaron una magnitud relevante: 55 de estos eventos llegaron a los 5 grados en una escala de magnitud local. Esta gran cantidad de eventos, con un promedio de 136 sismos diarios, llamó la atención de los investigadores. En este sentido, el estudiante universitario y referente de la investigación, Agustín Chanes, explicó que los episodios se dieron en el contexto del evento geológico que se denomina “enjambre sísmico”, lo que implica “una sucesión de muchos eventos en poco tiempo”.
Sin embargo, lo más llamativo para el equipo investigador fue un descubrimiento al que arribaron: los eventos de grado 5 se desarrollaron en una zona que no se correspondía con ninguna falla geológica registrada anteriormente. Tal como lo muestra el informe final y las fotografías satelitales producidas durante la investigación, la mayoría de los más de 4.200 sismos ocurrieron sobre una estructura que no estaba definida en los antecedentes y que fue denominada por los investigadores como “Falla Orca”. Esta falla geológica detectada mediante el análisis de las imágenes y datos relevados se encuentra al sureste de la isla, en dirección N30°, a tan solo 20 kilómetros de la base y a unos 20 kilómetros de profundidad, muy próxima a la previamente conocida “Falla Artigas”.
En este contexto geológico, en millones de años la cuenca podría transformarse en un nuevo océano. Según Chanes, el Océano Atlántico en algún momento se originó de esta manera, cuando “la tierra empezó a separarse, a formar una cuenca, hasta que finalmente se terminó de partir y generó una cordillera con formación de nueva corteza”. En ese sentido, uno de los desafíos de esta rama de la ciencia es la magnitud del tiempo geológico: “Es muy amplio, para una persona que vive 100 años es muy difícil pensar en millones de años”, explica Chanes. Desde esta perspectiva, otro desafío del abordaje tiene que ver con las escalas de los objetos de estudio, cuyo tamaño en comparación con la escala humana es mucho más grande.
A través de la geofísica se busca explicar los fenómenos de la Tierra y, para el investigador, “puede estudiar volcanes, acuíferos, desiertos, terremotos y casi cualquier cosa”. La relevancia social y científica de esta investigación radica en que el contexto geológico es el ideal para estudiar la transición entre una cuenca y un océano, de manera que, con el pasar de los años, podría acumularse conocimiento científico y en el futuro evaluarse en retrospectiva. Los eventos sísmicos con las características de los que se registraron en la Antártida representan el origen y la conformación misma de los océanos, así como las transiciones entre los continentes. Además, según Chanes, con este conocimiento se busca avanzar en “una red sísmica nacional” para que la afirmación de que somos un país asísmico sea irrefutablemente “en base a datos” y no una mera percepción, al mismo tiempo que se incremente la preparación de cara a fenómenos de este tipo.
La geóloga y docente de la Udelar, Leda Sánchez, explicó que la estación sigue funcionando y recopila datos de forma constante. En este sentido, comentó que en abril ocurrió un evento sísmico de relevancia y se contactó con el personal de la base, quienes le manifestaron que también percibieron el sismo. También indicó que el sismógrafo y los datos recopilados están disponibles para los estudiantes que deseen acercarse, así como para el desarrollo de futuras investigaciones geológicas, aunque el espectro de estudiantes de geología con interés en la sismología no es muy amplio. Sánchez señaló que Uruguay cuenta con una red de sismógrafos que cubre gran parte del territorio nacional aunque no todos son Raspberry Shake y, por lo tanto, no forman parte de la red.