Atisbo de salida en Brasil

La crisis y la turbulencia política convergieron en Brasil a un atisbo de salida con la decisión de habilitar un juicio político contra Rousseff

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19 de abril de 2016 a las 16:00

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La crisis económica y la turbulencia política, los dos grandes problemas conexos que sacuden a Brasil, convergieron hacia un atisbo de salida con la arrolladora decisión de la Cámara de Diputados de habilitar un juicio político para destituir a la presidenta Dilma Rousseff. Si el Senado confirma ese curso la semana próxima, como se estima probable ya que basta mayoría simple de votos, Rousseff será suspendida en su cargo durante seis meses, mientras se procesa la decisión definitiva. La destitución de un gobernante legítimamente electo, aunque se observen los requisitos constitucionales del proceso, conlleva el efecto negativo de debilitar la estructura institucional. Pero se explica en el caso brasileño por la situación límite a que se ha llegado, con la reactivación económica dependiendo de cómo se resuelva el panorama gubernamental.

La mayor economía de América Latina y líder del mundo emergente está en su segundo año de recesión, con una caída de casi el 4% del Producto Interno Bruto por desaceleración de productividad y alto déficit fiscal. Aunque siguen ingresando capitales externos, atraídos por la caída del real, la inversión privada interna se paralizó a la espera de que se aclarara el escenario en torno a un gobierno asediado por pobreza de gestión y pavorosos escándalos de corrupción. Con su popularidad derrumbada a menos del 10% y abandonados por sus principales aliados en el gobierno de coalición, Rousseff y el desprestigiado expresidente Inácio Lula da Silva quedaron virtualmente solos con su socialista Partido de los Trabajadores (PT).

El juicio político se empezó a gestar en Diputados hace cinco meses. Ganó ímpetu al ser liderado por los dos partidos con mayores bancadas entre los 27 con representación parlamentaria. Uno es el PMDB del vicepresidente Michel Temer, que se pasó a la oposición. El otro es el PSDB de Aecio Neves, quien había sido estrechamente derrotado por Rousseff en la elección de 2014. Otros partidos se fueron incorporando hasta superar cómodamente el domingo los dos tercios de votos requeridos para que Diputados pusiera en marcha el juicio político. Junto con la inoperancia gubernamental para salir del pozo económico, la manipulación de las cuentas fiscales en 2014 fue el principal argumento de los legisladores contra Rousseff, pese a que los escándalos de corrupción en Petrobras, aún no la tocan como sí hacen con gran parte del espectro dirigente, incluyendo a Temer y Neves.

La mejor solución pero improbable es convocar a elecciones anticipadas. Seguramente, de confirmarse la destitución de la presidenta, Temer asumirá la jefatura de un gobierno centrista de coalición, en probable alianza con el PSDB de Neves y otros partidos. Enfrentarán la compleja urgencia de un drástico ajuste fiscal para bajar el desmesurado gasto público. Las medidas previstas, ya anunciadas, abarcan frenar los aumentos de jubilaciones y recortar programas sociales, reformar el enredado sistema tributario y profundizar en general una economía de mercado, con mayor intervención del sector privado. Será una tarea impopular entre gran parte de la población. Pero es el único camino que se avizora hacia la recuperación y la estabilidad, meta central para Brasil y países de la región, incluyendo al panorama exportador de Uruguay.

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