Liz Truss, primera ministra de Reino Unido

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El FMI criticó el plan de recorte de impuestos del Gobierno británico y lo instó a reconsiderarlo

Advirtió que agravará la desigualdad, aumentará la deuda pública y complicará la política monetaria del Banco de Inglaterra para combatir la inflación
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29 de septiembre de 2022 a las 05:02

En una inusual declaración pública, el Fondo Monetario Internacional (FMI) criticó el plan presentado por la primera ministra británica Liz Truss para recortar impuestos con un costo fiscal de £ 45.000 millones e instó a Londres a reconsiderar la iniciativa, que apunta a evitar que el país caiga en recesión y que, para el FMI, agravará la desigualdad social, aumentará la deuda pública y complicará la política monetaria que viene desarrollando el Banco de Inglaterra (BoE) para frenar la inflación.

La toma de posición la hizo pública en su habitual conferencia de prensa de los miércoles el vocero del FMI, Gerry Rice, luego que el ministro de Finanzas británico, Kwasi Kwarteng, presentara el viernes pasado un polémico “minipresupuesto” que incluye, entre otras cuestiones, el congelamiento de las facturas energéticas y reducciones en las alícuotas del Impuestos a las Ganancias y del impuesto al Sellado en la compra de propiedades; además de medidas de desregulación en el sector bancario.

La decisión puso en alerta a la city londinense y recibió críticas de muchos economistas, que ven en la iniciativa el germen de un aumento de la deuda pública a niveles insostenibles, en momentos en que libra esterlina se encuentra en niveles mínimos con relación al dólar y al euro, y luego que el BoE advirtiera que seguirá subiendo su tasa de interés para contener una dinámica inflacionaria que se sigue acelerando a un ritmo nunca registrado en cuatro décadas, impulsada por los precios de los alimentos y los combustibles fósiles.

El paquete fiscal anunciado es el más grande del último medio siglo. Según evaluó el FMI, aunque apunta a impulsar el crecimiento, los recortes impositivos podrían acelerar el aumento de los precios que el BoE está tratando de reducir. “Además, la naturaleza de las medidas probablemente aumentará la desigualdad. Es importante que la política fiscal no funcione en contra de la política monetaria", dijo el portavoz, quien aseguró que Londres debería "reevaluar" las medidas fiscales, "en especial las que benefician a las personas de altos ingresos".

“Fundamentalmente, incoherente”                    

No solo el FMI se  mostró crítico con los anuncios. También lo hicieron economistas de peso, como Larrey Summers. Según el ex secretario del Tesoro estadounidense durante el gobierno de Bill Clinton, los planes de Truss son "totalmente irresponsables" y podrían hundir todavía más la libra. En el mismo sentido se expresó Dario Perkins, ex economista del Tesoro estadounidense, quien subrayó agregó que los mercados piensan que la política del gobierno es “fundamentalmente incoherente”.

Incluso el ministro de Finanzas de Alemania, el liberal Christian Lindner, calificó como un "gran experimento" reducir impuestos y aumentar el endeudamiento. "El Reino Unido está iniciando un gran experimento a medida que el Estado pisa el acelerador mientras el banco central pisa el freno", advirtió en un evento organizado por el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, según consignó el diario británico The Guardian.

En lo inmediato, el paquete no solo despertó críticas, sino también una reacción negativa de los bancos y sociedades de crédito, además del temor de los inversionistas, que se apresuraron a desarmar posiciones en activos financieros británicos ante el posible aumento de la deuda al mismo tiempo que el BoE incrementa el costo del crédito, en un contexto en el que se espera que las tasas de interés suban del 2,25% actual al 4% hacia principio del próximo año, y rocen el 6% en mayo próximo.

¿El enfermo de Europa?

El desplome de la libra, que el lunes cayó a un mínimo histórico frente al dólar, disparó un debate entre los economistas británicos: ¿significa que el Reino Unido está tan mal como en los años 1970 o 1980, cuando la moneda británica alcanzó sus anteriores mínimos?

Aunque el contexto económico actual tiene similitudes con el que se registró en esas décadas, cuando el Reino Unido era apodado "el enfermo de Europa", los problemas actuales de la economía británica son diferentes, y la situación no es exclusiva del país.

Durante los años 1970, un periodo en el que los precios de la energía se dispararon como ocurre en la actualidad, el gobierno laborista de entonces optó por respaldar a la economía con gasto público, lo que provocó una caída de la divisa británica, un aumento de la inflación y el deterioro de las finanzas públicas. Londres tuvo, finalmente, que recurrir al FMI.

Hoy, como entonces, la suba de los precios es un factor determinante en el escenario económico, aunque las proyecciones actuales de una inflación anualizada de casi el 10% estén lejos todavía del 20% que marcó el índice de precios al consumidor en 1975.

Con las tasas de interés subiendo, la recesión tocando a la puerta y las cuentas públicas deteriorándose por el masivo programa de ayudas a las facturas energéticas lanzado por el gobierno de Truss, el consenso señala como temeraria la hoja de ruta anunciada por Kwarteng.

En la década de 1980, la política de austeridad de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher -de quien Truss se declara admiradora- y sus drásticas rebajas de impuestos fueron acompañadas por reducciones también drásticas del gasto público.

Según el especialista de Capital Economics en el Reino Unido Paul Dales, si bien los recortes impositivos anunciados por Truss "son similares en escala" a los concretados por Thatcher en sus primeros años de gobierno, "las reformas son mucho menores" y no alcanzarán a compensar el costo fiscal.

"En comparación con la privatización, la reducción del poder sindical y la aceptación del mercado único en los años 1980, las áreas de inversión prioritarias y las modificaciones de los criterios de las prestaciones sociales tienen poco peso" en las cuentas públicas, explicó Dales.

Tras años de vacas flacas, entre el choque competitivo que supuso la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973 y las reformas de la era Thatcher, "el mercado británico se había vuelto mucho más competitivo" y “la economía finalmente se reactivó”, recordó en declaraciones a la agencia AFP Jane Foley, analista de Rabobank.

Pese a todo, la limitación de la factura energética tendrá un efecto tranquilizador sobre la inflación al menos en el corto plazo y, a diferencia de los años 1970, el desempleo está en su punto más bajo en un contexto de escasez de mano de obra a raíz de la pandemia y el Brexit. Además, la situación británica no es una excepción.

Si bien el panorama británico luce más complicado que para el resto de la Comunidad Económica Europea debido al Brexit, los desafíos que enfrenta el Reino Unido no serían únicos. “Italia acaba de elegir a alguien con supuestas raíces políticas en el fascismo, y Alemania se enfrenta a apagones durante este invierno y a una grave recesión", destacó Jonathan Portes, economista del King´s College, para quien "hay mucha competencia por el título de 'enfermo de Europa'".

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