Alex Edelman / AFP

¿Muerto el rey? ¿Viva el rey?

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01 de febrero de 2021 a las 05:03

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El trumpismo no es una monarquía con líneas sucesorias claramente definidas. No solo eso, sino que el fin de la presidencia de Donald Trump deja al Partido Republicano profundamente dividido. Por un lado están los que aspiran a heredar su innegable popularidad dentro de grandes sectores del electorado. Por otro, los que desean que Trump simplemente desaparezca. De alguno de estos dos grupos surgirá el candidato republicano para las elecciones presidenciales de 2024.

Existen al menos tres escenarios bajo los cuales el propio Trump no sería ese candidato. El primero es que el Senado lo declare culpable en el juicio político (impeachement) que se está llevando a cabo. Con 50 senadores por partido, harían falta 17 republicanos que voten en contra de él para llegar a los dos tercios necesarios para ese veredicto. De ser declarado culpable no podría postularse para las próximas elecciones. Por el momento todo parece indicar que este resultado es remoto. El segundo es que la combinación de su avanzada edad y los problemas financieros y legales que deberá afrontar no le dejen la suficiente energía para una nueva campaña presidencial. El tercero es que su ego no le permita contemplar la posibilidad de sufrir una nueva derrota electoral.

Si finalmente no es él mismo, Trump igual mantendrá una importante influencia en la selección del próximo candidato republicano. Un alto porcentaje de los más de 74 millones que lo votaron son fanáticos trumpistas. Más del 70% de esos votantes creen que hubo fraude y que la elección la ganó Trump. Esto explica la posición de Ted Cruz y Josh Hawley, los dos senadores que lideraron la objeción a la confirmación de Joe Biden en el Congreso, y que constituyó un factor importante en el proceso que degeneró en los tumultos que culminaron con el ataque al Capitolio. Seguramente el objetivo de estos senadores no fue impedir tal confirmación, lo cual constitucionalmente no es posible, sino mostrar lealtad incondicional a Trump con la esperanza de obtener su apoyo en las próximas elecciones. Si bien hoy se les ve como parias en muchos sectores de la sociedad, para los fieles seguidores de Trump, Cruz y Hawley han quedado registrados como genuinos guardianes de la fe.

Hay varios otros que también compiten por el apoyo de Trump. Dos de los más destacados son Mike Pompeo, el saliente secretario de Estado, y Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora frente a las Naciones Unidas. Ambos mantuvieron una lealtad absoluta a Trump durante toda su presidencia. Irónicamente Mike Pence, que mantuvo una conducta similar, al no apoyar el intento contra la confirmación de Biden en el Congreso, de fiel seguidor pasó a ser acérrimo enemigo. La reacción de Trump contra su vicepresidente provocó que muchos de los atacantes al Capitolio cargaran carteles con leyendas, como ser “Muerte a Pence”; cuatro años de conducta servil y sumisa tirados por la borda en la penúltima semana.

También están los posibles herederos naturales. Tanto Donald Jr. como Ivanka muestran claras aspiraciones políticas. Donald Jr. participó activamente junto con su padre en el acto que generó los tumultos del 6 de enero. Ivanka se refirió a los asaltantes al Capitolio como “patriotas”.  Si Trump no pudiese pasarles directamente el cetro, quizá considere supeditar su apoyo a un postulante que estuviese dispuesto a llevar a uno de ellos como vice.   

Otra posibilidad son los que consistentemente mostraron su lealtad a Trump a través de los medios. Es concebible, por ejemplo, que alguna personalidad de Fox News, como ser Sean Hannity o Tucker Carlson, llegase a ser el elegido de Trump. La forma como siempre defendieron sus más ridículas posiciones (inyectarse detergente para combatir el covid) podría hacerlos merecedores de ese apoyo.

Puede darse una perversa justicia que haga que toda esta sumisión acumulada durante cuatro años no sirva para mucho. La popularidad de Trump sufrió una fuerte caída a raíz del ataque al Capitolio. Su impacto mediático ha quedado severamente disminuido como consecuencia de la cancelación de sus cuentas de Twitter y Facebook. Un gran número de donantes y grandes empresas que lo apoyaban financieramente han hecho todo lo posible para que no quedaran dudas de que han cortado totalmente ese apoyo.

Como consecuencia del ataque al Capitolio, la imagen de “las ratas abandonando el barco” se aplicó a gran cantidad de miembros de su equipo que rápidamente renunciaron a sus cargos. Legisladores republicanos que siempre lo apoyaron tomaron clara distancia en forma pública. Entre ellos, Mitch McConnell, el líder del partido en el Senado, es sin duda el de mayor peso y el que, si decide votar en contra de Trump en el impeachment, pueda determinar que se le declare culpable.

Grupos dentro del Partido Republicano, como ser los llamados “Never Trumpers”, que se opusieron a Trump desde los comienzos de la campaña que lo llevó a la presidencia, harán lo imposible para neutralizar su influencia dentro del partido.

Debe recordarse, sin embargo, que Trump ha dado varias sorpresas a través de su corta carrera política. Por lo tanto, es concebible que, a pesar de la plétora de reveses sufridos a partir de la derrota electoral, se reconforte  con la cita de Mark Twain: “Las noticias de mi muerte han sido muy exageradas”.

(*) Contador uruguayo que completó el International Tax  Program en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard y ejerció su profesión desde New York.

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