Cuando Charles Darwin llegó a las islas Galápagos ya había entendido la evolución de las especies que había observado en Uruguay. La fortuna de haber atravesado una grave sequía durante su recorrida por la Banda Oriental le había permitido ver fósiles en los cauces de arroyos secos que eran como tatúes o mulitas gigantes. Evidentemente los tatúes y mulitas tenían parentesco con los gliptodontes.
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