AFP

2021: ¿otro año para sobrevivir?

El gobierno tiene el dilema de recomponer el deteriorado frente fiscal y dar un mayor apoyo a empresas pequeñas y medianas

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21 de febrero de 2021 a las 05:00

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El pasado 24 de julio, TraMed - Medicina Empresarial de Excelencia, una firma mexicana destinada a medicina corporativa, posteó en su página de Facebook lo siguiente:

El mundo da vueltas…

Victoria’s Secret se declaró en quiebra, al igual que el Cirque du Solei, Zara cerró 1.200 tiendas, Chanel, Hermes y Rolex interrumpen la producción, Nike se prepara para la segunda etapa de despidos. El fundador de Airbnb dijo que, debido a la pandemia, 12 años de esfuerzos fueron destruidos en seis semanas, Starbucks anunció un cierre permanente de 400 tiendas.

Y la lista continúa.

Cinco meses de pandemia crearon muchas deudas y decenas de miles de empresas quebraron.

Si la empresa en la que trabajas todavía se mantiene, sin cortes ni despidos, trátala bien y también a tus clientes.

Nos enfrentamos a una pandemia que no se puede controlar, 2020 se trata de sobrevivir.

Deja de lado las pequeñas quejas diarias y sé agradecido con lo que tienes.

¡Hay que estar agradecido!! ¡Siempre hay que estar agradecido!

A cinco meses de comenzada la pandemia, la perspectiva de esta empresa médica era que el 2020 era el año para sobrevivir. Seguramente estaba la esperanza de que la pandemia del covid-19 se estaría diluyendo para finales de ese año y que, como muchos pensaban, 2021 sería un año de paulatino retorno a la normalidad. A una normalidad nueva o vieja, pero normalidad al fin. Y eso que no se había aprobado ninguna vacuna aunque se trabajaba afanosamente en ello. Pero se confiaba mucho en el efecto de las medidas de distanciamiento social, en los confinamientos y, sobre todo, en lo que habíamos aprendido durante el paso de la primera ola de la cual China era un buen ejemplo. Aun cuando sus reportes médicos fueran poco confiables, era claro que la economía china se estaba recuperando, y también la movilidad luego de las medidas draconianas aplicadas en la provincia de Wuhan y en otros lugares.

Aquí mismo veíamos con optimismo y orgullo como habíamos logrado aplanar la curva sin forzar una cuarenta obligatoria y apelando a la libertad responsable. Después de un duro segundo trimestre, la economía se había empezado a recuperar y daba indicios de que la recesión podría tener forma de V corta: caída fuerte y recuperación rápida.

Pero el optimismo mundial y el local se fueron desmoronando con el correr del año. Los feriados largos aumentaron los contactos, y con ellos los contagios. Y tuvimos una segunda ola en el mundo y una primera ola seria en nuestro país. Para fin de año, la única noticia buena era que había varias vacunas de diversos orígenes aprobadas y con alto grado de efectividad (superior al 90% en la mayoría de los casos), aunque con las lógicas dificultades de sus distribución a escala global.

Si una cosa estaba clara el 31 de diciembre era que el 2021 no iba a ser ese famoso año de rápida recuperación.

A nosotros, por lo pronto, nos cortó la temporada turística que mucho aporta al PIB y al bolsillo de quienes tienen su principal o exclusiva fuente de ingresos en los dos o tres meses de inicio del año. Este hecho también trastocó los planes del gobierno, que vio como el PIB de 2020 caía más de lo previsto y como su proyección de recuperación de 2021 se reducía respecto a la que había proyectado. A ello hay que sumarle el hecho de que las vacunas todavía no han llegado y, si bien Uruguay tiene una buena infraestructura para entregarlas, no se sabe mucho de sus efectos. De hecho, es poco lo que se sabe a nivel mundial. Hasta el momento se han administrado 178 millones de dosis: 30% en Estados Unidos, 23% en China, 12% en la Unión Europea y 9% en el Reino Unido, que es quien más rápido vacuna. La mayoría de los países en vías de desarrollo no han empezado a vacunar.

Todavía hay mucho camino por recorrer en materia de vacunación y en materia de saber los efectos. Todavía la mejor vacuna es la mascarilla y el distanciamiento social. Y, quiérase o no, la libertad responsable. Porque luego de casi un año ya no se puede imponer más cuarentenas forzadas excepto por períodos muy cortos o por algunas horas del día. Hoy más que nunca hay que apelar a la libertad responsable. Sobre todo a la responsabilidad de hacer cosas sencillas, como lavarse las manos con frecuencia, vivir el distanciamiento físico, usar máscara y renunciar a reuniones amplias. Todo lo cual lleva al gobierno a un dilema. Cómo hacer para, sin tirar por la borda los esfuerzos de recomponer el deteriorado frente fiscal que heredó, dar un mayor apoyo a empresas pequeñas y medianas, que son las grandes generadoras de empleo.

Es algo que aún no se ha resuelto. Incluso no se sabe si se está trabajando en ello pese a que los socios de la coalición –Cabildo Abierto, el Partido Colorado y el Partido Independiente– lo han propuesto. Pero sería muy oportuno que lo fuera pensando porque, de lo contrario, el 2021 será otro año de supervivencia. Y muchos quedarán por el camino con las consecuencias no solo económicas sino también sociales que eso conlleva.

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