Se llama Eduardo Fernández pero en el Frente Amplio y en cada lugar al que va todos lo llaman Lalo. Empleado de carrera del Banco República, donde empezó como limpiador, vive desde 1988 en una cooperativa de la zona de Sayago, aunque espera cada verano para pasar unos días en el balneario Antoniópolis, en Rocha.
Como tantas otras veces, hasta allí llegó Daniel Martínez un mediodía de enero de 2015 junto a su esposa Laura Motta. El plan era almorzar. Fernández se había jubilado del banco y en su cabeza tenía todo pronto para instalarse definitivamente en la costa atlántica.
Todo iba como de costumbre hasta que Motta provocó a Martínez: “‘Decile’”, le dijo Laura al “Pelado”, relató Fernández a El Observador. “Entonces Daniel me pidió si podía venir a ayudar a coordinar su grupo de campaña para las municipales. A los 15 días estaba en el local de la calle San José”, recordó. Luego coordinó la transición con la gestión de Ana Olivera y se quedó.
Afiliado al Partido Socialista (PS) en 1972, en los tiempos electorales que corren es uno de los principales asesores y operadores políticos del precandidato frenteamplista Martínez en cuestiones de estrategia y para sentarse a hablar con los grupos del oficialismo que lo apoyan y también con los que no.
Entrador en cualquier ronda de conversación pero duro para negociar, quienes lo conocen aseguran que tampoco olvida a quien siente que lo traicionó. Él se reconoce por momentos gritón pero, ante todo, afirma que aprendió del histórico líder sindical José D’Elía que “nunca hay que cortar los puentes”.
“Yo soy conciliador pero soy profundamente discutidor y peleador. Soy duro. Soy duro y me doy cuenta después de que pasaron las cosas que a veces cuando hablo, hablo muy fuerte. Lo que pasa es que siempre uno discute y pelea pero hay que llegar a una conclusión. ¿Si no para qué sirve?”, dijo Fernández.
La explicación del vínculo entre Martínez y Fernández tiene varias razones más allá de compartir la pasión por el club Defensor.
La relación, que empezó siendo sindical en tiempos de dictadura (1973-1985), es desde hace varios años de amistad familiar e incluye entre otras cosas dibujos que las hijas de Martínez le hacían de chicas al señor de barba que veían mucho junto a su padre.
“Con Daniel (Martínez) nos encontramos por el 1981. Ellos en la Federación Ancap (Fancap) estaban en un proceso distinto. Querían conformar un sindicato clandestino y empezaron a venir a AEBU a ver cómo podíamos apoyarlos. Ahí nos conocimos con él y con Hugo de Melo. Yo sabía que uno de ellos era socialista pero no sabía quién. La anécdota es que yo pensaba que el socialista era De Melo y el del PVP era Daniel Martínez”, contó.
Después de más de 30 años de militancia paralela, y tras el revolcón de 2010 donde Martínez buscó ser candidato a la intendencia pero el FA proclamó como postulante única a Ana Olivera, el ahora precandidato presidencial fue a buscar en 2015 a su antiguo compañero por la revancha.
Tres años y medio después Fernández usa un parelelismo futbolero para definir su rol polifuncional en el equipo del intendente. “Soy una especie de (Diego) Laxalt. Soy lateral pero juego de volante”, continuó.
El exdiputado socialista y también exdirigente de Aebu, Gustavo Bernini, afirmó que los dos tienen una relación de tantos años que consideró “natural” que Fernández lo acompañe y que le confíen los principales temas. “Lalo está en todo lo importante”, dijo.
Ahora, rumbo a las internas presidenciales, suele aparecer detrás de Martínez en cada acto y al lado en cada reunión. Aunque pocas veces se lo escucha hablar en público, en el círculo de confianza del precandidato ninguno duda de su relevancia.
Hijo de un obrero de la zona de Colón, Fernández ingresó como funcionario al banco estatal en 1968 y desde el inicio se afilió a AEBU. Destituido y preso por tres meses en 1980 durante la dictadura, fue la militancia sindical la que lo acercó por primera vez a Daniel Martínez, quien era un referente de la Federación Ancap.
Martínez y Fernández militaron en el equipo sindical del PS y comenzaron a ganar confianza.
“Hoy en día la militancia y la forma son distintas. En los 1970 teníamos la visión del socialismo real como algo muy fuerte en el mundo. Ahora hay diferencias. El Frente tiene que elaborar mucho más a partir de su propia experiencia”, reflexionó en la distancia.
Como presidente del sindicato de bancarios desde 1985 y durante 20 años, Fernández lideró una línea moderada en el PIT-CNT que nucleó distintos dirigentes dentro de la Lista 98. Uno de los que lo acompañó en ese camino fue Manuel Negro, exsecretario general de AEBU, quien contó “la gran facilidad” que tenía Fernández para llegar a un lugar y a los 15 minutos “tener a todo el mundo alrededor de él”.
Había pensado dejar la dirección de AEBU en 2001 pero cuando explotó la crisis social y financiera se quedó. Negro recordó que en el equipo de dirección de AEBU Fernández “recorría las tubulares”, porque hablaba con todos.
Tras dejar finalmente AEBU, en 2006 Fernández fue electo secretario general del PS por un voto y así desplazó al ala ortodoxa de la dirección partidaria que por años había estado liderada por el fallecido Reinaldo Gargano. También ofició como suplente de Martínez en el Senado. Así avanzaron y siguieron pasando los años.
Durante su paso por la secretaría general del PS enfrentó la renuncia al sector de Tabaré Vázquez, que se alejó luego de que un Congreso del PS objetara en 2008 el veto del Poder Ejecutivo encabezado por Vázquez a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que despenalizaba el aborto. “Lo viví muy mal. Tabaré no me llamó por teléfono, me mandó una nota”, dijo. “Lamentablemente yo creo que Tabaré estaba muy equivocado. Se lo dije en aquel momento”, dijo. “Me dolió mucho porque antes que renunciara me hubiera gustado discutirlo”, agregó sobre ese episodio con el presidente.
La frustrada campaña de Martínez a la intendencia en 2010 fue otro tema que lo marcó. El asesor del socialista sostuvo que en esa época debía haberse puesto firme en la interna del Frente Amplio para que se abrieran las candidaturas múltiples. “Si de algo me arrepiento es de no haber metido más en ese momento”, confesó.
“Creo que los revolcones no son para sentirse derrotados sino para aprender. ¿Y qué aprendimos? A saber esperar”, dijo a la distancia del hecho de 2010, mientras augura que las urnas le permitan seguir todavía un poco más.
Sobre el final de la charla, reveló su acuerdo con Martínez. “Tenemos confianza pero siempre hay que estar renovándola. Por lo tanto yo trato de dar todo hasta donde llega y si hay algún momento en que Daniel precisa de otra cosa tiene que ser sincero y decirlo. Eso lo tenemos acordado entre los dos”, aseguró.
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