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EEUU: la deuda pública y la política monetaria

Otro desencuentro entre Donald trump y los congresistas republicanos sobre el plazo de pago de la deuda pública
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06 de octubre de 2017 a las 05:00

Por Alberto Bensión

En setiembre, el gobierno de Estados Unidos del presidente Donald Trump y la Reserva Federal anunciaron dos decisiones de importancia en sus respectivas áreas de competencia. Ambas se ajustaron a la expectativa previa de los mercados, con algunos agregados de interés.

A principios de mes, Trump acordó con los congresistas demócratas un aumento del límite de la deuda pública con vigencia hasta el próximo 8 de diciembre para financiar el aumento del gasto necesario para atender los daños causados por los recientes huracanes Harvey e Irma.

El acuerdo se logró pese a la opinión contraria de la mayoría de los congresistas republicanos y también del secretario del Tesoro Steven Mnuchin, que deseaban un plazo de vigencia más extenso para el nuevo límite. Porque dentro de tres meses, en un mes muy especial, el plazo para la discusión parlamentaria de un nuevo límite será muy limitado, teniendo en cuenta que además deberá incluir el gasto para la construcción del muro fronterizo con México. Ante esta urgencia, la posición negociadora de los demócratas tendrá más fuerza que la del oficialismo.

Además de esta nueva muestra de diferencias entre Trump y los congresistas republicanos, en el curso de la negociación el presidente se manifestó partidario de prescindir para siempre del tope legal de la deuda pública, con el fin de evitar los desencuentros políticos que se manifiestan en cada ocasión en que es necesaria su actualización. Alcanza con recordar los sucesos del 2011, cuando en el medio de una disputa política sobre este mismo asunto, el gobierno federal dejó de funcionar por unos días porque no pudo endeudarse para financiar el gasto correspondiente.

Las agencias calificadoras de crédito ya han señalado desde hace tiempo que el sistema actual es una fuente permanente de inestabilidad, en tanto la autorización para gastar y el límite de la deuda se deciden en dos leyes independientes.

Pero ambas posiciones no son de aceptación para un sector de los republicanos, que en el pasado han condicionado el ajuste del límite de la deuda a una baja del gasto público. Por ello, no hay perspectivas de un cambio en la institucionalidad vigente, un tema no menor teniendo en cuenta que la deuda pública equivale en la actualidad a 108% del PIB, uno de los niveles más altos entre los países desarrollados.

En cuanto a la política monetaria, el otro componente principal de la política económica, a mediados del mes pasado, la Reserva Federal decidió mantener sin cambios el nivel de la tasa de interés en el margen actual de entre 1% y 1,25 % anual y también su previsión de un próximo aumento, al tiempo que anunció el inicio de un progresivo desmantelamiento del programa de expansión monetaria de los años previos.

En su anuncio, la Fed adelantó que este año habrá una nueva suba de la tasa de interés, que el año próximo será seguida por nuevos aumentos de hasta tres cuartos de punto. Ello dejaría a la tasa en un nivel del 2,25%, medio punto por debajo del 2,75% anual, que se estima es el nivel de equilibrio de largo plazo.

En cuanto a la rebaja de los activos monetarios, ella habrá de procesarse en forma gradual a partir de US$ 10.000 millones mensuales desde el mes que viene, dividido entre US$ 6.000 millones de valores del Tesoro y US$ 4.000 millones de valores con garantía hipotecaria. Este nivel habrá de ser aumentado en US$ 10.000 millones cada tres meses hasta un total de US$ 50.000 millones, compuesto por US$ 30.000 y US$ 20.000 millones respectivamente.

La Fed considera que la economía está en un período de sana expansión, con un crecimiento del 2,1 % en el primer semestre del año. En cuanto a la tasa de desempleo, se espera que en el corto plazo se mantenga en el 4,6% para bajar luego a un mínimo de 4,1% en el 2018 y 2019.

Sobre la inflación, pasado el efecto transitorio de los huracanes, se espera que en el corto plazo se estabilice en su nivel actual, inferior a la meta del 2% anual, para subir luego en forma gradual hasta alcanzar esta meta en el 2019.

Hasta aquí todo estuvo más o menos de acuerdo con las previsiones de la opinión especializada. Pero con vistas al futuro inmediato, hay dos asuntos dominados por una cierta incertidumbre.

El primero de ellos es que la evolución actual de los precios no termina de ofrecer una base firme para el diseño de la política monetaria.

Las actuales autoridades de la Fed acaban de admitir que no tienen una opinión definida sobre las causas del bajo nivel de la inflación, aunque confían en que en los próximos meses ella habrá de evolucionar al alza de forma lenta pero persistente. Por ello es que fue ya anunciado el próximo aumento de la tasa de interés antes de fin de año.

En cambio, otras opiniones sostienen que la debilidad de la inflación habrá de persistir en el futuro inmediato, lo que permitiría un mayor gradualismo en la suba de la tasa de interés, aún dentro de la trayectoria que acaba de anunciar la Fed.

Estos matices de diferencia no son triviales, porque se están manifestando en vísperas de la casi segura sustitución de la señora Yellen al frente de la Fed a partir de los primeros meses del año próximo, con posibilidades de un cambio de orientación en la política monetaria aplicada hasta ahora.

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