Raúl Martínez / EFE

¿Es muy temprano para hablar de candidaturas?

La carrera electoral comenzó al otro día del balotaje de 2019, aunque siempre la oposición tiene la ventaja de concentrar trabajo político en su campaña, mientras el oficialismo debe conjugar las dos cosas, el plan electoral y la entrega total al éxito de su gobierno

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15 de mayo de 2021 a las 05:02

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Es recurrente la expresión de “no es tiempo para hablar de candidaturas” como forma de zafar de respuestas incómodas o para eludir pronunciamientos públicos, pero lo cierto es que nunca es temprano para ello, y sí puede ser tarde.

Lo inconveniente puede ser la exposición sin cobertura, “saltar sin red”, pero el repaso de la historia electoral muestra que inevitablemente, cada vez que se cierra un período electoral, se abre otro.

Julio María Sanguinetti construyó su candidatura de 1984 mientras tejía el entramado complejo de la transición de dictadura a democracia, mucho antes de llegar a las urnas.

Luis Alberto Lacalle se puso a dibujar en un papel, la noche de la elección del ´84, el esquema de su plan para 1989.

Sanguinetti volvió a trabajar de inmediato y buscó la alianza con Batalla y una nueva formulación, lo que no se hacía en medio de la campaña propiamente dicha, sino mucho, mucho antes.

Para el nuevo siglo, Batlle, Jorge Batlle, el que se había preparado toda la vida para el mando presidencial, no iba a esperar que dijeran “largaron” para meterse en carrera. Estaba en gateras desde siempre.

Tabaré Vázquez ideó una campaña de largo aliento; y triunfó en 2004 con holgura.

José Muijca venía en campaña, siguió, ganó en 2009, fue presidente y siguió de largo; siempre en campaña. Porque todo lo que hace es política.

Vázquez se quedó esperando, porque sabía que dependían de él, y para 2014 volvió cuando quiso y no cuando le dijeron que debía o que se podía.

Luis Lacalle Pou tuvo una estrategia diseñada en almanaques que marcaban qué hacer cada día desde 2020 hasta 2024.

¿Quién dijo que las candidaturas se dejan para el último año?

Repasemos este ciclo reciente.

 

1989

El primer período de la nueva democracia comenzó con algunas figuras en proyección presidencial: Jorge Batlle, Enrique Tarigo y Jorge Pacheco Areco por los colorados; Wilson Ferreira Aldunate y -en silencio- Luis Lacalle de Herrera por los blancos.

Tarigo era el vicepresidente y Batlle el primer senador colorado, pero además líder histórico de la Lista 15 que dominaba el partido. Pacheco lideraba la minoría, la expresión de derecha colorada.

Ferreira no había podido postularse en 1984, por haber estado preso y proscripto por la dictadura y emergía como la alternativa

La izquierda tenía a Líber Seregni como líder y símbolo, pero el senador Hugo Batalla había salido fortalecido de las elecciones, y su sector -el Movimiento por el Gobierno del Pueblo- se convertía en partido y expresaba pretensiones  

El Frente Amplio no aceptaría un acuerdo de dos fórmulas presidenciales y Batalla sería candidato por los dos partidos que abandonaron la coalición de izquierda, el PGP-99 y el PDC, que se asociaría con la Unión Cívica en el Nuevo Espacio

 

1994.

Para la siguiente elección parecía claro cómo iría la oposición, pero no el oficialismo; Sanguinetti por la vuelta, Batlle por una nueva oportunidad y Pacheco, asumido sin chance, por apoyar al partido

Entre los blancos, la principal figura estaba en el sillón presidencial y el sector nacionalista mayoritario seguía siendo el Herrerismo y sus aliados, por lo que la duda estaba en cuál sería el delfín oficialista.

Lacalle identificó tres precandidatos: su ministro del Interior, Juan Andrés Ramírez, su ministro de Transporte, Juan Carlos Raffo y presidente de UTE, Alberto Volonté; y cuando se inclinó por Ramírez, Volonté se largó por cuenta propia y puso “Manos a la Obra”.

Por la izquierda, Tabaré Vázquez venía de ganar la IMM en 1989 y armaba el Encuentro Progresista, una especie de Frente reforzado.

 

1989.

Hacia la primera elección con balotaje, las dudas en el oficialismo eran si el presidente lograría imponer a su delfín, Luis Hierro López, o si Jorge Batlle lograría esta vez la meta principal. Si había algo en lo que sentía cómodo el ícono quincista era en una interna y sobre eso acumulaba experiencia desde 1965.

Entre los blancos, volvía Luis Alberto Lacalle (Herrerismo y Por la Patria) y enfrentaría a una dispersión de candidatos: Juan Andrés Ramírez (Desafío Nacional y Nueva Fuerza Nacional (futura Alianza Nacional), Alberto Volonté (Manos a la Obra), Álvaro Ramos (Propuesta Nacional) y Alem García (Todo por el Pueblo).

Por la izquierda era previsible la postulación de Tabaré, pero esta vez Danilo Astori se probaría en suerte y perdería frente al ex intendente.

 

2004

El oficialismo con incertidumbre, golpeado por la múltiple crisis económica, derivaría en un candidato de buena imagen ante la gente pero sin respaldo popular.

Entre los blancos la campaña había comenzado temprano, al menos en lo estratégico, con Jorge Larrañaga y su Alianza Nacional frente a un nuevo intento de Lacalle.

La campaña de Vázquez seguía de largo y llevaría al Frente al gobierno.

 

2009

En el oficialismo, ahora de izquierda y con Tabaré sin reelección, Astori emergía como el preferido del presidente, pero José “Pepe” Mujica mostró en el verano de 2008 que iba a ser precandidato. En los hechos y aunque hubo otros postulantes frentistas, Danilo y Pepe venían en postura de candidatos desde el comienzo del período.

Los colorados, con las elección de Montevideo de 2005, hallaron en Pedro Bordaberry el presidenciable para 2009 y eso se vio venir años antes de ir a las urnas.

Por los blancos, también era previsible la revancha entre Lacalle y Larrañaga.

 

2014

Con Mujica presidente, la expectativa estaba en la vuelta de Tabaré y éste se hizo valer para que lo esperaran y le reclamaran ser otra vez el abanderado, lo que formalmente aceptó en el invierno de 2013.

Por los colorados estaba claro que el principal postulante sería nuevamente Pedro, mientras que entre los blancos, el paso al costado de Lacalle abrió interrogantes. Luis Alberto Heber y Ana Lía Piñeyrúa aparecieron como potenciales precandidatos; también Jose Carlos Cardoso y Carmelo Vidalín, mientras que a fines de 2012, Luis Lacalle Pou se metió en la carrera. Adelantaba su plan 2019 para ir a una interna con el favorito Larrañaga, al que sorprendería con una victoria.

 

2019

Cinco años antes de la elección de 2019, había un consenso general de que la elección se definiría entre el candidato oficialista -Raúl Sendic o Daniel Martínez- y el principal opositor: Lacalle Pou.

La derrota colorada mostraba que Bordaberry perdía ganas de insistir, mientras que quienes conocían a Talvi sabían que preparaba su maratón de cinco años.

O sea, todos los que tenían que estar, estaban en carrera. La elección terminaría con sorpresas como las de Julio María Sanguinetti o Guido Manini, pero nadie puede poner en duda que las campañas fueron de cinco años.

 

2024

Faltan dos años y medio para que se definan las precandidaturas de cada partido, allá por noviembre de 2023, y se muestren, porque si no lo hacen, la falta de conocimiento destruirá las ambiciones políticas.

No es tiempo de “hablar” de candidaturas, pero sí es tiempo de trabajar en ello. Pero hay una diferencia apreciable entre oficialismo y oposición, siempre, porque el que está fuera de gobierno tiene todo el tiempo para planificar y ejecutar su estrategia, sin otra distracción. Y el que es parte del gobierno debe cuidar por encima de todo la gestión, porque, aunque haga una linda carrera, el fracaso de los suyos liquida sus chances.

En la oposición, esta vez en el Frente, ya “largaron”. 

En el oficialismo, cada uno hará su plan, pero con una premisa: no hay 2024 sin 2021. 

 

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