El 2020 no espera

Es probable que muchos frenteamplistas aún no hayan caído en la cuenta de que a partir del 1° de marzo no estarán más al frente del gobierno y que un elenco con nuevos bríos y enfoques estará en la Presidencia de la República imponiendo una impronta distinta.

Son muchos los desafíos que enfrenta el país para 2020. La seguridad en toda su extensión imaginable es el principal reto del nuevo gobierno y la principal preocupación de todos los uruguayos. En todos los barrios, al norte y al sur de avenida Italia; en todos los pueblos, al norte y al sur del río Negro, la población espera respuestas rápidas contra la inseguridad y la delincuencia.

Lograr que la población se sienta más segura fue una de las promesas del presidente electo durante toda la campaña. “Me quiero hacer cargo”, sostuvo en cuanto acto pudo. Para realizar la tarea colocó a Jorge Larrañaga, exadversario en las internas, al frente del Ministerio del Interior.

Pese a no alcanzar los votos necesarios para reformar la Constitución de la República, con su propuesta de Vivir sin Miedo el senador blanco logró interpretar el sentir de cientos de miles de uruguayos. Fue el único de todos los precandidatos a presidente que impulsó y apoyó desde el primer momento la recolección de firmas para que el gobierno reaccionase ante la inseguridad rampante. La iniciativa obtuvo el 47% del apoyo popular, lo que significó una victoria personal pese a la derrota en las urnas. Ahora tiene la posibilidad de liderar el cambio en seguridad que el país reclama y que el presidente prometió.

Las apariciones de alijos multimillonarios de cocaína en 2019 y en particular en los últimos días son un alarma que suena fuerte. El narco viene operando en el país desde hace tiempo. Ahora saltan estos containers con cargamentos valuados en cifras inauditas. Los hallazgos sinceran algo que parecía obvio: también en Uruguay el narcotráfico está jugando su partido.

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El combate frontal para evitar que el narco se instale en Uruguay debe ser una prioridad del próximo gobierno. Todos los poderes del Estado deben tomar rápidamente conciencia y trabajar coordinados ante las más mínimas señales de corrupción ligada a este fenómeno que desangra países como México y otros. Todo esto acompañado de poderosas y eficientes políticas públicas para la rehabilitación de los presos en las cárceles. No hay paz en las calles sin rehabilitación real en las cárceles.

El combate contra la delincuencia debe estar acompañado de un cambio de rumbo en la educación. No hay sociedad posible donde la educación no forme ciudadanos que sepan convivir y puedan formarse para progresar respetando el estado de derecho. El déficit que dejan los gobiernos del Frente Amplio en este aspecto es un dato de la realidad con el que el nuevo gobierno tendrá que lidiar desde el primer día.

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Es una herencia perversa la que dejan 15 años de gobiernos del FA tanto en seguridad como en educación. Asumirlo rápido y actuar en consecuencia, trabajando con responsabilidad y profesionalismo de una forma diferente, es lo que la población espera del nuevo gobierno para 2020.