Es inusual que un blog corporativo, repleto de lenguaje burocrático, provoque un alboroto en internet. Pero eso es exactamente lo que pasó la semana pasada cuando
Twitter publicó una entrada con el título aparentemente inocuo: “Se vienen cambios en la versión 1.1 de la API (interfaz de programación de aplicaciones) de Twitter”.
Ninguno de los cambios que Twitter menciona parece gran cosa si se los toma de forma aislada. Pero en conjunto son una movida agresiva contra sus una vez amistosos colaboradores, los desarrolladores que utilizan la API de Twitter para generar aplicaciones como
Twitterrific o
Tweetbot.
A diferencia de Twitter, los desarrolladores de aplicaciones basadas en la red social sí tienen un claro modelo de utilidad, ya que le venden software a los usuarios
Según las nuevas normas, los desarrolladores que superen los 100 mil usuarios deben pedirle permiso a Twitter para usar su API, y los que tengan aplicaciones en funcionamiento deberán requerir el aval de la red social cuando aumenten el tráfico en 200%.
Twitter no quiere intermediarios y los desarrolladores se sienten traicionados.
En su defensa, Twitter solo está haciendo lo necesario para construir un negocio redituable. Al fin y al cabo, ese es el verdadero problema: como producto, la red de microblogging es un gran éxito, con millones de usuarios y menciones sobre todo lo que sucede en el mundo, pero, como negocio, apenas recibe ingresos. Y sin embargo, mantener todos los servidores en funcionamiento es un trabajo costoso.
A diferencia de Twitter, los desarrolladores de aplicaciones basadas en la red social sí tienen un claro modelo de utilidad, ya que le venden software a los usuarios. Entonces, si Twitter quiere entrar en el negocio de las aplicaciones pagas, es lógico pensar que querría borrar el campo de la competencia.
Y no solo los desarrolladores de aplicaciones están ganando con Twitter. Los políticos lo usan para transmitir sus mensajes, las grandes empresas lo emplean como parte de sus estrategias de marca y cada sitio web del planeta lo utiliza para dirigir el tráfico. Todos están obteniendo beneficios de Twitter, excepto quienes pagan las facturas para mantener el servicio en funcionamiento. Twitter tiene que hacer algo para recuperar su valor.
No es particularmente razonable esperar que Twitter o sus inversores abracen los ideales utópicos de repente, los ideales que eran sin duda más fáciles de sostener cuando nadie tenía expectativas realistas de grandes fortunas
Una alternativa que ha surgido es
App.net, un nuevo proyecto que propone a los usuarios de Twitter pagar US$ 50 al año para su uso. Esta es una decisión de negocios válida, pero nociva para los objetivos de internet.
El principal creador de la World Wide Web, Tim Berners-Lee, recibió el título de caballero por su trabajo y un homenaje en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos 2012, pero no es millonario.
No es particularmente razonable esperar que Twitter o sus inversores abracen los ideales utópicos de repente, los ideales que eran sin duda más fáciles de sostener cuando nadie tenía expectativas realistas de grandes fortunas. Pero esos ideales, en realidad, son parte integral del internet que conocemos hoy en día.