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Bajó las revoluciones

Aunque criticó al rey, Puigdemont se mostró más conciliador al reclamar mediación y diálogo
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05 de octubre de 2017 a las 05:00

Moderación. Si bien las opiniones están divididas, tanto en Cataluña como en el resto del país, los independentistas dejaron de lado su intransigente discurso y mostraron su disposición a generar condiciones para el diálogo.

Con un talante mucho más conciliador y menos confrontativo que el fin de semana, quizás crítico en algunos momentos, pero sin entrar en un terreno marcado por la inflexibilidad o las posiciones radicales.
Así se mostró este miércoles el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, al momento de dirigir un mensaje televisado a la población catalana y al resto de España.

La aparición pública del dirigente independentista se produjo veinticuatro horas después que el rey de España, Felipe VI, pateara el tablero al fustigar la actitud del gobierno catalán por haber promovido la consulta popular del pasado domingo, en el que hubo cientos de heridos tras la represión policial ordenada por el gobierno de Mariano Rajoy.

Un día antes, el monarca había acusado a la dirigencia catalana de "deslealtad", así como de quebrar el orden democrático e institucional español con su postura.

Puigdemont, principal impulsor del referéndum secesionista –que fue prohibido por la Justicia, a instancias de la impugnación presentada por el gobierno– devolvió la gentileza y condenó la posición del rey, pero lo hizo sin necesidad de ir al choque y sin recurrir a ninguna salida fuera de tono.

En los últimos tiempos, el presidente de la Generalitat se había convertido precisamente en un experto en buscar la confrontación, sobre todo con Madrid.

No obstante, aseguró que no aceptaba el mensaje del monarca y que este había ignorado a los catalanes, que consideró "víctimas de la violencia" el domingo.

Pero esta vez, sin dejar de reivindicar en ningún momento el derecho de los catalanes a expresar su posición, marcó la necesidad –y disposición– de encontrar un camino de diálogo para encontrar una salida a la crisis política que divide a la población de Cataluña y genera reacciones encontradas en España.

Sin salirse de ese libreto, Puigdemont –más afín al perfil de un negociador nato que al de un aguerrido provocador, tal como se mostró en los últimos tiempos– abrió los brazos a una eventual mesa de diálogo.

"Siempre estamos abiertos al diálogo", comentó, al tiempo que llamó a mantener el "compromiso" con la "paz y la serenidad".

Mientras reclamó la necesidad de que se produzcan acuerdos con el gobieno español, dijo necesitar "la mediación", aunque no especificó de parte de quién.

Pero el gobierno rechazó el pedido de mediación de Puigdemont mientras persista en su intención de declarar la independencia.

"Si el señor Puigdemont quiere hablar o negociar, o quiere enviar mediadores, sabe perfectamente lo que debe hacer antes: volver a la senda de la ley, que nunca debió abandonar", dijo un comunicado del gobierno.

Mientras tanto, este lunes 9, Puigdemont informará al Parlamento catalán los resultados del referéndum del domingo.

Sobre un total de 5,3 habilitados para votar, y de acuerdo a datos oficiales, lo hicieron 2,2 millones de personas.

Según la versión oficial, el "Sí" a favor de la independencia obtuvo 90% de los votos.
Ese mismo día, según estimaciones del gobierno regional, puede producirse la declaración unilateral de independencia.

Independentistas versus gobierno español

QUÉ GANAN

QUÉ PIERDEN

Marcha atrás catalana. Hasta el domingo pasado, la posición de los principales dirigentes catalanes se había mostrado inamovible y hasta ese momento no existían señales de que estuvieran dispuestos a negociar una salida.

QUÉ GANAN

Firmeza del rey Felipe VI.. La posición expuesta por el rey Felipe VI, que acusó a los dirigentes catalanes de haber quebrado el orden institucional, implicó un fuerte apoyo a los pasos dados hasta ahora por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

QUÉ PIERDEN

Represión de la policía española. La orden impartida a la Guardia Nacional y la Policía Nacional para evitar la consulta, lo que derivó en una dura represión a los votantes, mereció críticas locales e internacionales y le jugó en contra al gobierno.

QUÉ GANAN

Coherencia. De alguna manera, tanto el gobierno español como el gobierno regional catalán mantuvieron la coherencia de sus posiciones filosóficas frente a los ciudadanos que apoyaron desde el principio su actitud.

QUÉ PIERDEN

Exposición excesiva. Las dos partes se expusieron más de lo razonable al ingresar en una puja política, y sobre todo dialéctica, sin dejar hasta el domingo resquicios para tratativas.

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