Nacional > Entrevista a la directora técnica del hospital

“Con el nuevo Código del Proceso, el Vilardebó colapsó a nivel judicial”

La psiquiatra Paula Sarkissian dijo que la superpoblación y el hacinamiento crecieron ya que la Justicia tiene más potestades para enviarles pacientes
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07 de enero de 2019 a las 05:00

ASSE informó el 11 de diciembre de la muerte por incineración de un paciente del Hospital Vilardebó. El fuego lo había provocado uno de los internos, que estaba encerrado —por voluntad propia, según la versión oficial— en un cuarto fuerte de la sala 11, donde están los pacientes judiciales. Un equipo del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura de la INDDHH había manifestado en julio su "preocupación" por "la sobrepoblación y hacinamiento en los cuartos" de esa sala, luego de una visita de control. 

Esa sobrepoblación y ese hacinamiento se han visto empeorados por el nuevo Código del Proceso Penal que supuso un "cambio de golpe en todo el sistema", dijo en entrevista con El Observador la directora técnica del Hospital Vilardebó, Paula Sarkissian. Psiquiatra forense especializada en medicina legal, Sarkissian también integró el equipo de Internación de Portal Amarillo y dirigió el área Salud en cárceles, y opinó que "el espíritu" de la Ley de Salud Mental "no es lo que queda totalmente plasmado" al regularla.  

¿Cómo cambió el perfil de quienes se internan en el Hospital Vilardebó?
Voy a arrancar a hablar desde la crisis de 2002: aparece la crisis, aparece la pasta base, aparecen delitos relacionados con los trastornos por consumo de sustancia. Ese perfil de paciente empieza a venir derivado por el sistema judicial. El consumo de sustancias lleva a que estas personas sean disfuncionales en su casa, en la sociedad, lo que los lleva a cometer delitos o a tener conflictos con la ley. Entonces empezamos a ver mayor cantidad de personas en la calle, lo que lleva a que aumenten su violencia. Entonces, cambia el perfil de la población. También quién los manda. 

¿Quién los manda?
Muchos de los pacientes son derivados por la Justicia, vienen de los juzgados especializados de Familia, que se ocupan de los trastornos por consumo de sustancia, por ejemplo. A partir de 2017, con la implementación del nuevo Código del Proceso Penal, un paciente derivado de la Justicia puede ingresar desde dos órbitas: Juzgado especializado de Familia o Juzgado Penal. Estamos en constante cambio, es un momento de coyuntura: cambia la cantidad de jueces que tienen la potestad de dar ingreso a pacientes y a la vez se introduce la nueva Ley de Salud Mental. 

Desde que por ley se dispuso el cierre de las colonias, ¿están llegando más pacientes al Vilardebó?
Están llegando muchos pacientes que se descompensan, por ejemplo, de Ceremos (ex Colonias Etchepare y Santín Carlos Rossi). A nosotros se nos dificulta el egreso de esos pacientes cuando quedan compensados, porque a Ceremos no pueden volver. Son pacientes que ingresaron hace 10 años, que no tienen familia y necesitan supervisión. ¿A dónde van cuando les dan alta? (Levanta ambas manos para indicar que dos cosas están por separado): Interpretaciones de la ley, la realidad: ese es el problema. 

¿A qué se refiere?
Las leyes tienen un espíritu y tienen un cuerpo de lectura, pero a veces el espíritu no es lo que queda totalmente plasmado. El espíritu (de la Ley de Salud Mental) es “no institucionalicemos a más nadie”. ¿Cómo se pone eso en práctica, a dónde los mandamos?: A casas de medio camino, a casas asistidas. El problema es que la ley se hace, pero la aplicación y la interpretación es otra, y la realidad es otra. Entonces, siguen viniendo pacientes, pero no los podemos sacar. Y eso nos pasa también a nivel social con los pacientes que vienen de situación de calle: buscás familiares o una red de contención y no hay. El Mides trabaja un montón en ese tema, muchas ONG también, pero no dan abasto. Me estoy metiendo en una cancha que no es mía, pero uno no puede pedirle al Mides que se haga cargo cuando no dan abasto con los refugios, que no están diseñados para recibir a tantas personas. 

¿Cree que la reducción de las medidas asilares es lo que necesita ese Uruguay que describe?

Sí, si no nos ponemos ese desafío estamos en la misma. En 1986 se creó el plan de salud mental que buscaba reducir lo asilar: esto no es una gran novedad. No debe existir más, aunque sea más fácil abrir lugares donde poner a las personas para no sacarlas más.

¿Qué se está haciendo para que la Ley de Salud Mental se pueda plasmar en la realidad? 

No estamos hablando del cierre del hospital, estamos hablando de desagotar, porque pacientes agudos siempre van a existir. La idea es que no sean asistidos solo en un lugar como este, se están buscando casas de medio camino, se están buscando egresos. 

Pero no se ha comunicado mucho qué es lo que se está haciendo; hay cierto secretismo, no se sabe qué va a pasar

ASSE está trabajando en implementar de forma correcta una ley que fue votada por unanimidad y que fue pensada por un grupo multidisciplinario. Falta reglamentar esa ley. Por ejemplo, se dice que Ceremos no aceptará más pacientes y que el Vilardebó seguirá funcionando. A veces colapsado, es cierto, porque el Vilardebó es un cuello de botella: recae todo sobre él. ASSE está trabajando en el fortalecimiento de las casas de medio camino en la periferia y en los equipos de salud mental en las policlínicas, para que algunos pacientes puedan ser asistidos sin tener que ser internados en el Vilardebó. 

¿Y está sirviendo esa estrategia por ahora?

No, ahora tenemos muy pocos equipos. En este hospital nos faltan técnicos, no es que no haya vacantes. Se está tratando de fortalecer eso. 

¿Cómo se está haciendo?

Con las estrategias que tiene ASSE central. Si vos tenés lugares fuertes en la periferia, se va a desagotar el hospital. Además el sistema de salud mental tiene dispuesta la apertura de una cantidad de plazas en determinados hospitales generales, y eso también desagotaría. 

¿Cuántos pacientes hay internados ahora? 

Tenemos alrededor de 340 plazas y el 98% están ocupadas. 

¿Y cómo hacen para que no colapse el hospital cuando esas plazas se llenan?

Por momentos se colapsa, más que nada cuando vienen de la Justicia y la Justicia no los saca. Pero los saque o no la Justicia, no viene por ese tema. Esta es una opinión a título personal: viene porque el sistema judicial también tiene más demanda y tiene que dar mayor respuesta a la sociedad. Alguien que es enviado por el sistema judicial sí o sí debe ingresar. ¿Pero a dónde, si no hay cama? Lo que se hace de forma constante es: estrategia, estrategia, estrategia. 

¿Cuáles estrategias?

Le llamamos el concepto de “cama caliente”: damos un alta e ingresa otra, damos un alta e ingresa otra. Se hacen internaciones domiciliarias, pero a veces no damos abasto porque no tenemos técnicos.

Pero si eso es algo que no se puede hacer con los pacientes judiciales porque sí o sí deben estar internados, ¿en cierta forma van “desbancando” a los pacientes regulares?

Si un paciente tiene una patología psiquiátrica aguda que amerite internación, ningún judicial puede desbancar a nadie. Pero eso va en la responsabilidad y la ética del técnico. Pueden ser enviados determinados pacientes, pero si uno llama al juez… Yo nunca tuve mala disposición de un juez, y no por ser médico legista: lo digo porque es la realidad. Tenemos una mesa de diálogo donde estamos trabajando los criterios de ingreso y egreso, porque esto colapsó también a nivel judicial. Lo ves a nivel público: al cambiar el sistema, los fiscales quedaron desbordados de cantidad de trabajo. Entonces, cuando vos cambiás todo el sistema de golpe, se complica hasta poder armonizarlo. ¿Tu pregunta es si los judiciales “desplazan” a los otros pacientes? 

Sí, y también si dar el alta está siendo usado como medida paliativa a ese desborde

No, nosotros no damos de alta. Si yo tengo a un paciente psicótico agudo descompensado y viene un paciente judicial, yo nunca lo voy a sacar para poner a un judicial. 

¿Pero sí a alguien que tiene un trastorno más leve?

No. Si amerita estar internado, va a estar internado. La pregunta es dónde está internado y qué solución le vamos a dar. Hay ciertos pacientes judiciales que tienen que estar en determinados lugares. A los otros les vamos a tratar de dar alternativas desde el punto de vista de recuperación social y desde la salud mental. Un paciente judicial paradigmático: situación de calle, trastorno por consumo de sustancias, quiere robarle a la madre, la madre le pone una denuncia, y además del trastorno tiene una medida de restricción y está mandado por el juez de Familia. ¿A dónde podemos mandar ese paciente? ¿Lo podemos mandar a una cama en un hospital privado, como a veces tenemos que hacer cuando colapsamos? No. Si vos tenés a un paciente psicótico y a un paciente judicial, el paciente judicial queda acá y el psicótico va a la clínica contratada, e igual está recibiendo asistencia. No sacamos a uno para poner a otro, pero ha aumentado muchísimo la población, muchísimo. Y antes de la nueva ley, de los cuatro pacientes judiciales promedio que enviaban, dos venían con orden de internación. A fines de junio, eso me hizo proyectar con números que en diciembre tendría que crear un hospital nuevo. Se hizo una nota al MSP, ASSE se reunió con el Poder Judicial para plantear la situación y en forma inmediata, a los 15 días, exhortaron a dar las altas cuando nosotros lo solicitáramos. 

 

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