Los fotógrafos de prensa siempre tenemos la sensación de estar protegidos. Como periodistas somos mediadores entre la realidad y los lectores-espectadores. Destilamos la información a través de nuestro ojo pero en general, separamos nuestra vida personal de la acción documental de la noticia. Puertas afuera de nuestras casas nos sentimos, de algún modo protegidos de esa realidad exterior por ese artefacto que ponemos como filtro, nuestra cámara. Así pasamos en pocas horas del drama de un accidente con víctimas mortales a una entrevista con un embajador y de ahí a una empresa de creación de software y terminamos nuestra jornada en un frigorífico.
Puertas adentro, en nuestra vida personal tomamos fotos en general anodinas, exentas de dramatismo. Documentamos el crecimiento de nuestros hijos, las vacaciones en familia, el viaje esperado.
Raramente los dramas personales son recordados por los reporteros gráficos en imágenes.
Tal vez por todo esto un trabajo del fotógrafo norteamericano Angelo Merendino me pegó tan fuerte. Es una crónica en imágenes del calvario que pasó su esposa Jennifer golpeada por un cáncer, que va de la felicidad de la pareja hasta la muerte de ella en un viaje en imágenes, conmovedor por su contenido documental pero que Merendino tal vez no pudiendo contener su ojo, lo carga con un sentido estético impresionante.
Jennifer fue diagnosticada de cáncer de mama a los cinco meses de estar casados y la pelea duró cinco años. Las fotografías en un principio fueron tomadas solo para ser mostradas a la familia pero Jennifer antes de morir le pidió a su esposo que las compartiera. Angelo las publicó en Facebook y en la página “My Wife’s Fight With Breast Cancer” para que el resto del mundo pudiera entender el cáncer y compartir algunos de los momentos que vivió en ese período con la mujer amada.
“Mis fotografías muestran la vida cotidiana. Ellas humanizan el rostro de cáncer, en la cara de mi esposa. Muestran el reto, la dificultad, el miedo, la tristeza y la soledad que enfrentamos, que Jennifer enfrentó, mientras luchaba con esta enfermedad. Pero lo más importante de todo, mostrar nuestro amor" dice Merendino. Y agrega "Lamentablemente, la mayoría de la gente no quiere escuchar estas realidades y en cierto punto sentimos nuestro apoyo desvaneciendo. Otros sobrevivientes de cáncer comparten esta pérdida. La gente asume que el tratamiento te hace mejor, que las cosas se hacen bien, que la vida vuelve a la “normalidad”. Sin embargo, no existe una persona normal con cáncer en la tierra. Los sobrevivientes de cáncer tienen que definir un nuevo sentido de la normalidad, con frecuencia diaria. ¿Y cómo pueden los demás comprender lo que teníamos que vivir todos los días?".
Gracias a M. Decaux.
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