Leonardo Carreño

Coincidencias en programas serán “punto de partida” para la discusión de la coalición

El surgimiento de Manini Ríos obliga a la oposición a zurcir sus diferencias

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18 de octubre de 2019 a las 05:00

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A menos de diez días de las elecciones, la principal certeza que tienen los analistas de opinión pública es que habrá segunda vuelta y que los protagonistas serán Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou.

El candidato oficialista afronta la recta final de la campaña con el objetivo de seguir creciendo en las encuestas, consciente de que cuanto más cerca esté del 43% más grandes son sus chances de recibir la banda presidencial de manos de Tabaré Vázquez.

El nacionalista, en tanto, aspira a conformar el primer “gobierno multicolor” del Uruguay. Sabe que no tiene una tarea sencilla, y durante estos meses ha intentado allanar el camino: ha evitado criticar a sus competidores optando por destacar las “coincidencias” que surgen de los programas de gobierno.

Su objetivo una vez que se abran las urnas y se conozca la nueva distribución de fuerzas en el Parlamento, es sentarlos a todos en la mesa para acordar las condiciones de la coalición, que será primero electoral –de cara al 24 de noviembre– y luego de gobierno, en caso de acceder a la Presidencia.

Allegados al líder nacionalista dijeron a El Observador que el “punto de partida” para acordar serán esas coincidencias en los programas, mientras que el instrumento que buscarán utilizar será la ley de urgente consideración. Entre los posibles socios se destacan Ernesto Talvi (Partido Colorado), Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) y Pablo Mieres (Partido Independiente), aunque Lacalle Pou ha señalado que quiere un gobierno sin excluidos y también ha mencionado a Edgardo Novick (Partido de la Gente).

Diego Battiste

Esta ley, que ha sido criticada por el Frente Amplio, ha sido defendida por Lacalle Pou bajo el argumento de que el primer año el Ejecutivo no tiene presupuesto propio, por lo cual las modificaciones que se pueden hacer fuera de la Ley de Presupuesto ameritan la utilización de este mecanismo.

Con Talvi ha coincidido en la necesidad de reducir el déficit fiscal y tener unidades reguladoras fuertes que fijen los precios, mientras que con Manini Ríos tiene coincidencias en la eliminación de la bancarización obligatoria.

Más allá de que los programas sean utilizados como hoja de ruta para las discusiones, el comando del nacionalista aún no definió acerca de la conveniencia de alcanzar un acuerdo de palabra con los otros socios o si repetir la experiencia de 1999 cuando blancos y colorados firmaron un compromiso programático con puntos específicos.

Ese acuerdo permitió a Jorge Batlle ganar las elecciones aunque se rompió en la mitad del 2002, durante la crisis bancaria, cuando los blancos liderados por Jorge Larrañaga decidieron retirar a sus ministros del gobierno por los incumplimientos.

Talvi dijo a El Observador que después de las elecciones buscarán ponerse de acuerdo en los “grandes ejes programáticos” y que no le da “mayor importancia” a la forma, es decir si ese acuerdo se sella de manera “oral o a través de un documento escrito”.

Leonardo Carreño

En tanto, desde el comando de campaña de Guido Manini Ríos, dijeron a El Observador que esperarán a conocer los resultados para iniciar los diálogos.

El candidato colorado piensa trabajar “muy duro” para que el proyecto opositor vea la luz, aunque no está dispuesto a darle un “cheque en blanco” a Lacalle Pou. “Eso incluye no solamente hacer campaña sino sentarnos a la mesa y saber que de alguna manera nuestros énfasis, nuestros objetivos también van a tener que ser contemplados. El apoyo está pero no es un cheque en blanco, tenemos que traducirlo en los cambios y no anticipo ningún problema para que eso ocurra”, señaló en una entrevista con El Observador este miércoles.

Talvi también reconoció que ingresará a una negociación en la que tendrá que ceder aunque intentará mantener la “armonía” de su programa de gobierno en el que enfatiza en la necesidad de hacer una “transformación educativa” y una “productiva” con el campo como locomotora de desarrollo.

El coordinador de campaña de Cabildo Abierto, Rivera Elgue aseguró a El Observador que hasta el 27 de octubre no van a establecer lineamientos para una coalición porque “en base a los resultados de las elecciones” definirán qué hacer y cómo negociar.

Sin embargo, el asesor dijo que cuando ese momento llegue serán “innegociables” las auditorías integrales de gestión y las auditorías contables que propone Cabildo Abierto en su programa.

Elgue sostuvo que todavía no se acercaron a ningún partido para llegar a posibles acuerdos y que nadie, ni si quiera el PN, se acercó a ellos, más allá de las señales públicas enviadas por Lacalle Pou estos meses.

Camilo dos Santos

El expresidente Julio María Sanguinetti dijo a El Observador que lo mejor hubiera sido llegar al 27 de octubre con un “acuerdo puntual” en temas esenciales como seguridad y educación, pero que eso “no se pudo” y ahora deberán construir una “propuesta de alternativa que sea creíble”. 

Sanguinetti dijo que la “alternativa” estaba en marcha luego de sentarse en la mesa principal del almuerzo de ADM que tuvo a Lacalle Pou como expositor.

Pese a esto, el líder de Batllistas consideró que la conformación de la coalición requería un “zurcido nada sencillo”, ya que hay “nuevos actores” que dificultaban las negociaciones.

De esta forma, se refirió a las diferencias que han quedado expuestas en esta campaña electoral, principalmente con Manini Ríos, y que Lacalle Pou deberá afrontar.

El candidato del Partido Independiente, Pablo Mieres, dijo este jueves en radio Sarandí que con Manini Ríos “nunca” haría un acuerdo. "El Partido Independiente tienen señales de identidad muy distintas”, entre otras cosas porque el líder de Cabildo Abierto está rodeado de personas "vinculadas a la dictadura que además la reivindican". 

En tanto, Talvi ha expresado sus discrepancias con el proyecto, el cual considera nacionalista y conservador.

El acuerdo programático de 1999
Las elecciones de 1999 fueron las primeras en las que hubo balotaje. El 31 de octubre, el candidato del Encuentro Progresista, Tabaré Vázquez, fue el más votado, recibiendo el 39% de las adhesiones, seguido por Jorge Batlle, candidato del Partido Colorado, con 31,9%. Tercero, a más de diez puntos porcentuales de distancia, se ubicó Luis Alberto Lacalle del Partido Nacional.  
El resultado fue considerado como un “desastre” por los blancos, quienes por primera vez en su historia se enfrentaron a la disyuntiva de tener que votar por un Batlle, el apellido de su enemigo histórico.
Sin embargo, esa noche ambos partidos dieron señales de acercamiento, privilegiando la bandera uruguaya por encima de sus colores partidarios y comenzaron los contactos para conformar una coalición electoral primero que luego se extendería al gobierno.
A los pocos días, la resistencia entre algunos nacionalistas se materializó a través de un graffiti pintado en el Centro de Montevideo que decía “¡los blancos no somos lacayos de Batlle!”.
Al anunciar que el directorio que presidía había comenzado a analizar formalmente un acuerdo con los colorados, Lacalle dijo a El Observador que sobre el Partido Nacional había caído una “tremenda, grave y profunda responsabilidad”.
El 9 de noviembre, blancos y colorados anunciaron su “compromiso programático”, que estaba compuesto de medidas sobre justicia social, reactivación de la economía, mejora del mercado laboral, desarrollo regional, descentralización, educación, salud y relaciones exteriores.
Para explicar la decisión del directorio, Lacalle citó durante un encuentro en Treinta y Tres al extinto caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate. “¿Qué se creen que tenía ganas de decir Wilson Ferreira cuando salió de la cana en Trinidad? Sin embargo, al que le robó la elección y le liquidó su futuro político, le dio la gobernabilidad. ¿Eso es ser blanco o no es ser blanco? ¡Así que éstos no me jodan a mí con que son más blancos que yo porque no votan a Batlle!”, afirmó.
En tanto, el líder emergente de los blancos, Jorge Larrañaga reconocía que Batlle había aceptado un “importante conjunto de condiciones” impuestas por los nacionalistas. “Lo que más motiva, por tanto, es que no estamos votando por Batlle, sino que lo hacemos por el programa de gobierno del Partido Nacional”, señalaba mientras que el candidato colorado agradecía el “apoyo”, principalmente del herrerismo.
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