SAUL LOEB / AFP

El trabajo de generar trabajo

En Uruguay la mayor ayuda a empresas vino por seguros de paro parcial y flexible; los apoyos financieros y tributarios son más bien escasos

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04 de julio de 2021 a las 05:00

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En el mes de junio, la economía de Estados Unidos generó 850 mil empleos. Una cifra impresionante, superior a las expectativas de los analistas que estimaban unos 700 mil, y superior a los 269 mil de abril y a los 583 mil de mayo. Aun con estos guarismos impresionantes, Estados Unidos tiene 6,8 millones de empleos menos que antes del inicio de la pandemia, en marzo de 2020. 

Este desempeño muestra una vez más la rapidez y capacidad para generar empleo que tiene la economía norteamericana. Hoy, el desempleo se sitúa en 5,9% contra el 3,9% de febrero de 2020, cuando casi había ocupación completa. Pero lo que destruyó la pandemia se está recuperando con velocidad y la Fed estima que en adelante se deberían generar 1 millón de empleos cada mes.

Es verdad que fue muy rápida la destrucción de empleo en el segundo trimestre de 2020 pero también es rápida la recuperación. Y ello se debe en gran medida a la flexibilidad del mercado laboral americano, donde es fácil perder empleo pero también es fácil recuperarlo. Incluso las cifras destacan un crecimiento del salario, que ahora se sitúa en US$ 30 por hora, US$ 1 más que a comienzos de año. Y ello sin regulaciones que obliguen a aumentar el salario.

La destrucción de empleo por la pandemia fue enorme en todo el mundo. Y si bien se puede considerar algo coyuntural, la recuperación en muchos países es muy lenta.

Ello ocurre en el nuestro, donde ya veníamos de una etapa de caída del empleo en el gobierno anterior, donde se habían perdido 56 mil puestos de trabajo.

Durante 2020, se perdieron 60 mil. Recién en este segundo trimestre se logró revertir la situación pero el empleo no crece sin aumento de la actividad económica y la nuestra está creciendo a tasas moderadas.

Es verdad que en países como Estados Unidos o algunos de la Unión Europea han dado masivos estímulos financieros a las empresas, en tanto que en Uruguay la mayor ayuda vino por la introducción del seguro de paro parcial y flexible, y los apoyos financieros y tributarios son más bien escasos.

El gobierno ha priorizado el cuidado del déficit fiscal y del grado inversor ante todo. De hecho, no se han usado muchos de los préstamos disponibles de organismos internacionales que están al alcance de la mano. 

Pero el problema del empleo en Uruguay viene de más lejos. Viene de falta de inversión productiva e intensiva en mano de obra y de falta de flexibilidad en el mercado de trabajo. Al contrario, en los últimos años se ha regulado en exceso el mercado laboral y por 10 años los últimos dos gobiernos frenteamplistas se negaron a cumplir con lo dispuesto por la OIT respecto a la libertad sindical en el tema ocupaciones y piquetes.

Recién en la LUC el gobierno actual hizo lo que sostenía la OIT y eliminó la posibilidad de ocupación y piquete, respetando tanto la libertad de trabajo de cada empleado como la libertad de los empresarios de continuar el manejo de la empresa.

Este es un concepto fundamental de las relaciones laborales y, aunque la práctica de las ocupaciones haya disminuido con el paso del tiempo, la amenaza de que se pudieran llevar a cabo pendía como una espada de Damocles sobre las empresas o los trabajadores que deseaban seguir trabajando pese al conflicto.

De ahí la renuencia a contratar nuevos empleados que evidencian, ya sea en público o en privado, muchos empresarios, lo cual conspira contra la necesidad de generar trabajo. De ahí la apetencia por el empleo público que muestran cientos de miles de uruguayos cuando hay alguna oportunidad.

A esto hay que sumar los avances de la automatización que afectan el empleo en las actividades más repetitivas. 

También conspira contra el aumento del empleo la baja calidad de la educación, que no prepara a los jóvenes para los desafíos de un mundo muy cambiante. En materia educativa ha habido mucho diagnóstico y muy poca realización. Y sigue siendo un tema pendiente al que no se le ha hincado el diente pese a que los diagnósticos de casi todo el espectro político son coincidentes.

De modo que estamos frente un problema muy serio. El país no puede ser solamente un exportador de materias primas y vivir bien de ellas cuando los precios suben y sufrir cuando bajan. Uruguay tiene todas las condiciones para prosperar en la sociedad del conocimiento y hacia allí deben enfocarse las políticas educativas y laborales. 

No podemos seguir con 300 mil empleados públicos en 3 millones de habitantes. Eso es desempleo encubierto. Y ya se vio que el año pasado, pese al empeño del gobierno, fue muy poco lo que se movió la aguja de no rellenar vacantes o rellenar una de cada tres.

Poner las condiciones para generar trabajo genuino y productivo es el mayor desafío de este y de futuros gobiernos. De lo contrario habrá que resignarse, en expresión del profesor Ricardo Pascale, a que nuestra única salida sea por el aeropuerto. Y, como bien lo dice Pascale, a eso nunca podremos resignarnos.

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