Acusación de agresión sexual de estrella del tenis obliga al Occidente a repensar relaciones con China

Con una sola entrada en los medios sociales que fue rápidamente eliminada, la heroína del tenis chino Peng Shuai desató un furor internacional que está modificando la forma en que el Occidente responde ante un gobierno cada vez más autoritario en Beijing.

La acusación de la tenista, de 35 años, de agresión sexual por parte de Zhang Gaoli, un exmiembro del máximo organismo político del Partido Comunista de China (PCCh), publicada el 2 de noviembre, fue eliminada del internet en China en cuestión de minutos.

Pero una ola de apoyo proveniente de las principales estrellas del deporte y de la Asociación de Tenis Femenino (WTA, por sus siglas en inglés) — la cual está exigiendo no sólo su seguridad, sino también una investigación de las acusaciones — ha roto un tabú de cómo operan las compañías en el mercado de consumo más grande del mundo.

"Por supuesto que es lo correcto. Pero es digno de mención porque prácticamente todas las demás ligas deportivas, compañías e incluso gobiernos ceden ante China en lugar de provocar la ira de sus autoridades y arriesgar el acceso al enorme mercado chino", señaló Jonathan Sullivan, el director del Instituto de Política China de la Universidad de Nottingham.

China, hogar de aproximadamente una cuarta parte de los tenistas del mundo, es crucial para la expansión del deporte femenino. En 2018, la WTA firmó un contrato de 10 años para que Shenzhen, una ciudad de 12.6 millones de habitantes en el sur de China, sea la sede de la prestigiosa serie de Finales de la WTA.

La voluntad de la WTA de ser condenada al ostracismo por Beijing radicalmente contrasta con la de numerosos grupos occidentales que han enojado al gobierno o a los consumidores de China.

Compañías como McDonald's, Calvin Klein, Versace y Mercedes han presentado serviles disculpas y le han rogado a China que las perdone.

La situación paralela más reciente fue el boicot chino a la Asociación Nacional de Básquetbol (NBA, por sus siglas en inglés) — tanto por parte de los aficionados como de los medios de comunicación estatales — después de que el entrenador de los Houston Rockets, Daryl Morey, envió un tuit en apoyo de las protestas prodemocráticas de Hong Kong en 2019. La asociación de básquetbol, la cual promueve los valores progresistas en EEUU, en aquel momento dijo que estaba "extremadamente decepcionada" por los "inapropiados comentarios" de Morey.

Simon Chadwick, un experto en el negocio de los deportes globales de la Escuela de Negocios Emlyon, dijo que la posición de la WTA era un "punto de inflexión" en la forma en que las organizaciones occidentales trataban con Beijing.

"Las organizaciones deportivas se dan cuenta de que no pueden dejar de decir o hacer algo. Cuando se trata de la igualdad de género, no hay equívocos: su posición debe ser muy clara y muy fuerte", indicó él.

Pero, según Sullivan, el caso de Peng también supone la primera gran prueba para una liga deportiva extranjera desde una serie de acontecimientos que han agriado los lazos entre el Occidente y China.

Esto incluye el inicio de la pandemia de coronavirus y el ascenso de los diplomáticos ultranacionalistas chinos "lobos guerreros". También coincide con una mayor concienciación internacional sobre los abusos de los derechos humanos en Xinjiang y la rápida erosión de las libertades en Hong Kong.

Aunque es poco probable que el caso de Peng provoque un inmediato éxodo empresarial de China, Sullivan dijo que "quizá el cálculo de costo-beneficio para las entidades extranjeras esté cambiando".

"Muchos deportes, ligas y clubes han apostado fuertemente en China. No creo que estemos todavía en el punto de ruptura. Pero es posible que miren a ver qué tipo de margen de maniobra puede conseguir la WTA en términos de 'confrontar' a China", dijo él.

Chadwick añadió que numerosos grupos extranjeros estaban "comenzando a darse cuenta" de que China era uno de los territorios más difíciles del mundo para hacer negocios.

El Comité Olímpico Internacional (COI), sin embargo, ha surgido como una excepción.

El domingo, el presidente del COI, Thomas Bach, dijo que había participado en una videollamada con Peng y que ella parecía "estar bien".

Yaqiu Wang, una experta en China de Human Rights Watch, un grupo de campaña con sede en EEUU, criticó al comité por "colaborar activamente con las autoridades chinas para socavar la libertad de expresión y hacer caso omiso de la presunta agresión sexual".

"El COI parece valorar más su relación con un significativo violador de los derechos humanos que los derechos y la seguridad de los atletas olímpicos", afirmó ella.

La semana pasada, Joe Biden dijo que estaba "considerando" un boicot diplomático de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022, los cuales comenzarán en febrero, por preocupaciones relacionadas con los derechos humanos. Eso significaría que los atletas estadounidenses participarían en los Juegos, pero EEUU no enviaría funcionarios de alto rango para asistir.

Zhao Lijian, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, ha desestimado las preguntas sobre el caso de Peng como algo que "no es un asunto diplomático", y el martes criticó la "politización maliciosa" de la cuestión.

Aun así, atletas tanto actuales como pasados siguen divididos en cuanto al asunto de si los eventos deportivos mundiales son un eficaz foro para abogar por la acción en el caso de Peng.

El Comité Olímpico estadounidense no hizo comentarios inmediatos sobre el caso de Peng, pero anteriormente ha indicado que está en contra del boicot de los atletas.

Sin embargo, Angela Ruggiero, una campeona olímpica de hockey sobre hielo femenino en 1998 representando a EEUU y ex miembro de la junta ejecutiva del COI, declaró: "Tenemos que crear un entorno seguro en el que los atletas se sientan cómodos diciendo lo que piensan, y yo espero que todos los organismos regulatorios respectivos hagan todo lo posible para garantizar la seguridad de Peng".

La Asociación de Atletas Alemanes, un grupo de apoyo de los deportistas olímpicos alemanes, declaró: "Creemos que el COI tiene la responsabilidad de cumplir con su debida diligencia en materia de derechos humanos y de abogar por la seguridad de Peng Shuai ante el gobierno chino".