Tiempo de lectura: -'

03 de septiembre de 2021 a las 21:51

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El mural del artista callejero José Gallino, pintado en una pared externa lateral del edificio del Instituto de Profesores Artigas (IPA) ubicado en la avenida Libertador, en el barrio de La Aguada, fue una decisión equivocada, que ojalá sirva para visibilizar el problema más general del deterioro del espacio urbano o público de Montevideo.

Un comunicado del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, de la Universidad de la República, difundido el 30 de agosto, hizo tomar conciencia del significado negativo de la pintura del joven artista, inaugurado por la ANEP en julio pasado, en un edificio declarado bien de Interés Municipal de Montevideo. 

El texto comienza expresando “preocupación” por la presencia cada vez mayor de murales callejeros, sin que nadie repare en cómo “afectan el espacio urbano”. Algo más grave cuando ocurre en edificios públicos, con la anuencia de las autoridades, advierte, en referencia al mural con la figura de Antonio Grompone, creador del IPA, que impacta por su gran escala en un fondo de color negro, ocupando prácticamente toda una pared lateral externa del edificio. 

El edificio del IPA, inaugurado en 1939, como sede de la Universidad de las Mujeres, fue un proyecto del estudio De los Campos, Puente, Tournier, pensado como una institución de enseñanza digno, pero no suntuoso, austero y, por ello, despojado de elementos decorativos que traicionen este significado. En el interior se destaca un fresco del artista argentino Demetrio Urruchúa, lleno de simbolismos sobre el destacado papel de la mujer en la sociedad, congruente con el objetivo del edificio y las avanzadas políticas de reconocimiento de los derechos de la mujer. 

Pero, como bien plantean los arquitectos, no es un hecho aislado. Existen otras intervenciones en el espacio urbano que también son desafortunadas, a lo que sumamos las pintarrajeadas o graffitis que pululan en los muros de la ciudad, incluso en edificios públicos. 

Reconociendo que no fue una decisión feliz, la figura de Grompone en la fachada del IPA está lejos de ser el problema principal en el espacio urbano, ante la degradación palpable de paredes, edificios públicos y monumentos de Montevideo.  

Sería interesante conocer la opinión de los arquitectos sobre todo el problema en su conjunto, incluso del deterioro constante de la fachada del IPA que no ha estado en cuestión.  

Desde 1985, la sede del IPA es un ejemplo lamentable del deterioro patrimonial, con una fachada densa de graffitis contestatarios o ideológicos y cartelería alusiva, una bofetada al sentido de un edificio pensado para la enseñanza.  

El espacio urbano, como concepto vivo en una sociedad democrática, necesita de un ambiente apropiado para el movimiento que puede devenir en cambio. Pero desde una cultura ciudadana orgullosa de lo propio, sensible, por ejemplo, a la modernidad austera de La Femenina -el nombre coloquial del edificio ahora del IPA- como refleja una estupenda fotografía de Jeanne Mandello, de 1942, que permite apreciar la noble arquitectura de este templo docente. 

El mural en homenaje a Grompone, aun en el error, termina convirtiéndose en una respuesta a la vandalización de los muros de la ciudad que, como sociedad, observamos enmudecidos.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.