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Claves de la guerra comercial entre China y EE.UU que quedó en una tregua parcial

Este sábado las dos potencias acordaron suspender aranceles, terminando con un mes de tensiones
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21 de mayo de 2018 a las 13:11

Para paliar la situación que provocó este tironeo entre ambos gobiernos, Pekín se comprometió a adquirir mercancías y servicios estadounidenses por valor de US$ 200.000 millones y reducir así el desequilibrio en la balanza comercial del que Washington se queja desde que Donald Trump accedió a la presidencia.

Con el fin de reducir el déficit comercial que mantiene Estados Unidos con China, que asciende a US$ 375.000 millones, el presidente Donald Trump anunció en marzo que se le iban a comenzar a aplicar aranceles por un importe de aproximadamente US$ 60.000 millones a los productos chinos que ingresarán a su país.

Según datos de la Oficina de Estadísticas de Estados Unidos, mientras el país asiático le vende US$ 505.000 millones al norteamericano, desde Estados Unidos a China se colocan US$ 130.370 millones.
Ante esta coyuntura, la Casa Blanca comenzó una guerra de arancele con algunas medidas parciales, que implicaron la imposición de gravámenes a las exportaciones chinas hacia Estados Unidos de un 25% para el acero y 10% al aluminio.

De esta medida quedaron afuera otros jugadores de la economía mundial como la Unión Europea, Brasil, México y Argentina.

Pero China respondió rápidamente para dar lugar a una especie de guerra comercial entre las dos potencias, fijando aranceles a más de 100 productos estadounidenses, entre ellos la carne de cerdo, frutas y vino. También se aplicó una suerte de medida espejo dirigida a los productos agrícolas estadounidenses como la soja, extremadamente dependiente del mercado chino y que es producida en estados favorables al presidente republicano. Pekín se disponía a imponer aranceles sobre US$ 3.000 millones de las importaciones estadounidenses.


De los diez mayores productores de soja del mundo, siete están en América, y entre Estados Unidos, Brasil y Argentina producen el 80% del total. Estados Unidos, el mayor productor de mundo, exporta casi el 60% de su soja a China.

Ambos países calcularon qué productos afectar con el objetivo de beneficiar a sectores nacionales específicos o garantizar el abastecimiento en otros mercados. Mientras Estados Unidos buscó proteger su industria imponiendo tarifas al acero y aluminio chino, los reguladores del país asiático han seleccionado productos como la soja y aviones, que puede obtener en otros mercados. Esta decisión provocó el alza del precio de la soja que alcanzó el valor máximo en los últimos 20 meses.

En tanto, los nuevos aranceles han beneficiado a algunas compañías estadounidenses dedicadas al acero, pero también al haber aumentado la demanda los precios han aumentado, lo que perjudica a las empresas que necesitan comprar ese insumo para producir manufacturas.

Antes de ser electo presidente, Trump había acusado al gigante asiático de estar "espoliando" a Estados Unidos y prometió combatir sus prácticas comerciales al asumir su cargo.También es cierto que China no abre sectores enteros de su economía a la inversión extranjera, reservando partes clave de su atractivo mercado y que ha captado toda la tecnología de punta posible en modos que generan reclamos de los países occidentales.

El pasado agosto el primer mandatario norteamericano ordenó una revisión del desequilibrio comercial entre ambos países que detectó varias prácticas "desleales" por parte de China, incluidas restricciones a la propiedad que empujaban a las compañías extranjeras a transferir tecnología a agentes locales, condiciones ilícitas para las compañías estadounidenses, inversiones chinas en industrias estratégicas estadounidenses y ciberataques lanzados desde suelo chino.

En el fondo, uno de los detonantes inmediatos de la disputa es el área de la competencia tecnológica. Trump ha denunciado las violaciones a la propiedad intelectual realizada por parte de empresas chinas y señaló que los aranceles son una especie de castigo a China por "robar" los avances tecnológicos estadounidenses.

Fue así que, con el objetivo de reducir el déficit en US$100.000 millones, Trump intentó forzar a China porque según varios economistas el país asiático depende más del mercado norteamericano que viceversa. Después de un mes de tensiones, finalmente este sábado las dos potencias acordaron suspender aranceles.

Acuerdo parcial en Washington

Tras conversaciones entre ambas potencias desarrolladas en Estados Unidos, el país norteamericano y China anunciaron que detendrán la imposición recíproca de aranceles, al acordar reducir el déficit comercial de un país con el otro.

Lea también: La disputa comercial EEUU-China y sus consecuencias en la región

El vicepresidente chino Liu He, dijo este sábado que "las dos partes llegaron a un consenso de no participar en una guerra comercial y aumentar los respectivos derechos de aduana", según lo citó la agencia oficial Xinhua.

Sin embargo, el secretario estadounidense del Tesoro, Steven Munchin señaló que si China no cumple sus compromisos, el presidente de Estados Unidos "siempre podría decidir volver a poner" sus aranceles.


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