Uruguay continúa siendo el faro de la transición energética en América Latina.
Rosendo Fraga (h)

Rosendo Fraga (h)

Director de la consultora Nueva Mayoría Uruguay

Economía y Empresas > Energy Transition Index 2021

¿Por qué Uruguay lidera la transición energética en la región?

El rendimiento del sistema energético uruguayo es realmente muy bueno y está entre los cuatro mejores del mundo
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28 de abril de 2021 a las 18:26

El 20 de abril de este año el Foro Económico Mundial junto con Accenture publicó su último reporte sobre la transición hacia energías renovables en 115 países, el Energy Transition Index (ETI) 2021. Un dato específico recorrió todas las cableras de noticias del continente americano: Uruguay sigue liderando la transición energética en la región.

De ese titular no hay ninguna duda: con 71 puntos para la edición de este año, Uruguay continúa siendo el faro de la transición energética en América Latina. El resultado obtenido en esta última edición dejó al país en la 13° posición global, con un grado de transición hacia energías renovables igual que Nueva Zelanda, Francia, Islandia y Holanda.

Para empezar, debemos describir brevemente qué es el ETI y qué evalúa. Este índice, que ya va por su décima edición, compara el desempeño actual de los sistemas energéticos de 115 países en tres dimensiones: desarrollo económico y crecimiento; sustentabilidad ambiental; e indicadores de acceso y seguridad energética. Luego analiza los esfuerzos y el grado de transición que están realizando estos países para ser energéticamente más seguros, sustentables, asequibles y económicos.

El puntaje de cada país surge del promedio de dos categorías que engloban todas estas dimensiones: Rendimiento del sistema y Preparación para la transición, los cuales describiremos brevemente para después analizar la posición de Uruguay en cada uno de ellos.

Rendimiento del sistema energético

Se trata de una evaluación del rendimiento del sistema energético de un país a través de tres prioridades clave: la capacidad del sistema para apoyar el desarrollo y el crecimiento económicos; el acceso universal a un suministro energético seguro y fiable; y la sostenibilidad medioambiental en toda la cadena de valor de la energía.

Para que la transición energética de un país pueda considerarse exitosa, debería poder cumplir simultáneamente con estas tres prioridades, manteniendo así una suerte de “triángulo energético” equilibrado donde, por ejemplo, el acceso al suministro energético seguro no pueda alcanzarse a costa de la sostenibilidad medioambiental. El rendimiento del sistema energético uruguayo es realmente muy bueno y está entre los cuatro mejores del mundo: con 78,3 puntos, solo está por debajo del sueco (84,4), el noruego (82,7) y el suizo (79,9).

Preparación para la transición

Una transición energética eficaz puede definirse como la transición hacia un sistema energético que sea más inclusivo, sostenible, asequible y seguro, que sea capaz tanto de brindar soluciones a los desafíos mundiales relacionados con la energía, como de crear valor para las empresas y la sociedad, sin comprometer -como dijimos- el equilibrio del triángulo energético.

Yendo a Uruguay, por su preparación para la transición total a energías renovables obtuvo un puntaje de 62,9. Si bien es cierto que ello lo ubica todavía a distancia de Dinamarca, el país más preparado (78,2), la preparación de Uruguay mejoró casi 4 puntos en comparación con la medición de 2020. Sigue liderando en América Latina por su preparación, aunque solo 9 décimas por encima de Chile, que subió 5 puntos (algo a lo que habrá que estar atentos).

Volviendo al índice general, vale la pena detenerse a hacer algunas observaciones. La primera es que de los 20 primeros países por su transición energética este año, Uruguay es el único que no es europeo: el viejo continente está representado por 17 economías avanzadas y 2 en desarrollo (Letonia en el puesto 12° y Lituania en el 15°). Suecia continúa siendo líder en transición energética por tercer año consecutivo con 79 puntos, seguida de Noruega y Dinamarca. En segundo lugar, el dato negativo sigue siendo el bajo grado de transición energética entre las grandes economías del mundo.

De estas, solo el Reino Unido y Francia figuran entre las 10 principales por su transición energética. En términos económicos, los 10 mejores países de acuerdo a su paso a energías renovables representan solo el 3% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía y alrededor del 2% de la población mundial.

El cable de la semana pasada también ofrecía una información que parecía matizar un poco la buena noticia: que Uruguay había caído dos posiciones respecto a 2020. Esto es cierto, aunque relativamente. Porque si bien el año pasado Uruguay obtuvo un 11° lugar, para esta edición el puntaje del país mejoró 4 puntos. Aunque esta mejora no resultó suficiente para mantener la 11° posición del año pasado, eso no significa que la transición energética de uruguaya haya empeorado, sino que no mejoró lo suficiente.

¿Y qué nos dice el ETI sobre la transición energética de la región en general? Respecto a América del Sur, 16 posiciones por debajo de Uruguay se encuentra Colombia (29°), con un puntaje de 66. Le siguen Brasil (30°), Chile (34°), Paraguay (36°), Perú (42°), Argentina (47°), Ecuador (48°), Bolivia (70°) y Venezuela (111°). La buena noticia es que Brasil, la economía más grande de Sudamérica, subió 17 posiciones entre 2020 y 2021 y ahora ocupa la 30° posición, con un mismo nivel de transición energética de Israel o Italia.

El Foro Económico Mundial informa que el puntaje promedio de América Latina en el Energy Transition Index se mantuvo constante durante la última década. La región es líder en sostenibilidad ambiental debido a su base instalada de energía hidroeléctrica, pero debe mejorar la asequibilidad de su energía: los precios de la electricidad respecto al poder adquisitivo siguen siendo altos en la región. Aunque América Latina ha logrado un acceso casi universal a la electricidad, la calidad del suministro sigue siendo un desafío en muchos países. En ese sentido, el Foro Económico Mundial concluye que una mayor diversificación y combinación energética contribuirían a mejorar mucho la seguridad energética de la región.

 

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