Los temores a una desaceleración global volvieron a estar en el centro de la atención en los últimos días debido a la publicación de datos que muestran que la actividad empresarial en la zona euro se contrajo al ritmo más rápido en casi seis años y que la actividad de manufacturas en Estados Unidos se enfrió en marzo.
Esa realidad inquietante, que se suma a las dificultades de Argentina y Brasil, deberían ser motivo de preocupación en Uruguay y que el clima electoral no impida tomar medidas que contribuyan a capear mejor el temporal.
La bolsa de Nueva York cayó con fuerza el viernes 22 y los tres principales índices del mercado estadounidense tuvieron el mayor retroceso porcentual diario desde el 3 de enero pasado, debido a que débiles datos fabriles de Estados Unidos y Europa provocaron una inversión de la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro.
Análisis de Reuters dan cuenta de una “clara advertencia” a los mercados de EEUU “de una próxima recesión” con el dato en la mano de que el diferencial entre los rendimientos de los papeles del Tesoro a tres meses y los bonos a 10 años cayó bajo cero por primera vez desde 2007. Una inversión de la curva de rendimiento se considera en general una señal adelantada de una recesión.
También este mes hubo información de una menor actividad fabril de Europa y Japón. Las fábricas de la zona euro, de 19 países, sufrieron su mayor contracción en casi seis años, mientras que en Japón llegó a su nivel más bajo en casi tres años por el impacto de una desaceleración económica de China. En el caso de Europa, además, es probable que el cierre del PIB del primer trimestre del año no sea tan alentador como se esperaba.
Los malos desempeños del sector fabril de los países industrializados responden a las tensiones comerciales que están dejarando su huella en la producción, según encuestas, en un revés para las expectativas de una pronta recuperación de la economía mundial.
En Brasil, ha habido un cambio de humor del mercado por las menores expectativas a que se apruebe una imprescindible reforma de la seguridad social, a estudio del Congreso, para bajar el alto déficit fiscal que golpea a la economía.
En ese contexto, el gobierno del presidente Jair Bolsonaro –que ha perdido popularidad- disminuyó sus proyecciones de crecimiento para el PIB del país en el 2019 y redujo también su meta de inflación, después de una serie de indicadores que apuntan a que la recuperación está perdiendo impulso.
De Argentina tampoco llegan buenas noticias. El gobierno de Mauricio Macri enfrenta una crisis de deuda pública, en un contexto de recesión económica y alta inflación, un cóctel explosivo que, de concretarse, no augura buenas noticias para Uruguay.
La preocupante marcha de la economía mundial y regional no llega en un buen momento para un Uruguay de aumento del déficit fiscal, una alta deuda pública –que no deja mucho margen para aumentar el endeudamiento-, baja inversión privada, problemas de empleo y de desempleo, en el marco de una economía de menor vigor.
Es por eso que es necesario manejarse con mucha prudencia en el año electoral y sería buena cosa que sin más demora el gobierno actual se aplicara en serio lo que dijo el ministro de Economía, Danilo Astori, la semana pasada en ADM: “Hay muchas cosas para corregir y hacer”.
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