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¿Se van? No; se quedan

Hay tres escenarios posibles: dos favorecen al oficialismo y uno solo a la coalición de oposición, pero ese es el más probable; aún así, el FA será un actor relevante
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19 de octubre de 2019 a las 05:02

En tiempos de comunicación por redes sociales, algunos militantes de partidos de oposición celebran por anticipado el resultado electoral que esperan que se concrete en las urnas. “Se van” dicen en sus mensajes, usando la herramienta de identificar sus mensajes con un “hashtag”: #sevan.

El mensaje abarca dos deseos en uno: por un lado que haya rotación de partido en el gobierno, y por otro lado, que el Frente Amplio, que los frentistas, salgan de escena; que se vayan.

Lo primero es posible; lo segundo es imposible.

El Frente podrá perder o ganar, pero seguirá estando. Y aunque si pierde la elección tendrá un tiempo de duelo amargo, seguirá estando ahí, haciéndose oir, con presencia activa, generando hechos políticos, movilizando gente, incidiendo en el debate público y en la opinión de la sociedad.

Aunque los partidos de oposición fueran exitosos en su plan de armar una coalición y reemplazar a la izquierda del Poder Ejecutivo, el Frente no se irá sino que se quedará y como partido relevante.

O sea que un gobierno nuevo, de blancos y otros socios, deberá convivir con el Frente, cohabitar en el Poder Legislativo, compartir escenarios.

El voto del 27 de octubre determinará la integración de las cámaras 49ª Legislatura del Uruguay, con la expectativa de una tendencia a la fragmentación partidaria en Diputados.

Luego de tres períodos seguidos de mayoría absoluta del Frente, una de las principales interrogantes para el fin de mes está en el nuevo mapa partidario de la Asamblea General.

En 1966, el Partido Colorado había obtenido 17 votos en el Senado (senadores más el vice) y 50 en Diputados, pero en los gobiernos siguientes el partido ganador debió gestionar acuerdos políticos para aprobar leyes, porque no tenía mayoría propia en las cámaras.

El de 1966 había sido el último caso de gobierno con mayoría propia para el partido ganador (y última elección del sistema bipartidista puro del país de colorados y blancos).

En 2004, el Frente Amplio ganó una elección por primera vez y lo hizo con mayoría absoluta en Senado  (16 en 31 más el vice)y en Diputados (52 en 99).

Mantuvo esa condición en 2009 (16 senadores más el Vice, y 50 en Diputados) y lo mismo ocurrió en 2014.

Actualmente, el Frente Amplio confía en ganar las elecciones pero una parte importante asume que no tendrá mayoría propia. Sin embargo, en los últimos días se generó una corriente de entusiasmo e ilusión respecto a esa posibilidad (un reflejo de es “ola esperanza” de la publicidad).

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Para el 27-O se abren tres posibles escenarios

(1) que el Frente Amplio vote sustancialmente mejor que lo que muestran las encuestas, sea porque había un “voto oculto” que los sondeos no lograron detectar o por un cambio de posturas de una parte del electorado durante el último tramo de campaña, y que dependiendo de la votación de otros partidos, con un 45,5% o algo más, concrete el sueño de mantener la mayoría de bancas en ambas cámaras;

(2) que los partidos del arco opositor con meta de coalición, Nacional, Colorado y Cabildo Abierto, obtengan votos que aseguren 15 senadores y 50 diputados, para mostrar antes del balotaje que son los únicos que pueden conformar gobierno con bancada mayoritaria en ambas cámaras;

(3) que los votos en blanco, nulos y los de partidos que están ajenos al armado de gobierno (PERI, PVA, PD y PT) sea diferente a lo proyectado en encuestas y entonces que ni el Frente ni los partidos “opositores coaligables”, sumados, puedan alcanzar mayoría absoluta.

El escenario 1 y el 3 son favorables al Frente Amplio.

En el primero, tanto por el impacto de balde de agua helada para la oposición, como por la certeza que transmitirá a la ciudadanía de tener legisladores para votar en leyes, en contraposición de los “tradicionales fundacionales” que ni sumados logran eso, el oficialismo iría a una cuarta victoria.

En el tercero, la noticia de que “nadie tiene mayoría” golpearía más a la oposicion que al Frente, que de alguna manera lo tiene incorporado como dato probable. Para el Partido Nacional, implicaría que con todo el desgaste del partido de gobierno, la crisis de renovacion de liderazgo en la izquierda, el estancamiento económico y el fenómeno delictivo, ni sumados todos los que quieren sacarlo del poder consiguieron hacerlo. El Frente respiraría aliviado y podría recuperar la mejor versión de entusiasmo de la izquierda hacia el 24-N.

El escenario 2 es favorable para la oposición, porque deja a esa coalición como la única expresión política con posibilidad de aprobar leyes, reformas, Presupuesto; o sea gobernar.

En ese caso, el Frente quedaría desplazado y ni consiguiendo el apoyo que le ha sido esquivo de otros partidos de izquierda (como la UP, el PT) podría emparejar la competencia.

Claro que eso no asegura una victoria opositora por inercia, porque en las horas y días siguientes a la primera vuelta, esos partidos deberían mostrar capacidad política para convertir coincidencias en alianza formal y exhibir al electorado un acuerdo programático. Pero los dejaría camino a la victoria.

Por lo tanto, de los tres escenarios posibles como resultado de la primera vuelta, hay dos que favorecen al Frente Amplio, y sólo uno a la oposición, pero justamente ese es el que hoy aparece como más probable.

Es el escenario más probable según muestran todas las encuestas y también de acuerdo a la evolución política, social y económica registrada desde fines de 2015, que conformaron una tendencia de cambio.

Pero aunque perdiera, el Frente seguirá ahí. No se va.

El Frente Amplio es el partido más grande, el que tiene la mayor red de miitancia, que tiene una fuerte transmisión de tradición familiar, que tiene penetración efectiva en organizaciones sindicales, gremiales de otro tipo, sociales, cooperativas, y aunque no lo sea en forma orgánica, también en movimientos de interés en temas puntuales, como feminismo, derechos sexuales, reivindicación del arte.

***

Un eventual gobierno de blancos y socios deberá tomar nota de eso, aun cuando arme una coalición mayoritaria en el Parlamento; no se trata de tomar el timón y navegar solos, sino que convivirán con un adversario poderoso.

Si el Frente perdiera, en la oposición podría reforzar su unidad: es más fácil unirse en contra de algo que mantener consenso en el gobierno.

Por conveniencia política y por necesidad de amortiguar tensiones, el Frente deberá ser tenido muy en cuenta, porque podrá perder, pero no se irá.

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