Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano

¿Será el agua un motivo de exilio en el futuro?

Multitudes abandonando su país o ciudad debido a inundaciones, es un panorama a la vista
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28 de enero de 2019 a las 05:00

Las imágenes de la catástrofe ocurrida en Brumadinho, Brasil, con la realidad sepultada bajo un lodazal, y con tantos muertos y desaparecidos arrastrados por un fango móvil y feroz, me llevaron a asociar esa tragedia de proporciones mayores con otras posibles a ocurrir en escenarios similares. Hace años, tantos que ya no recuerdo bien cuándo, aunque fue en el siglo pasado, un periodista mexicano me hizo una entrevista que nunca salió impresa pues el diario en el cual trabajaba dejó de editar el suplemento cultural donde debía publicarse. Al estilo de las 30 preguntas del cuestionario Proust, la última pregunta era la siguiente: “¿Cuál catástrofe natural podría convertirse en el gran Apocalipsis planetario?” Sin tener que reflexionar demasiado, le di la siguiente respuesta: “Un diluvio similar al que debió sobrevivir Noé”.

Pensé mucho en esa respuesta –y también en la película Waterworld, que se estrenó por la época de la entrevista, julio de 1995, en la cual el planeta terminaba completamente anegado- en diciembre de 2004, cuando sentado frente a un televisor vi por primera vez en vivo y en directo un tsunami, toda esa agua cargada de deshechos que en principio parecía tranquila y que de pronto fue muerte y catástrofe, y se convirtió en la segunda gran noticia del siglo XXI después del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001.

Esa escena tsunámica podría repetirse mucho tiempo antes de lo previsto (al menos de lo previsto por mi pronóstico) multiplicada en varias partes del planeta. Hay seis ciudades en el planeta llamadas a ser la próxima Atlántida: Bangkok, Nueva York, Houston, Shanghai, Nueva Orleans, y Venecia. Del hundimiento de esta última, tapada por las aguas donde hoy en día proliferan gondoleros y turistas sacándose selfies, se viene hablando desde hace décadas y hacia allí va, hacia el bajo fondo, la ciudad que tanto ha dado a la cultura universal. Las otras, por distintas razones todas ellas líquidas, se acercan cada vez más al momento en que su fisonomía actual comenzará a desfigurarse. Algunas se hunden, las otras están a punto de ser devoradas completamente por el agua.

Así, por ejemplo, en un no muy lejano tiempo Nueva York podría convertirse en el escenario ideal para filmar la segunda parte de La sirenita, y Nueva Orleans quedar pronta para desaparecer bajo las aguas que llegarán a su altura máxima sin necesitar de la intervención de un huracán con nombre de mujer. Según científicos más realistas que apocalípticos, la cuenta regresiva hacia el fin, ese fin definitivo, ya comenzó. Todas ellas ocupan áreas muy pobladas, por lo que hay a la vista varias diásporas masivas. Además de los exilios por razones políticas, religiosas y económicas, en lo que resta de este siglo habrá también exilios por agua: por exceso devastador de ella. 

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