Opinión > COLUMNA/ EDUARDO ESPINA

Música más eterna que nosotros

Con los Beatles y Ed Sheeran, Yesterday tiene todo para entretener en grande
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18 de mayo de 2019 a las 05:01

En lo que va del siglo ha habido varios filmes biográficos exitosos sobre estrellas musicales. En la lista que viene a la memoria figuran: Ray (2004), sobre Ray Charles; Walk the Line (Johnny y June: pasión y locura, 2005), sobre Johnny Cash; Get on Up (I Feel Good, 2014), sobre James Brown, y la reciente Bohemian Rhapsody (2018), sobre Freddie Mercury y Queen. A fines de este mes llegará a pantallas Rocketman, filme que recrea la vida y carrera de Elton John. También este año se verá otra película que aunque no está basada en la vida de ningún músico, puede considerarse biografía de algunas de las mejores canciones pop de la historia, de esas que han pasado a ser patrimonio de la humanidad.

Se estrena en cines el próximo 28 de junio una película que ha copado en las últimas semanas las redes sociales y que ha atrapado por anticipado la atención del sector de público más pretendido por los grandes estudios cinematográficos, el de los llamados millennials (generación Y o del milenio). La taquilla dirá en su debido momento si las esperanzas de los productores coinciden con la voluntad de los espectadores. Tal vez el gran desafío que tiene el filme en camino será atraer a un público masivo con un actor desconocido. Pero quizá también ahí puede ser favorecido por la dinámica que caracteriza a la propuesta: lo importante no son los personajes, sino la música.

La promocionada película se llama Yesterday, y es una comedia romántica a cargo de Danny Boyle, director entre otros de Tumba al ras de la tierra (notable filme debut que reseñé en este diario en 1995), Trainspotting, Sunshine: alerta solar y Slumdog Millionaire (¿Quién quiere ser millonario?), ganadora de ocho premios Oscar, entre ellos, mejor película y mejor director. Yesterday cuenta no solo con un director talentoso, que sabe imponer un estilo cuando tiene un buen libreto a disposición, sino también con el mejor guionista de comedias románticas de los últimos tiempos, Richard Curtis, quien escribió los libretos de Cuatro bodas y un funeral (1994), Un lugar llamado Notting Hill (1999), El diario de Bridget Jones (2001), y Love Actually (Realmente amor, 2003), entre otros filmes exitosos que tuvieron a su original mirada de las cosas diarias y de las relaciones humanas como usina de escenas memorables.

Curtis, que parece venido de la escuela de su compatriota George Bernard Shaw por la mordacidad de los comentarios que impone a los diálogos, se hace una panzada con la idea motora de Yesterday. La premisa central del argumento es simplona sin dejar de ser original, eso sobre todo; es una genial ocurrencia. La historia es la de un cantautor profesional, un músico de 27 años de edad, de origen indio, quien por 10 años ha intentado infructuosamente tener éxito, pero cada vez que se presenta en público, en diminutos escenarios, poca gente se acerca a verlo. Tal como una escena lo revela, el puñado de espectadores que asiste a sus conciertos está ahí porque no tienen otro lugar adonde ir. Escenas en apariencia menores buscan mostrar en sus detalles lo difícil que es triunfar en el mundo de la música, considerando que todo el público es experto, no en vano, el filme está plagado de comentarios que representan al “ciudadano común”. 

En determinado momento, sin que las explicaciones nunca lleguen (hay un propósito intencional para que el realismo fracase y se llegue al colmo de lo inverosímil), por 12 segundos hay un apagón en todo el mundo. Durante esa escena, propia de un filme posapocalíptico, Jack Malik (así se llama el personaje interpretado por Himesh Patel) es atropellado por un ómnibus. Despierta en un hospital sin saber lo que le ocurrió. Está bien, pero ha perdido dos dientes. Sin embargo, algo fenomenal sucede durante el tiempo en que ha estado en el hospital. Despierta en un mundo cambiado, en el cual la gente no sabe quiénes son los Beatles. Estos ni siquiera aparecen en Google. Tampoco aparece otro de sus grupos favoritos, Oasis, no obstante, aparecen los Rolling Stones, y todo el mundo sabe de la existencia de Coldplay. 

En esa disparatada realidad faltan los Beatles, y también Coca-Cola, aunque hay Pepsi. ¿Cómo interpretar el comentario? Cuando vean el filme me dicen. Otra de las preguntas que viene a colación es esta: ¿qué pasaría en el mundo si solo un individuo, uno solo, recordara algo importante que sucedió en la historia, sea la música de los Beatles o de Mozart? Como en Fahrenheit 451 y El libro de los secretos, en las que los individuos debían memorizar libros que habían “desaparecido”, quizá algún día habrá quienes tengan como misión recordar las grandes canciones que los seres humanos han escrito y que cada vez menos gente recuerda.

Yesterday no hace especulaciones futuristas, porque ese no es su plan. Va por otro camino. Al ver semejante oportunidad, al ver que el mundo se está privando de algo enorme, Malik comienza a cantar todas las canciones de los Beatles como si fueran suyas. No solo las de McCartney-Lennon, también las de George Harrison. Devenido por las circunstancias en telonero de Ed Sheeran, se acuerda de memoria de casi todos los temas del grupo. Y no solo eso. En una escena hilarante, James Corden lo entrevista en su popular programa televisivo The Late Late Show with James Corden, que se emite por la cadena CBS y le pregunta si puede componer “algo” in situ, ahí mismo, y Malik se pone a cantar Algo (Something, escrita por Harrison). La sátira al mundo de la música y de la televisión está ahí, para ser leída a las primeras de cambio.

Liviana sin dejar de ser inteligente (incluso cuando algunos comentarios rozan lo obvio), Yesterday consigue algo extraño en el cine de hoy. Aunque no le faltan clichés fácilmente detectables, tiene asimismo notables momentos impredecibles, cargados del mismo humor inteligente que caracteriza a los guiones de Curtis. También aquí hay una cantidad de chistes conectados con el mundo de la cultura pop. El filme es en cierta manera un homenaje a grupos que tienen una deuda creativa con los Beatles, como Coldplay y Oasis, dos de los grupos pop más exitosos en tiempos posbeatlemanía.

La premisa triunfal deja en claro una cosa: una película que es un homenaje a la música de los Beatles no puede ser nunca mala, aunque caiga en situaciones complacientes destinadas al público masivo, que paga la entrada para olvidarse de los problemas de la semana y entretenerse con una realidad que no lo haga pensar en la realidad real. Cumpliendo con creces ese propósito, Yesterday entretiene sin caer en la chabacanería, y sin extenderse en escenas innecesarias.

Como en todas las películas por donde pasó la mano de Richard Curtis, también esta tiene una extraordinaria banda de sonido, y varios comentarios sobre la condición humana, algunos de los cuales pueden considerarse moralejas con más de una interpretación. La idea de fondo tiene varias lecturas: 1) los bienes culturales innovadores, en el género artístico que sea, trascienden la época en que fueron producidos; así pues, cualquiera, aunque nunca haya oído una canción de los Beatles, puede reconocer inmediatamente la genialidad que hay en ellas; 2) aunque uno de los personajes diga en determinado momento que una de las canciones que canta Malik no es tan buena como Fix You, de ColdPlay, si los Beatles fueran hoy en día un cuarteto de jóvenes que recién se inicia, sería el más popular del planeta. El paso del tiempo no ha hecho mella en su prodigioso repertorio.

Yesterday es una película sobre las canciones de los Beatles, las cuales han esperado por mucho tiempo para estar en una película que las honre con la veneración que merecen. ¿Cómo sería despertarse en un mundo sin la música de los Beatles y sin Coca-Cola? Sin esta, no habría problemas. Sin la música de los otros, sería un mundo incompleto, al que le falta belleza y genialidad. Tan cerca espiritualmente de esa música nos sentimos que resulta imposible concebir al mundo sin los Beatles. Una y otra vez el filme insiste en eso, como también en la magnífica conjetura respecto a cómo reaccionamos con las cosas geniales que nunca antes habíamos oído y que, sin embargo, quizá ya estén en el mundo desde hace mucho. La ignorancia no hace más feliz al ser humano. Un mundo en el cual los Beatles nunca existieron lleva a suponer también que un mundo con semejante carencia podría ser reemplazado fácilmente por otro, uno de ficción que pronto se convierte en el único verdadero.

Como es su estilo, Curtis evita hacer comentarios que apelen a la nostalgia. Sin embargo, de elegante manera, destaca que en algunas cosas, que son unas cuantas, el mundo de antes era mejor y más innovador que el de hoy en día, por más que Ed Sheeran, interpretándose a sí mismo, le sugiera al cantante convertido en estrella que diga “Hey, Dude”, en lugar de “Hey, Jude”. Karaoke en donde canta el alma, Yesterday cuenta una historia diferente. Deja en claro, sin necesidad de decirlo, que una película sobre un mundo sin la música de los Beatles sería una sobre un mundo de horror. 

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