Debido al home office extendido, la rutina se llenó de reuniones de trabajo online, charlas a distancia y hasta entrevistas virtuales de trabajo. Eso ha dejado en evidencia la falta de preparación de la mayoría para exponer en cámara sus ideas, proyectos, presentaciones y planes de trabajo. Por eso, es necesario aprender a gestionar tanto el discurso como el entorno hogareño, porque todo lo que se muestra vale tanto como lo que se dice.
Al estar a distancia se impone una cuarta pared que, en este caso, no es el borde del escenario de un teatro sino que la virtualidad plantea una separación que necesitamos superar con ingenio y, sobre todo, con competencia para hablar en público.
Distintos estudios de comportamiento coinciden en que el 75% de las personas padece de glosofobia, que es la fobia a hablar en público y de exponer sus ideas, ya sea en un pequeño grupo de conocidos como ante un auditorio con desconocidos. En esta nueva normalidad, esa fobia se puede agudizar. Influye no estar convenientemente entrenado para dar una charla online, pero también estar lidiando con cómo mantener la armonía familiar al mismo tiempo que la productividad laboral.
La dinámica de las presentaciones, el timming de atención/concentración del público, los estímulos sensoriales y los aspectos formales también se ven alterados al pasarlos al formato online. Estas ideas te ayudarán a prepararte con anticipación y prever los aspectos necesarios para que tu participación en reuniones online y charlas virtuales tenga impacto positivo.
La oratoria online tiene sus códigos respecto a la agilidad de las presentaciones o participaciones. La sugerencia es que te enfoques en contenidos cortos, específicos, que vayas al punto y que los presentes de una forma amena, sencilla y sin lenguaje rebuscado. La atención online se dispersa cada tres minutos; entonces, necesitás traspasar la pantalla con tu presencia y, por supuesto, el interés que despierte tu tema.
Una duración adecuada sería no más de 45 a 60 minutos continuados, con pausas y estímulos para tu público o audiencia, sean desconocidos o tus compañeros de trabajo. Si se trata de una actividad más extensa, se sugiere hacer breaks y pausas activas, para que se recobre la energía del auditorio virtual. En este formato no tendrás el registro de qué hacen las personas mientras te ven y escuchan. Incluso es posible que ni siquiera estén con sus cámaras activadas, por lo que vas a tener que trabajar permanentemente en captar su atención con distintos estímulos expositivos. Si te toca exponer luego del almuerzo o al final de la jornada, el desafío es doble.
Que seas muy renombrado o un experto en tu materia no significa que puedas transmitir tu expertise eficazmente en el formato online. Prepará materiales de apoyo para proyectar al compartir la pantalla y prevé tenerlo abierto y listo en tu computadora para no demorarte buscándolo mientras el público espera. Trabajá con imágenes (aproximadamente un 70% del espacio visual) y frases cortas que transmitan los conceptos.
Prevé espacios de rélax, para conectar de manera más humana: que activen las cámaras para verse todos, haceles algunas preguntas sencillas y fuera de guión, pediles que se pregunten algo entre ellos o cualquier dinámica que los haga participar e interactuar.
En el formato online es esencial tener ritmo, cadencias y matices al hablar. Nada peor que una presentación aburrida y con un orador monótono.
Cualquier presentación pasa desapercibida si no conectás con el público: necesitás “atravesar la pantalla” para que el público te sienta cerca y se genere un ida y vuelta virtual. La herramienta del storytelling te permite conectar tu tema con vivencias personales que enriquecerán el relato, ya que le agregarás el componente de la emoción.
En la misma línea funciona el uso de anécdotas, frases célebres o relatos y citas que sirvan de inspiración, conexión con el público, y a la vez, pueden servir de puente entre los distintos bloques de contenido. Hacé pausas: son tan valiosas como los silencios en la música; no abrumes a los participantes con información innecesaria: ve al punto, y enfócate en no más de dos o tres conceptos que quisieras que recuerden cuando haya finalizado la transmisión.
Recordá que los expositores expertos preparan siempre sus presentaciones: no improvisan. Ese es un costo que se paga caro, y además dejará al descubierto tu falta de capacidad profesional, porque por más bueno que seas, si no logras transmitir tus ideas, hay algo que falla en esa competencia esencial para cualquier actividad. El pensador Marco Aurelio dijo: “Antes de empezar a hablar, procura que en tu rostro pueda leerse lo que vas a decir.” Sé concordante entre lo que dices, lo que haces y lo que muestras con tus gestos; cuida tu mensaje y tus formatos de presentación, y verás cómo el resultado a lograr será superador y positivo, para ti y para el público.
Fuente: El Cronista - RIPE
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