4 de diciembre 2024
Dólar El Observador | Auspicio BROU Cotizaciones
Compra 42,00 Venta 44,40
18 de septiembre 2022 - 5:03hs

Para evitar un nuevo fiasco en torno a la transformación educativa, el gobierno de Luis Lacalle Pou y las autoridades de la enseñanza deberían afinar la comunicación de su plan reformista.

Mensajes más claros y contundentes en la esfera pública para enfrentar un discurso resistente de grupos corporativos que hace casi 30 años están impidiendo cambios que el largo paso del tiempo han convertido en una asignatura urgente.

El compromiso presidencial de José Mujica de trabajar por la “educación, educación, educación” durante su gobierno, es la reencarnación misma del fracaso, no solo de su administración, sino de todos los partidos que han tenido posición de poder.

Más noticias

Los expertos reclaman tiempo porque argumentan que las transformaciones son lentas, una inquietud razonable, más allá de que hace décadas que el tema está en la conversación pública. Pero los impulsores de los cambios tienen que hacer un esfuerzo en mejorar la comunicación acerca de lo que se quiere hacer.

Tenemos la impresión de que los padres de familia y los alumnos no alcanzan a comprender las claves de las transformaciones.

El lenguaje técnico, que da seguridad comunicacional a los voceros, está estropeando la comunicación eficaz que necesita cualquier reforma de fondo. Hablar de nuevo marco curricular “por competencias”, por ejemplo, no le dice nada a quienes están ajenos al ambiente de las aulas. Hay que explicar los conceptos desde casos concretos e incluir la experiencia internacional en la materia.

Paralelamente a la buena difusión de lo que nos parece un moderno paradigma educativo, como muestra la experiencia de los Centros Educativos María Espínola –pensados para mejorar los aprendizajes y el trayecto de los alumnos en situación de vulnerabilidad social en la enseñanza media básica–, hay que machacar con las señales que revelan el descalabro educativo en nuestro país.

En ese sentido, una reforma educativa se impone solo con la preocupante tendencia del abandono escolar en la enseñanza media por culpa institucional. Las causas son muy diversas, pero una impronta decimonónica en la concepción de los liceos, establecimientos sin una inserción barrial, alejados de las familias, profesores corriendo de un sitio a otro, no fomentan el sentido de pertenencia que necesita cualquier institución educativa.

Y todo ello se refleja en los daños que sufren los edificios escolares, además de robos u otros problemas de seguridad. La radiografía de los jóvenes que ni estudian ni trabajan (los llamados ni-ni), que cómodamente llenarían el Estadio Centenario, es otro argumento contundente para impulsar una transformación curricular, más adaptada a los tiempos que corren, sin desatender la finalidad de la educación en términos de adquisición de conocimientos, integración a la sociedad y la vida en libertad responsable.

Todas ellas son pruebas del fracaso de la enseñanza formal que se refuerza dolorosamente con el alto consumo de drogas y testimonios como el de la doctora Mirtha Morales, fiscal de homicidios, en una entrevista en El Observador: “jovencitos que con una naturalidad espeluznante te diferencian una pistola de un revólver” y manejan con destreza las armas de fuego. Coincidimos con la fiscal penal Morales en que eso “está mal”. Tan mal como la travesía de la educación.

Temas:

reforma educativa Educación

Seguí leyendo

Te Puede Interesar

Más noticias de Argentina

Más noticias de España

Más noticias de Estados Unidos