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Del aterrizaje de votos a bancas

Ni las bancas por partido son por departamento ni existen los “restos”
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01 de septiembre de 2019 a las 05:00

Si complica entender algo es partir de imaginarios sobre las cosas diferentes a cómo son. Y más complica si lo que se busca es el aterrizaje de los votos en bancas y se parte de imaginarios erróneos. Hay dos relevantes: el tema de las bancas de diputado por departamento y el tema de los restos de votos.

La Constitución de la República -al menos en lo que refiere a la materia electoral- está redactada con algunas imprecisiones, una importante cantidad de supuestos y no siempre con un desarrollo lógico perfecto. Pero además a veces se le da más importancia a lo que va segundo y menos a lo que va primero. Quizás por la forma de organizar la hoja de votación, o de las campañas electorales, o el papel de los candidatos, se piensa que es una elección departamentalizada. Inclusive hay alguna información oficial que confunde las cosas.

Cuando se lee la Constitución, lo primero que surge (primer párrafo del artículo 88) es que “La Cámara de Representantes se compondrá de noventa y nueve miembros elegidos directamente por el pueblo, con arreglo a un sistema de representación proporcional en el que se tomen en cuenta los votos emitidos a favor de cada lema en todo el país”. Luego, el tercer párrafo, agrega “Corresponderán a cada Departamento, dos Representantes, por lo menos”.

A su vez, de manera que se construye a través de distintas disposiciones, surge que esa elección se realiza por Doble Voto Simultáneo strictu senso, es decir, que el orden lógico del voto implica que se vota en primer término por un lema y en segundo término por una lista de candidatos, y que ello se hace simultáneamente. Dicho de otro modo, que se vota en un primer lugar lógico por un partido y en un segundo lugar lógico por una candidatura o conjunto de candidatos, y que ese voto se emite de manera sincrónica. Lo que diferencia la elección de representantes de la de los componentes de otros cuerpos (senadores, ediles, concejales) es que el voto por el lema (partido) se realiza en una circunscripción única nacional y el voto por la lista o conjunto de candidatos se emite en circunscripción departamental.

Esta diferencia de dos niveles determina que para la competencia entre los partidos lo único que importa es la circunscripción única nacional, vale decir, los votos obtenidos por cada uno en todo el país. Este sistema de circunscripción única determina que cualquier partido político adiciona los votos que recoge en la totalidad del país, no hay votos perdidos. Y lleva a otra conclusión muy simple: para saber las bancas que corresponden a cada partido lo único que importa es conocer el total de votos habidos en todo el país, sin importar absolutamente para nada el resultado a nivel de lo departamentos. Así es que se adjudican las 99 bancas a los partidos.

Los departamentos entran a jugar en etapas siguientes, cuando se trata de distribuir esas 99 bancas entre los 19 departamentos, y ver cuántas bancas corresponden a cada partido en cada departamento. Y como consecuencia de ello, esas bancas a qué listas se adjudican y por tanto, tema nada menor para los interesados, qué personas han resultado elegidas.

El otro equívoco, respecto a lo que se oye hablar cotidianamente, es sobre los “restos de votos”. Bueno, hay restos de votos en los países en que se aplica una representación proporcional por los métodos de cuota y la adjudicación se complementa con algún tipo de mecanismo que utilice los restos. El método de cuota es el que determina una cantidad determinada de votos para obtener una banca, y el excedente de votos se llama restos, y estos se utilizan de determinada manera (lo más común, por el llamado “Mayor Resto”, o con más precisión, los restos mayores).

El sistema uruguayo corresponde al otro conjunto de sistemas proporcionales, los conocidos como métodos del divisor, en que las bancas son producto de la comparación de los diferentes cocientes de los partidos entre sí. Y dentro de los métodos del divisor, este país utiliza el diseñado por el matemático belga Víctor d’Hondt, que emplea como divisores la serie de números naturales (1 para la primera banca de cada partido; dos, para la segunda; tres, para la tercera, y así sucesivamente).

Los métodos del divisor llevan a que se haga una división partido por partido, banca por banca, a los efectos de comparar cada cociente. Hay un atajo al método d’Hondt inventado en Uruguay por el entonces diputado por Maldonado Máximo Halty, que supone cambiar el algoritmo sin alterar el resultado, para lo cual primero se adjudica un número de bancas como si fuese un método de cuota. Para ello se divide el total de votos válidos, afirmativos o positivos (los emitidos en favor de partidos) por el total de bancas (99), lo que arroja una cuota; luego se divide el total de votos de cada partido por la cuota, y se obtiene el total de bancas que cada partido logra por cuota entera o como se dice en Uruguay “por cociente entero”. Para las demás, sí, hay que continuar con el método d’Hondt tal cual es.

Por eso, como se trata de un sistema de comparación de razones matemáticas, no importan los restos, es decir, los votos excedentes a la cobertura plena de una, dos o el numero que fuere de cuotas. Importa la relación aritmética de los votos de los partidos entre sí. De allí surgen reglas muy conocidas, como que si se disputa entre dos actores dos bancas, si el primero duplica al segundo se lleva las dos, y si no lo duplica, cada uno lleva uno. U otra de mucho uso, que si hay cinco bancas en disputa entre dos actores, caben solo tres resultados: 5 a 0, 4 a 1 o 3 a 2.

Pero si el primero tan solo duplica al segundo, la relación de bancas queda 4 a 1 (con el doble de votos, el cuádruple de bancas), pero si no lo duplica, aunque la relación matemática resultante sea 3,3 a 1,7, la relación de bancas será 3 a 2.
Esto no es una descripción del sistema, sino algunos ejemplos para evitar razonamientos inexactos y cálculos erróneos.

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