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Acelerar el paso

Acelerar el paso: la opinión de Ricardo Peirano
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28 de octubre de 2023 a las 05:04

Los resultados de las elecciones argentinas del pasado domingo plantean la clara posibilidad de que el Frente de Todos, Unión por la Patria o cómo quiera se llame el peronismo en un eventual gobierno de Sergio Massa, siga en el gobierno cuatro o varios años más. Eso tendrá muchas implicancias para la Argentina que por ahora son difíciles de visualizar.

Sí es seguro que, más allá de que Massa convoque o no a su tan proclamado pero nunca bien explicitado gobierno de unidad nacional, será impostergable llevar a cabo un ajuste macroeconómico para evitar que la elevadísima  inflación actual desemboque en una hiper, para que el cepo sobre el comercio exterior no termine haciendo imposible la producción nacional que necesita insumos importados, para evitar un nuevo default ya sea con proveedores del exterior a los que no se han girado los dólares comprometidos por empresas residentes en Argentina (se calcula una deuda de US$ 20.000 millones) o con los tenedores de letras del Banco Central. En definitiva, para no volver a repetir el nefasto experimento de 2002 con las gravísimas consecuencias sociales que se vieron entonces y que aún se viven en la escalofriante cifra de pobreza que ronda el 50%.

El ajuste macro se hará, sí o sí, ya sea en forma ordenada mediante un plan del gobierno o mediante una explosión de la economía cuando no queden recursos a los que acceder o activos a expropiar o compromisos a dejar de pagar.

Más allá de eso, que se verá cómo se maneja sea quien sea quien gane el 19 de noviembre, Argentina va a estar un buen período poniendo la casa en orden y nos seguirá afectando en el rubro turismo receptor (por falta de ingresos de argentinos) y en el rubro emisor (por viajes al exterior de uruguayos).

El presidente Lacalle dijo esta semana que esperaba que ganara quien fuera más favorable a Uruguay. Pero, aparte de que es una frase correcta para quien preside un país, que no debe meterse en asuntos internos de otro salvo cuando afecten claramente las libertades individuales, no cabe duda que no nos es indiferente el resultado final de las elecciones argentinas. Al menos, no desde el punto de vista de las relaciones internacionales y de la posición del bloque regional frente a la estrategia uruguaya de abrirnos al mundo.

De ambos candidatos se puede decir que son una incógnita. Milei, lo es más por su falta de trayectoria política, sus revolucionarias ideas y su estilo agresivo e impredecible. Ahora su repentina alianza con sectores de Juntos por el Cambio, con los que hace una semana competía duramente, introduce nuevos factores de incertidumbre. Esa alianza parece haber moderado muchas de sus propuestas de cara al balotaje. Es difícil discernir con cuál Milei nos encontraremos si es que llega a ganar la presidencia.

De Sergio Massa, hay mucho más track récord. De hecho, integra la coalición gobernante, ha sido presidente de la Cámara de Diputados en este período y desde hace más de un año es el Ministro de Economía, con plenos poderes. Ha hecho y desecho sin casi consultar al presidente y ha financiado su campaña electoral con dineros públicos y privados dirigidos a mejorar transitoriamente la situación de asalariados y jubilados. Ha generado una bomba de relojería en materia financiera y cambiaria que tiene mecha corta y que estaba destinada a explotar en manos de un adversario, dado que sus posibilidades de reelección eran bajas antes de las PASO. Ahora que puede ser presidente, tendrá una dura tarea para desarmarla si triunfa el 19 de diciembre, incluso aprovechando su doble e insólita condición de candidato y Ministro de economía.

Que hará Massa con la economía argentina, se irá viendo con el paso de los días. Pero en política exterior conocemos sus posiciones. Es claramente proteccionista, quiere potenciar la industria nacional, hacer “más y mejor Mercosur” (una frase tan vacía como carente de sentido), no le convence mucho el TLC con la UE porque afectará a la industria automotriz. Y ya nos dio un apercibimiento hace unos meses cuando dijo que en el Mercosur los “hermanos mayores” (es decir, Brasil y Argentina) velaban por la suerte de los menores (Uruguay y Paraguay) y que estos no debían hacer nada por su cuenta, en clara referencia a la intención de Uruguay de buscar acuerdos de libre comercio en forma unilateral.

Uruguay viene trabajando contrarreloj en su inserción internacional. La llegada de Lula a la presidencia de Brasil ya fue un duro revés para Uruguay. También lo sería la llegada de Massa a la Casa Rosada. Es quizá la hora de acelerar el paso y tratar de apurar el paso en Acuerdo Transpacífico, el único acuerdo comercial en el que tenemos alguna posibilidad de ser aceptados.

No es algo fácil pero es el único camino antes de resignarnos a quedar totalmente atrapados en las telarañas de un Mercosur que no va a avanzar hacia un mercado común sino que seguirá en la actual deriva. Es un statu quo que le sirve a un Brasil y a una Argentina que no quieren ser protagonistas en apertura internacional. A Uruguay, en cambio, le va la vida con una mayor apertura comercial. Y ella se ve cada vez más lejana.

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