Diego Batistte

El falso honor y los tercos pactos de silencio

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05 de septiembre de 2020 a las 05:02

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Los uruguayos estamos hartos de hablar del pasado. Escucho mucho esa frase y aunque entiendo su sustento (¿que no nos frene el pasado?), me parece de una frivolidad que bordea la ignorancia. La historia ya ha demostrado interminables veces que cuando “olvidamos” sucesos importantes que aspiramos a que no se repitan, se repiten. 

Uruguay ha avanzado a su ritmo en todo lo referente a la verdad sobre las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura. Este ha sido el “modo uruguayo”, que incluyó un plebiscito, gobiernos que miraron para otro lado conscientemente, una comisión para la paz que abrió puertas e instaló el tema y, en los últimos 15 años, avances indiscutibles que incluyeron la localización de restos de personas desaparecidas 30 o 40 años antes, durante la dictadura militar. 

Este lento devenir ha estado siempre teñido por intencionalidades políticas y por una constante búsqueda de culpables políticos. Pero sobre todo se ha movido al ritmo de varios pactos de silencio que, aunque se podían adivinar, tal vez no habían quedado tan patentes como ahora se ven a la luz de hechos sobre los que los ciudadanos nos enteramos en los últimos dos años.

En medio de todo este proceso, los tribunales de honor militares se convirtieron en una fuente inesperada de datos y testimonios casi que vomitados por violadores de DDHH.

El camino de la verdad está plagado de mentiras, manipulaciones y paradojas. Lo que se supo entre cuatro paredes en tribunales de honor militares tiene todos los componentes de la miseria humana, y ni un poquito de honor, no importa el costado por el que se lo mire. Allí reside la primera paradoja.

Diego Battiste

En el reglamento sobre estos tribunales se define qué es el honor para los militares. “Es la cualidad moral que nos lleva al más severo cumplimiento de nuestros deberes respecto al prójimo y a nosotros mismos. Es la virtud militar por excelencia, es una religión, la religión del deber, que señala en forma imperativa el comportamiento que corresponde frente a cada circunstancia”.   Vale la pena leer el texto completo del reglamento (disponible en el sitio web del IMPO); valentía, abnegación, disciplina, ideales democráticos, son algunos de los conceptos que forman parte del honor militar. Los integrantes de los tribunales parecen haber sufrido amnesia colectiva cuando les tocó aplicarlos en los procesos en que declararon Gilberto Vázquez (2006) y José Gavazzo (2018).  

No hay necesidad de aclarar que no fueron “honorables” los dos militares violadores de los Derechos Humanos que testificaron en esos tribunales; pero tampoco lo fueron los que los juzgaron, los que luego evaluaron los informes que elevaron a sus superiores, los comandantes en jefe que siguieron derechita la cadena de “lo que se debe hacer” pero sin levantar olas, ni los funcionarios públicos, jerarcas de primera categoría, que “firmaron sin leer”. 

El trabajo indudable y constante que ha hecho el Frente Amplio desde sus orígenes en busca de respuestas que otros partidos no siempre buscaron, no exime a sus jerarcas y gobernantes de haber también mirado para el costado, apañando con o sin consciencia el pacto de silencio que mejor ha funcionado: el de los militares. 

En 2006, un militar retirado y ya preso por sus delitos, el excoronel Gilberto Vázquez, fue juzgado por un Tribunal de Honor por su intento de fuga del Hospital Militar, mientras que se procesaba un pedido de extradición desde Argentina. En medio de ese proceso Vázquez decidió hacer descargos en los que admitió que era un asesino y un torturador, entre otras atrocidades que se conocían pero no de su boca, y que el Ejército ejecutó prisioneros, torturó y operó en Argentina para capturar uruguayos que fueron trasladados en los llamados vuelos de la muerto a Uruguay.

“Nosotros ejecutamos, no asesinamos que son cosas muy diferentes. Nosotros no torturamos, nosotros apremiamos porque no había más remedio, el mínimo imprescindible para sacar la verdad, porque no había otra forma de combatir y estoy orgulloso de lo que hice”, dijo Vázquez, ya procesado por 28 homicidios de uruguayos capturados en Argentina. 

Camilo dos Santos

De todo esto nos enteramos a raíz de un pedido de acceso a la información que hizo Madres y Familiares de Detenidos y Desaparecidos al Ministerio de Defensa, en 2019, cuando el Frente Amplio aún era gobierno. El nuevo ministro Javier García accedió a este pedido y así salió a la luz un testimonio que estaba guardado en algún cajón y que había sido homologado por la ministra de la época, Azucena Berruti, y por el presidente Tabaré Vázquez.

Pablo Navajas

Los militares que integraban el tribunal de alzada le preguntaron una y otra vez a Gilberto Vázquez por la fuga, por la peluca de pelo largo que se puso, por la ropa de civil que usó; destacaron el deshonor que todo esto significaba y hasta se preocuparon por lo que exmilitar le había dicho a la prensa, en entrevistas que dio ya preso. No preguntaron sobre el resto.

Torturas, palos, muerte. ¿Todas cuestiones de honor? Es difícil manejar la ironía en torno a estos temas. ¿Qué hicieron los integrantes del tribunal ante confesiones que no eran novedad pero que si confirmaban horrores? Nada.

Siempre he creído que no se puede seguir juzgando a nuevas generaciones de militares a la luz de hechos violentos del pasado. Ahora me permito hacer varias preguntas sobre la formación que reciben los militares en Uruguay y la cultura imperante en esta institución. ¿Sigue allí replicándose tan campante el discurso de que hubo una guerra, lo de los dos demonios, lo de que asesinar y torturar tiene alguna posible excusa porque los otros (tupamaros y cia.) también lo hicieron? 

Si esto sigue formando parte de la cultura intrínseca que se transmite aún sin hablar a las nuevas generaciones de militares, estamos en graves problemas. Si es así, a los pactos de silencio que hicieron con mucha eficacia los militares durante la dictadura y que persisten hasta el día de hoy, hay que sumarle a muchos militares que hablan de honor pero que no lo defienden. 

A juzgar por lo que sabemos hasta el momento, quienes juzgaron tanto a Gilberto Vázquez como más recientemente a Gavazzo desde tribunales de honor, escucharon atrocidades y no hicieron nada. Gavazzo y “Pajarito” Silveira también contaron con detalles muchos horrores de la dictadura; el Tribunal de Honor entendió que no afectaron el honor de la fuerz por eso.

El Observador publicó en marzo de 2019 algo que estaba también encajonado desde hacía al menos un año. Gavazzo admitió haber tirado el cuerpo del tupamaro Roberto Gomensoro al río Negro para hacerlo desaparecer, en 1973, y que le mintió a la Justicia sobre eso. Jorge “Pajarito” Silveira dijo que Gavazzo fue responsable de la muerte de Gomensoro, también del otro detenido en el Grupo de Artillería 1 y de la desaparición de María Claudia García de Gelman. Cuánto de verdad y mentira hay en esas declaraciones es algo que el tribunal ni siquiera consideró. 

Todo lo que dijeron no fue importante a juicio de los tres generales que integraron el Tribunal de Honor, de otros tres generales de un tribunal de alzada y del propio comandante en jefe de la época, el ahora senador y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos. Todos consideraron que los acusados no afectaron el honor del Ejército por asesinar y mentir. “Solo afectaron el honor del Cuerpo de Oficiales y el suyo propio por haber permitido que el coronel Juan Carlos Gómez permaneciera tres años preso por el asesinato de Gomensoro, aunque sabían que era inocente”, dice la nota publicada en 2019.

Buscar culpables políticos y denunciar operaciones no agrega demasiado a este capítulo de la historia que desafía cualquier concepto posible de honor. Tampoco suman las declaraciones de los últimos días de Manini Ríos; tiene pocas credenciales para criticar al FA (“es muy grave que hayan pasado tantos años y nunca se haya sabido”, dijo a Telenoche), considerando que él también fue y es parte del pacto de silencio. Como comandante en jefe tardó un año en informar al Poder Ejecutivo de lo que había dicho Gavazzo. 

Por esa razón fue citado por la Justicia. Manini ha dicho reiteradamente que quiere declarar. “Les decimos a los eternos tergiversadores que no nos vamos a acoger a ningún fuero, que vamos a enfrentar a la Justicia como corresponde”, dijo en  octubre. Los legisladores de su propio partido no han escuchado con atención los deseos de su líder, porque por ahora no votarán el desafuero.

Es poco probable que incluso si el Parlamento levanta los fueros de Manini Ríos, un tema que tiene revolucionada a la interna de la coalición multicolor, el militar retirado diga algo en la Justicia que realmente sume a esta lenta verdad. El senador apela al honor del que habló reiteradamente en campaña y después, y por eso pide que sus colegas senadores voten el desafuero. Si finalmente se presenta ante la Justicia tendrá una oportunidad más para demostrar que las Fuerzas Armadas que supo liderar, entienden el concepto de honor.

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