Hace unos 35 años, Carlos Sanchis no terminó la carrera de profesor de educación física porque priorizó otras cosas en esa etapa de su vida. Y cuando finalmente inició su actividad laboral lejos estuvo de dedicarse a lo que hoy hace –es uno de los principales industriales del sector minero en Uruguay y preside la Asociación de Mineros de Artigas–: tuvo casas de fotografía y discotecas.
Artigas tiene entre sus riquezas un extenso y muy rico yacimiento de amatistas y ágatas, que hoy genera ingresos al departamento por unos US$ 45 millones al año, además de unos 2.000 empleos directos. Si bien son cifras relevantes, por el posicionamiento internacional del producto y el conocimiento generado en la zona podrían duplicarse en cinco años. Para que suceda, es clave aumentar el volumen de exportaciones de piedras industrializadas, disminuyendo la salida de piedras en bruto.
Eso afirmó a El Observador Carlos, director de la empresa Le Stage SA, que emprende diferentes procesos que consideran todo el ciclo productivo: la extracción de ágatas y amatistas, su industrialización y exportación.
“Sin dudas, este sector es el mayor diferencial que posee Artigas como motor de desarrollo socioeconómico y hay en la ciudad ejemplos que lo demuestran, sobre todo en los últimos 10 años”, afirmó.
A pesar de que la amatista uruguaya por sus características naturales es notoriamente la mejor del mundo, sin proponérselo Brasil fue quien impuso en el contexto internacional esa imagen. Históricamente, el 80% de la amatista que se vende en el mundo se produce en Brasil, que también ha comprado, industrializado y vendido casi la totalidad de la producción artíguense y para venderla a mejores valores diferenció ambos productos, difundiendo el mayor nivel de calidad de la uruguaya.
“Así han logrado imponer en el mercado internacional de los minerales que cuando se juntan las palabras amatista y Uruguay todos saben que habla de la mejor calidad existente”, resaltó.
Sobre las ágatas, a pesar de ser un producto de menor valor natural que las amatistas, dijo que también están teniendo gran demanda.
Le Stage, la empresa a la que Carlos dirige, exporta el 100% de lo que produce. Por la dinámica histórica del mercado, la amatista se exporta desde Uruguay y Brasil a todo el mundo "pronta para el consumidor final", característica del mercado que se mantiene inclusive con China.
China es el comprador más importante y adquieran empresas comerciales instaladas en alguno de los dos grandes centros comerciales de minerales, en Guanzhou y Donghai. Estados Unidos y Europa son los otros destinos importantes para la exportación de amatistas.
El sector minero artiguense exporta de tres modos: amatistas en bruto –dos tercios del total producido en volumen y tiene como destino Brasil, donde se la procesa y deriva al resto del mundo-; amatistas industrializadas –el otro tercio de la producción–; y ágata en bruto que solo China lo industrializa.
Carlos añadió que el tercio de la producción de amatistas que se industrializa en Uruguay y se exporta ha sido en 2022 el que más ingresos generó, US$ 17 millones, en tanto la amatista en bruto logró US$ 12 millones y la exportación de ágatas US$ 16 millones.
Valoró, en ese sentido, una visita que el año pasado realizó a Artigas la vicepresidenta Beatriz Argimón: “Conoció a fondo el sector, se dio cuenta de esa realidad y del impacto de la actividad en la comunidad. Con ello, Presidencia de la República generó un decreto que favorece a las empresas con la exoneración de hasta un 80% del pago de impuestos a la renta en el caso que se industrialice en Uruguay”.
“A ese decreto hay que aprovecharlo para desarrollar la actividad, ya que tiene validez por los próximos ocho años y los beneficios se irán recortando cada tres años”, agregó.
Afirmó también que “es muy valioso y seguramente tendrá un importante impacto, está vigente desde este año, Artigas lo va a disfrutar mucho ya que motiva a que las empresas apuesten por la industrialización”.
Otra meta trazada, apuntó, es el e-commerce direccionado al consumidor final. “Estamos trabajando junto a técnicos de diferentes áreas públicas, en desarrollar políticas y normas que lo posibiliten y faciliten esta modalidad comercial. Tenemos un producto ideal para exportar en pequeña escala, podemos vender una piedra en US$ 100 y entregársela directamente a un cliente en Tokio, Seúl, Múnich o Nueva York…, ojalá podamos hacerlo”.
Carlos no se dedicó a esto desde el comienzo de su actividad laboral. Tras la adolescencia, con su padre en Artigas y su madre en Montevideo (ambos empleados públicos y también pequeños empresarios), estudió educación física, sin recibirse dado a que entonces sus prioridades fueron otras, "mantenía una concepción sibarítica de la vida".
En la década de 1970 su padre y un tíoabuelo armaron un taller en Artigas para producir ceniceros con ágatas, con muy baja tecnología y gran dificultad. Ese fue un vínculo para Carlos con el sector.
Otro fue que, en una fracción de campo familiar, desde los años 30 se extrajeron amatistas para joyería, las cuales eran de excepcional calidad. Lo hacían "a pico y pala", hasta que en la década de 1980 su padre adquirió una retroexcavadora para extraer estas amatistas con mayor facilidad, “debido a que esta piedras eran guachas, se daban con muy poca frecuencia y cada vez que encontrabas una geoda se volvía a gastar su valor para encontrar la siguiente”. Esa excavadora terminó siendo más útil para brindar servicios a terceros en las canteras de la zona de los Catalanes, donde se ubica el real yacimiento artiguense. Y ese, a la postre, terminó siendo el vínculo definitivo con la actividad.
“En esa época yo acompañaba, no era muy fanático del negocio de las piedras, emprendí otros, uno con mis mejores amigos: una discoteca llamada Tazmania, lo cual nos vinculó a toda la movida nocturna de Uruguay del este, así como la existente en Rio Grande do Sul, Brasil, ya que esa discoteca funcionaba en Quarai, frente a Artigas, pero contaba con la asistencia de público de ambas ciudades, cosas de frontera”, recordó.
Todo esto fue posible, dijo, “pues siempre conté y contamos con el apoyo de mi padre, quien además de padre siempre fue mi gran aliado y amigo en la vida, un tipazo que laburó toda la vida sin darse un día de vacaciones y a pesar de tanto remar la jugada no le salió como pretendía. Un día me llama y traslada que debido a una secuencia de sucesos la situación económica familiar estaba muy comprometida, algunas inversiones no habían resultado como se esperaba, era obvio que necesitaba una mano y no podía mantenerme ausente. Si vendíamos todo lo que había, pagábamos solo un tercio de la deuda”.
“Luego de un breve análisis de la situación, por las características del negocio y el resultado obtenido por muchas empresas, sobre todo las brasileñas compradoras de amatistas en Uruguay, entendí que ese era el negocio que tenía músculo suficiente para revertir esa difícil situación. Descarté todo lo demás en lo que estaba envuelto. Para salir adelante había que meterse con todo y crear un negocio con poder suficiente como para atender los compromisos existentes”, contó. Y lo hizo, se metió de lleno en la actividad, a tiempo completo y sin tregua.
“Desde esa época han transcurrido más de 20 años, ha pasado mucha agua bajo el puente y por suerte pudimos revertir aquella dura situación, hoy estamos trabajando de otra manera, pudiendo hacer casi todo lo que soñamos con algún día poder hacer. En la empresa en el formato actual trabajan alrededor de 350 personas y otro tantos de manera indirecta. Vendemos desde Uruguay al mundo un producto finalizado y de alta calidad, es algo que nos da una enorme satisfacción”, concluyó.
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