Lacalle Pou durante el discurso de rendición de cuentas en la Asamblea General el pasado 2 de marzo

Opinión > CARTA DEL DIRECTOR

El estado de la república es bueno pero…

El estado de la república es bueno pero… La carta del director Ricardo Peirano
Tiempo de lectura: -'
12 de marzo de 2023 a las 05:00

El estado de la república es bueno pero... es sólo “bueno”. Eso. Solo bueno. La política macroeconómica está en orden. Se ha reducido el déficit fiscal que se acercaba peligrosamente al 5% del PIB al comienzo de esta administración. Fluyen inversiones, al menos de grandes empresas. Se ha capeado bien el temporal de la pandemia y de la guerra de Ucrania. Hay un clima favorable a la inversión que, si bien se ha acentuado en este gobierno, ya venía de gobiernos anteriores. El “riesgo país” se encuentra en mínimos históricos, cosa que no se destaca lo suficiente y ello ayuda a la reducción del gasto total. Se respeta el estado de derecho sin invasiones de un poder sobre otro.

No hay revueltas como en Chile, Ecuador y Perú. Nadie duda de una transición de mando ordenada cuando termine el período del presidente Lacalle Pou. Nadie se imagina que Lacalle no asista a esa entrega de mando y que dé un abrazo al próximo presidente sea del partido que sea. Cuando el presidente habla ante el Congreso, no hay insultos, gritos ni recriminaciones al Poder Judicial. Lo único que se echa de menos es un aplauso de la oposición ante el anuncio de la rebaja impositiva. Pero no hace falta un aplauso a la rebaja. Se aplaude por sí misma.

La ministra de Economía dijo hace poco que Uruguay es un país “boring”. Algunos lo tradujeron por “aburrido”. Lacalle Pou explicó que “boring” quiere decir “previsible” y usó una  analogía entre el país y un árbol. En Uruguay, dijo, "las raíces están bien enterradas, el tronco está firme, la savia que corre por dentro, que es la democracia, está sana y cada gobierno hace la poda de la manera que prevé; pero el árbol es siempre el mismo".

Defendiendo la separación "pura, clásica y tradicional" de poderes señaló que: "el poder político no se mete en el Poder Judicial".

Vivimos una época de elogios del exterior y eso puede marearnos y distraernos de lo esencial. Hay notas de los más destacados medios de prensa como el Financial Times, que dicen que Uruguay se perfila para ser una “nación modelo”.  O la portada de Americas Quarterly titulada “Lo que Uruguay puede enseñarnos”. La propia afluencia de empresarios extranjeros que instalan su residencia en Uruguay también habla bien de nuestro país y más cuando esa residencia viene acompañada de inversiones.

Y, sin embargo, todo eso no nos da para generar un crecimiento vibrante y sostenible en el tiempo y ofrecer un ámbito de posibilidades a las nuevas generaciones. Si miramos para atrás nos quedamos con el 2 o 2,5% de los últimos 50 años. En los últimos 20, un poco más porque hubo una bonanza de precios de materias primas producto de la incorporación de China en el comercio mundial y porque se instalaron tres plantas de celulosa con 5 años de diferencia.

Pero falta la inversión de la pequeña y mediana empresa, la que genera empleo, la que genera inclusión social, la que integra a los NI-NI, la que recompone el tejido social.

Y para ello es vital mejorar nuestra inserción en el mundo. Y para ello es esencial la reforma laboral. Una reforma laboral, que no solo nos prepare para el futuro de la automatización y de la inteligencia artificial sino para el presente. Un presente donde se necesita adaptar una legislación de corte corporativista, hecha a la medida de las grandes empresas, y volver a una verdadera libertad sindical que refleje la realidad de cada empresa y no de cada rama.  

Y aunque cueste decirlo, Uruguay enfrenta un problema serio de capital humano y de productividad. Uruguay hoy se desvela por hacer acuerdos de libre comercio por fuera del Mercosur. El presidente Lacalle Pou ha dicho hasta el cansancio que está dispuesto a buscar donde sea un destino para el trabajo de los uruguayos. Pero también hay que preguntarse si ese trabajo es competitivo a escala internacional. 

Por esos avatares del destino y de la diplomacia logramos en 2003 hacer un TLC con México. México es un mercado grande e interesante. Pero 20 años después no hemos aprovechados esa oportunidad. En 2020, exportamos US$ 134 millones e importamos US$168 millones. Una verdadera lágrima en nuestro comercio exterior. No basta firmar un TLC si no estamos preparados para aprovecharlo. Y México es cercano a nosotros por lengua, historia y geografía. 

Mucho más hemos crecido en la industria del software donde, sin TLC alguno, exportamos US$ 1000 millones anuales. Allí se ha puesto talento empresarial en marcha y hay talento laboral en nuestro país que el mundo aprecia.

Por supuesto que el TLC facilita, pero mucho más facilita la competitividad y productividad interna. Y allí el partido se juega en la educación -punto que este gobierno ha decidido comenzar a reformar pese a la dura oposición sindical- y en la capacidad de competencia. Por eso la reforma laboral es necesaria. Basta ver como en el sector software es muy escasa la regulación laboral y cómo las empresas empezaron siendo pequeñas, sin muchas regulaciones.

Suele haber pleno empleo y hay muy buena capacitación tanto a nivel público como privado. Y así como el sector del software, que creció sin subsidios pero sin cargas, hay otros sectores que podrían hacerlo. Basta apostar a quitarles de encima trámites y cargas burocráticas y potenciar la enseñanza. Incluso en lugares de contexto crítico como Casavalle se ven las maravillas que las chicas y los chicos uruguayos pueden lograr cuando se les dan las herramientas adecuadas y cuando se le quitan las ataduras ridículas que se han puesto sobre sus espaldas.

Uruguay tiene todo para crecer a una tasa más alta y resolver problemas de desempleo, pobreza, desigualdad y exclusión. Tiene todo para mejorar el tejido social y hacer que nos parezcamos a cómo nos ven desde el exterior. Precisa una reforma educativa y laboral acorde con los tiempos que corren. Precisa empresarios con visión, que sepan arriesgar como tantos en la industria del software. Precisa gobernantes que asuman los costos políticos de llevar a cabo esas  reformas así como asumen los costos políticos de reformar la seguridad social con visión de largo plazo. Es algo que sí está al alcance de la mano.

    Comentarios

    Registrate gratis y seguí navegando.

    ¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

    Pasá de informarte a formar tu opinión.

    Suscribite desde US$ 345 / mes

    Elegí tu plan

    Estás por alcanzar el límite de notas.

    Suscribite ahora a

    Te quedan 3 notas gratuitas.

    Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

    Esta es tu última nota gratuita.

    Se parte de desde US$ 345 / mes

    Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

    Elegí tu plan y accedé sin límites.

    Ver planes

    Contenido exclusivo de

    Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

    Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

    Cargando...