Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, que asesoró a siete mandatarios desde Ronald Reagan (1981-89) hasta Joe Biden, ahora, conversó durante una hora con The New York Times en la que contó la compleja relación que mantuvo con Donald Trump mientras el coronavirus hacía estragos en su país, de lejos donde hay más contagios y más muertes en el mundo.
Fauci, de 80 años, que admitió sentir una "sensación liberadora" en su primera comparecencia ante la prensa, al día siguiente de la investidura de Biden, empezó a preocuparse por su relación con el expresidente Trump cuando el contagio comenzó a aumentar en el noreste del país, en particular en Nueva York, en el primer tercio del 2020.
"Yo intentaba expresar la gravedad de la situación, y la respuesta del presidente siempre se inclinaba por: 'Bueno, no es tan grave, ¿verdad?'. Y yo decía: 'Sí, es muy grave'. Era casi una respuesta reflejo, tratando de persuadirte de que lo minimizaras. No decía, 'Quiero que lo minimices', sino, 'Oh, de verdad, ¿fue tan malo?'".
El experto intentaba explicarle al presidente que antes de recomendar cualquier tratamiento había que hacer los ensayos clínicos para ver si funcionaba y someterlo, luego, a la revisión de pares, pero Trump aseguraba que las cosas realmente funcionaban y no se refería solo a la hidroxicloroquina.
"Me llamo un tipo, un amigo mío de bla, bla, bla…", le decía Trump y Fauci sintió, entonces, que su ansiedad se disparaba.
Antes del intenso y duro año 2020, Fauci y Trump prácticamente no se conocían. Se encontraron por primera vez en setiembre de 2019 cuando le pidieron que fuera a la Cas Blanca y llevara su bata blanca para presenciar la firma de una orden ejecutiva sobre algo relacionado con la gripe. Después de enero de 2020, cuando se supo de la existencia del virus, comenzó a ir con mucha frecuencia a la Casa Blanca.
Al percatarse, en los meses sucesivos, que el combate a la pandemia no iba, en su criterio, en la dirección correcta y que el presidente estaba rodeado de gente que decía cosas sin sustento científico, Fauci asumió que tenía que decir lo que pensaba aunque ello supusiera contradecir al presidente.
"Tengo un gran respeto por el cargo. Pero tomé la decisión de que debía hacerlo. De lo contrario, estaría comprometiendo mi propia integridad y dando un falso mensaje al mundo", dijo al NYT.
Y ahí comenzaron sus problemas.
Gente del círculo íntimo presidencial se molestó porque Fauci contradecía públicamente al presidente. Peter Navarro, un asistente del presidente, escribió un editorial en USA Today diciendo que Fauci se equivocaba en la mayoría de las cosas que decía y la oficina de prensa de la Casa Blanca elaboró una lista detallada de las cosas que el experto dijo y que resultaron no ser ciertas. "Todas ellas sin sentido porque eran todas ciertas", precisó.
Navarro llegó a reclamarle "¿cómo te atreves a decir que la hidroxicloroquina no funciona? ¡Tengo aquí 25 artículos que me dicen que funciona!", a lo que siguió una agria discusión en la Sala de Crisis de la Casa Blanca.
Trump nunca le gritó, ni le dijo "qué haces contradiciéndome", pero en un par de ocasiones lo llamó por teléfono y le dijo "¿por qué no eres más positivo, ¿por qué eres tan negativista?".
Fauci, que padeció una campaña pública de los partidarios de Trump bajo el emblema "Despide a Fauci", tuvo que recurrir a protección cuando comenzaron las amenazas contra él y su esposa y, lo que más le molestó, contra sus hijos.
"Sabían dónde trabajaban mis hijos, dónde vivían. Las amenazas llegaban directamente a los teléfonos de mis hijos, directamente a sus casas. ¿Cómo diablos consiguieron esa información estos imbéciles? Y había conversaciones en internet, la gente hablaba entre sí, amenazando, diciendo: 'Oye, tenemos que deshacernos de este tipo. ¿Qué vamos a hacer con él? Está perjudicando las posibilidades del presidente'. Ese tipo de locura de la derecha", recordó.
Un día Fauci recibió una carta en el correo y al abrirla una nube de polvo cayó sobre su cara y pecho. Su esposa estaba con él en la oficina, también estaba el equipo de seguridad, que llamaron a la gente de materiales peligrosos e hicieron las pruebas pertinentes.
"Fue aterrador. Mi esposa y mis hijos estaban más perturbados que yo. Lo miré con cierto fatalismo. Tenía que ser una de tres cosas: un engaño. O ántrax, lo que significaba que tendría que tomar Cipro durante un mes. O si era ricina, estaba muerto, así que adiós", relató.
"A veces piensas que eres cómplice de las distorsiones que emanan del escenario. Pero sentí que si dimitía, dejaría un vacío. Alguien tiene que no tener miedo de decir la verdad (…) Y yo siempre decía: 'Un momento, esperen amigos, esto es algo serio'", relató.
En el remate de la entrevista, el NYT le pregunta a Fauci si cree que Trump le costó decenas de miles de vidas al país y Fauci responde en su línea sosegada de actuación.
"No puedo comentar sobre eso. La gente siempre pregunta eso y… establecer un vínculo directo de esa manera, se vuelve muy condenatorio. Solo quiero mantenerme alejado de eso. Lo siento.", expresó.
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