Es martes en Buenos Aires. Es aún muy temprano y la siguiente escena se da en una verdulería de Don Torcuato. Sobre una heladera de puerta vidriada repleta de espárragos y radicheta, una radio replica la voz de Milei que se refiere a créditos UVA, plazos fijos y cuarta categoría de ganancias.
De golpe entra un pibe de unos 23 años y le pregunta al verdulero si le sobra algo para tirar…El comerciante le entrega dos calabacines machucados, tres manzanas (sin color manzana) y un paquete de lechuga que ya se va oscureciendo en las puntas…
El invisible le agradece, lo mira a los ojos con vergüenza, sale a la calle y se metamorfosea en carro para pelearle a las horas (no al día, para el invisible el día es una batalla minuto a minuto).
En la otra punta del conurbano un cura que desde hace unos años se hizo politeísta (cree en Dios y en Cristina) les avisa a los invisibles que votaron por Milei que ya no habrá un plato de comida para ellos… Para este sacerdote Milei es el demonio, y los que tratan con Mefistófeles no merecen comida. ¡Es un avance! Al menos no reaccionó como lo hacía la Iglesia en el 1200 con los acusados de bailar con brujas. A todo esto en las redes sociales ya se cavaron trincheras discursivas donde vuelan carpetazos para todos lados y se tirotea con letras al que votó al otro. ¿Y los invisibles? Los invisibles no tuitean, es difícil que tengan celular para hacerlo…
Mientras tanto, en ciudad Gótica los multimillonarios de la CGT se ponen en alerta por “lo que asoma”. Saben que sus vidas burocráticas ya han solucionado el futuro para sus hijos, nietos y tres generaciones. Pero se preocupan y piensan: ¡No vaya a ser cosa que algún día se pase de monarquía a democracia! Los invisibles no son su problema.
Pero hay otro tipo de invisibles. Son los cuentapropistas, son los del campo y los laburantes silenciosos del interior productivo, son los que vienen poniendo el lomo desde hace décadas para que una runfla que se retroalimenta recíprocamente viva en palacios y mansiones. No confundamos: pagar impuestos y dar lo de uno para que un compatriota pueda comer, tener cloaca y pavimento es una cosa; dejar la salud para que una corte viva como en Versalles es otra.
“No hay plata”
¿Quiénes son los asustados por esta frase?
Este aviso horroriza al único estamento que no sabe lo que es “no tener un mango”: los políticos. ¡La política esta aterrada! ¡Y cuidado! Cuando esta corporación entra en abstinencia se vuelve incontrolable y destructiva.
“Atención con los invisibles”
En Argentina ya nada será igual. Una logia de iluminados que venía enseñando a vivir, a votar y a pensar debería tomar nota de la (¿dislocación?) que se produjo hace una semana. Ya se comieron una curva y se muestran enojados echándole la culpa al votante, sería mejor volverse ellos mismos ‘pueblo’ y vivir como cualquier persona de bien. Trabajando y sin tirarle piedras al que piensa diferente. Ya lo dijo Octavio Paz: “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... del miedo a intentar otras cosas”.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá