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El #10yearchallenge de la política uruguaya

La comparación de fotos de 2009 y 2019 muestra realidades bastante diferentes
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19 de enero de 2019 a las 05:01

Un desafío irrumpió en redes sociales al inicio del año, para ver quiénes se animaban a reflejar el impacto del paso de tiempo en términos de una década. En el siglo XXI todas las cuestiones de formulación compleja se reducen a un latiguillo, una expresión de marketing que se comprime a una palabra, que se identifica como el “hashtag” (etiqueta) y que une vocablos precedidos del signo numeral. Es todo más fácil, más ágil.

Como la primera etiqueta para el juego era larga, “How Did Age Hit You Challenge” (el reto sobre ¿cómo te golpeó la edad?) alguien lo comprimió a la de “#10yearchallenge”, o sea el “reto de 10 años”, y así lo que nació en la red Facebook desbordó Instagram y Twitter cuando cientos de miles de personas de todo el mundo, fueron divulgando fotos de 2009 y 2019 de ellos mismos, en situaciones más o menos similares.

Apliquemos ese desafío a la política uruguaya, lo que permite ver la evolución de los partidos y líderes en una carrera electoral: como este país elige presidente y renueva el Legislativo cada cinco años, el reto calza justo para comparar la “foto” del 2009 y la del 2019, al inicio de la carrera hacia las urnas. 

Aunque “diez años no es nada” y, como el tango gardeliano, “es un soplo la vida”, la foto es sustancialmente diferente.
Tabaré Vázquez era y es el presidente, pero los otros presidentes de la región –que conformaron la “ola progresista”, no están para la foto: Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay), Alan García (Perú), Cristina Fernández (Argentina) y Michelle Bachelet (Chile).

Sigue Evo Morales en Bolivia, que perdió el referéndum para habilitar su reelección, pero desconoció el resultado de las urnas y va igual a postularse por una curiosa interpretación de derechos.  

La foto de Tabaré es diferente: en 2009 era un líder fuerte en el Frente Amplio, pero desafiado por José Mujica. Ya no era el jefe omnipotente de la izquierda uruguaya, pero su capital político era gigante, con más de cuarto siglo como el político más popular del país.
En el promedio de 2008, Vázquez tenía una aprobación de 47%, mientras que a fin de 2018 logró solo el visto bueno de 24% de la población.

La desaprobación de 2008 era de apenas 21%, y diez años después cerró con un rechazo de 51%, o sea que el saldo neto pasó de un positivo de 26 puntos a un negativo de 27.

Danilo Astori era muy popular y la economía lucía vigorosa, pese al sacudón internacional de 2008. 
Los uruguayos que hace diez años veían que la economía estaba “mal” o “muy mal” eran apenas 24%, pero una década después y pese a que el PIB ha seguido en alza, esa visión negativa la tienen el 49%.
El país no es otro, pero ha cambiado mucho.

La región, el continente han mutado políticamente. En la “foto de preocupaciones” del 2009 recién llegaba la inseguridad al principal lugar. Eso se mantuvo en diez años, pero agravado. En diciembre de 2008, la suma de primera y segunda mención de preocupaciones daba 22 puntos para inseguridad; la de diciembre de 2018 dio 72 puntos. Y eso explica uno de los factores de disgusto con el gobierno del Frente, porque muchos sienten que no hubo reacción efectiva al problema.

En Uruguay, gobierna el mismo partido y el mismo presidente, pero la foto de la competencia interna en el oficialismo ofrece una renovación total. El socialista Daniel Martínez ya había sido puesto a consideración como presidenciable en diciembre de 2008, pero tanto él como el PS decidieron apoyar a Astori.

El Frente iba a la elección con una interna competitiva entre dos líderes potentes, uno de la tendencia socialista-comunista y otro de la socialdemócrata y socialcristiana.

Ambos líderes y el presidente, eran los tres políticos más populares del país. Repasando la historia del Uruguay, y aún sin contar con sondeos de opinión para tiempos lejanos, es inédita aquella foto de 2009 de los tres líderes con mayor simpatía popular, todos del mismo partido.

Vázquez tuvo en 2009 un nivel de simpatía de 77% en el año (promedio), y ahora arranca el año con 40% que no es un mal registro, pero cuando se ve la antipatía, la caída de popularidad es muy fuerte.

Mujica logró en 2009 la simpatía de 62% de los uruguayos (promedio anual) y hoy en la foto de simpatías está al tope del ranking, pero con 40%. Y lo que cambió mucho, es la antipatía hacia el veterano líder: los que no lo querían eran apenas 22% y eso se duplicó.
En tanto, en la oposición, las fotos de uno y otro año son muy diferentes. 

Entre los nacionalistas, Lacalle de Herrera resurgía con fuerza para ganarle a Larrañaga una interna muy pareja, y confiaba en que si Mujica era el candidato frentista, eso daba chance a la oposición.

En la foto de hoy sigue Larrañaga como uno de los líderes, y hay otro Lacalle, el hijo del expresidente, que ya en 2014 se ubicó como el dirigente opositor de mayor poder. Y se han abierto corrientes, sectores, lo que da a los blancos una diversidad mayor a la de aquel 2009. 
Entre los colorados, Bordaberry crecía y levantaba a un partido que había salido muy golpeado en la elección anterior, para ganar por amplísima ventaja a Amorín Batlle y a Hierro López. En el medio pasaron muchas cosas, pero el senador quincista de apellido ilustre sigue al firme, emergió un economista prestigioso como precandidato y volvió Sanguinetti. Ni hace diez años, ni el verano pasado, no había un observador que creyera que el dos veces presidente, iba a estar en el ruedo de nuevo con 83 años.

Lo que quizá no se vea tan claro, es algo novedoso de este 2019 diferente a aquel 2009 (es posible que haya que esperar tiempo para que sea más visible).

En aquel entonces era entendido que blancos y colorados se unirían para un balotaje como ya lo habían hecho en 1999, pero ahora esa “foto” es diferente, más amplia: es la foto de las denuncias por la gestión en Ancap, la de la presentación de un proyecto sobre “cincuentones” o de otros casos similares.

Ya no es “rosada”, en la calificación despectiva que hace la izquierda sobre alianzas entre blancos y colorados, sino que ahí confluyen dirigentes de centroizquierda como los conductores del Partido Independiente. Todos, con alguna nueva expresión como la de Novick, caminan en un camino de acuerdo programático para un gobierno de cambio.
La campaña propiamente dicha no ha comenzado y será clave el comportamiento de los actores partidarios, pero la “foto” del punto de partida es sustancialmente distinta a la de 10 años atrás. 

1 Todos los datos de encuestas son de la empresa Equipos Consultores, para hacer comparables los resultados.

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