Sabe perfectamente quiénes son, cómo se comportan y qué daño le hacen al equipo. Lo sabe porque, seguramente más de una vez, ha tenido que trabajar con alguno de ellos. Hablan como los demás, deambulan por los pasillos de la oficina y charlan en la máquina de café. Muchas veces se quejan de lo ocupados que están, y otras tantas se entretienen hablando de algún compañero. Son aquellos que están pendientes del smartphone y se pasan la mayor parte del día con el ceño fruncido, como si estuvieran muy concentrados en algo. Son los zombis
profesionales. ¿Cómo tratarlos para que su desinterés no afecte su
productividad?
Esquivar a estos personajes no es nada sencillo. Saben disfrazar muy bien su ineficacia y su falta de ganas. Además, los más evolucionados han conseguido ganarse la confianza del jefe y se pegan a él, en muchas ocasiones, haciendo el trabajo sucio del que el líder no se quiere responsabilizar. "Tienen una influencia devastadora, porque su manifestación es sutil, con lo que no se activan adecuadamente las respuestas organizativas. Pero su impacto es poderoso, porque van a la base del comportamiento: crean un modelo a seguir", advierte Esteban Vicente Cruz, profesor de grados y posgrados de Deusto Business School.
Este tipo de personajes tóxicos proliferan en
empresas que no cuentan con sistemas eficaces de evaluación y desempeño, y en las que los jefes de equipo apenas se fijan en sus colaboradores."Muchas veces el jefe es el gran zombi, alguien que ya no tiene interés por su trabajo y menos aún por el de sus empleados", relfexiona Ceferí Soler, profesor del departamento de dirección de personas de Esade. Una actitud que a la compañía le cuesta mucho dinero. A esta falta de estudio de los miembros de la plantilla, se une la subjetividad con la que muchos jefes premian o penalizan a sus trabajadores. Una fórmula con la que los zombis salen ganando, ya que la mayoría de ellos se camuflan de la mirada inquisidora del responsable deformando la realidad y diciendo las cosas cuando les conviene", explica Soler. Esto no pasa, sin embargo, en entornos en los que hay exigencias en los resultados.
Por eso mismo, los working dead son bastante habituales en la administración pública, "porque a mayor seguridad en el trabajo, menor es la ilusión por el mismo", defiende Soler.
Seis tipos de autómatas profesionales
- Zombies de una hora menos: termina y desconecta una hora antes que los demás. Se entretiene charlando u ordenando papeles.
- Zombie chismoso: le gusta el drama y los chismes de sus compañeros.
- Zombie egocéntrico: tiene que sentirse el centro de atención, ser visible, hablar alto o hacer lo que sea para llamar la atención.
- Zombie pesimista: nada está bien ni nada mejorará. Se queja y cuestiona todo y por todo. Transmite negatividad.
- Zombie sobrado de tiempo: llega tarde, se va pronto y las pausas pueden ser interminables.
- Zombie cero: no carece de talento, pero no tiene un plan. Es irregular e inconstante.