Dictadura: cierre de Casa de Galicia complicó identificación de restos hallados en el batallón 14

Los huesos encontrados a comienzos de junio conservaban material genético de buena calidad. Las pruebas de ADN confirmaron lo que los científicos observaron cuando reconstruyeron el esqueleto en su mesada: se trata de una mujer adulta. Pero los resultados no coincidieron con ninguna de las muestras de la base de datos con la que se contrastó. Fue entonces que empezó la odisea de investigadores y familiares de las víctimas para acercarse a un nombre que, por ahora, es un misterio.

La lista oficial de la Secretaría de Derechos Humanos dice que hay 39 desaparecidas de la dictadura cuyos restos aún no fueron encontrados. De ese universo, 21 nombres fueron descartados porque había suficientes muestras de calidad de sus familiares en la base de datos contra la que se matchean los resultados de ADN. Entre esas “descartadas” por los estudios genéticos figuraban Elena Quinteros y María Claudia García de Gelman, dos de las tres mujeres que se sabe estuvieron secuestradas en Uruguay y fueron vistas por última vez en territorio uruguayo.

La “buena noticia” dentro de la desesperación de no saberse la identidad de los restos hallados, dijo a El Observador la integrante de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos Graciela Montes de Oca, es que “este vacío obligó a la recolección de más muestras de familiares y ya se pudo completar casi la mitad de esa lista de mujeres de las que faltaban muestras”. Todas esas nuevas tomas ya fueron a parar al laboratorio argentino que realiza las pruebas genéticas.

Incluso el equipo de trabajo conformado para esta tarea logró, por primera vez, unificar el registro de muestras de familiares que estaba desperdigado en al menos tres laboratorios. ¿Cómo es posible? Cuando el expresidente Jorge Batlle instaló la Comisión para la Paz, a comienzos de este milenio, se reconoció a nivel oficial que en Uruguay había detenidos desaparecidos. Entonces la Policía Técnica (hoy Científica) empezó a recolectar muestras de familiares.

Más tarde esa tarea pasó al Instituto de Órganos y Tejidos del Hospital de Clínicas. Y, en paralelo, hubo quienes aportaron sus muestras directo al laboratorio argentino cuando las Abuelas de Plaza de Mayo avanzaron en esa línea investigativa.

“Poco a poco se va avanzando, se encontraron más familiares en el exterior… pero, hay otros familiares que fallecieron y la única manera de conseguir las muestras de ADN es haciendo una exhumación”, reconoce Montes de Oca.

“La presunta víctima”

Los forenses tienen un axioma: cuando ocurre un asesinato en la clandestinidad, no puede descartarse ninguna hipótesis. Por eso no hay un nombre que sea “por descarte” el más coincidente con los restos hallados en el batallón 14.

Pero en Fiscalía hablan de “presunta víctima” para referirse, por lo bajo, a la militante comunista Amelia Sanjurjo. ¿Por qué? De aquella lista de 39 mujeres desaparecidas en dictadura y de las cuales solo tres fueron vistas por última vez en Uruguay, solo a esa trabajadora de la editorial “Mundo Libro” no se le encontró suficientes muestras de ADN con las que contrastar. Y, teniendo en cuenta el modus operandi de los desaparecidos cuyos restos ya fueron hallados e identificados, es más probable pensar en una víctima en territorio nacional que un traslado en el contexto del Plan Cóndor (otra vez: tampoco se puede amputar esa posibilidad).

Sanjurjo no tuvo descendencia. Testimonios dicen que la joven —de 41 años al momento de su secuestro— cursaba las primeras semanas de embarazo cuando fue capturada. Sus sobrinos, quienes viven en el extranjero, ya fueron contactados por los investigadores uruguayos y “en los próximos días” se les tomarán muestras de ADN para aportar a la base. Pero, cuando más lejano es el parentesco, menores son las chances de coincidencia genética.

¿Entonces qué opciones quedaban? La madre de Sanjurjo, ya fallecida, se supone que está enterrada en el Cementerio del Norte, dentro de un panteón de la liquidada mutualista Casa de Galicia. El cierre de este prestador de salud hizo que parte de los archivos desaparecieran y no estuviera el listado completo de qué cuerpos descansan en cada urna.

Por si fuera poco, la falta de mantenimiento en ese sector llevó a que —fruto de inundaciones y humedad— el estado de conservación no permitiera un rastreo visual (por ejemplo, leyendo las placas de recordación). Y los libros de necrópolis de la Intendencia de Montevideo tampoco apuntan a un sitio concreto.

Es por eso que la apuesta de los antropólogos se centre ahora en la suma de probabilidades. ¿Qué significa? Cierta coincidencia del ADN de los sobrinos de Sanjurjo en el exterior aportaría “unos pocos puntos” en la escala de probabilidades. Cálculos matemáticos sobre la genética de sus tíos abuelos darían otros puntos más. Y el examen mitocondrial —ya realizado— indicaría que el linaje (esas trazas que se transmiten de mujer a mujer) podría ser de esa rama.

Y es entonces que se requiere un recordatorio de las clases liceales de Biología. Las células humanas se parecen a un huevo frito: el círculo que está en el medio (la yema) es el núcleo. Ahí está el ADN nuclear que es el que permite la identificación de la persona y que surge del aporte que el padre biológico y la madre biológica le otorgan a esa nueva vida.

La membrana que rodea al núcleo (a esa yema) y que es como un líquido se llama citoplasma. En ese espacio hay unas diminutas estructuras que se encargan de suministrar la energía necesaria para la actividad celular y que reciben el nombre de mitrocondrias. Esas pequeñas estructuras también tienen ADN, solo que no es nuclear sino mitocondrial. Ese material genético se va heredando de madre a hija (de mujer a mujer). Y por tanto no permite conocer la identidad de una persona (como en el ADN nuclear), pero sí admite saber la línea familiar materna (el linaje, como le dicen los científicos).

Cinco meses después de que la tierra del batallón hablase, el silencio de la falta de una identidad está marcado por el lento proceso de la ciencia. Y por la falta de información.

El pedido de Familiares

“Si tenés algún familiar que haya desaparecido durante la dictadura y aún no donaste tu muestra de sangre, comunicate con Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos para colaborar con el banco de sangre”. Ese es el mensaje que está haciendo circular la organización civil con el objetivo de completar el listado (tanto para varones como mujeres).