Juan Ravera y su esposa Silvia

Fútbol > LA VIDA DEL FLACO RAVERA

El Verdugo de Peñarol que predica el evangelio, corrió desnudo por el Estadio y vende casas en Italia; la vida del Flaco Ravera

En Uruguay fue delantero de Wanderers, Nacional, Danubio y Paysandú Bella Vista
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14 de enero de 2023 a las 05:01

Juan Ravera se levanta temprano y sale a dar una vuelta en bicicleta a orillas del Río Uruguay. Va hasta el puente internacional y se da un baño en el río. Disfruta el paisaje de Paysandú y se llena de recuerdos. De su pasaje por Wanderers, de sus goles a Peñarol, de Nacional. Después de ocho años este verano de 2023 pudo volver al país y después de 14 regresó a la ciudad donde jugó al fútbol y donde nació su esposa Silvia. Radicado en Italia desde 2001, el Flaco atiende el llamado de Referí y habla con la misma pasión de fútbol como de su relación con Dios.

El Flaco Ravera y su hija Mía Belén, en las termas de Almirón

Acaba de cumplir 50 años (nació el 9 de diciembre de 1972 en La Unión) y su vida es un sube y baja. Los almuerzos en el vestuario del Parque Viera en épocas difíciles, su etapa como modelo, los goles clásicos con pases de Recoba, la transferencia frustrada al Reggina y el posterior viaje a Italia para jugar en equipos amateurs y radicarse definitivamente en aquel país donde trabaja en una fábrica y es agente inmobiliario.

El fútbol por su padre

Su padre lo llevó a La Picada, un equipo de baby fútbol ubicado en Buceo, y ahí comenzó a hacer goles. Después continuó en Estudiantes de La Unión, donde compartió con Gustavo Reherman (exfutbolista de Peñarol) y José "Pepe" Bolón (ex Miramar y Nacional). Fueron campeones en la categoría Semillas y el Flaco fue el goleador, como no podía ser de otra manera.

Debido al gusto por la calidad futbolística de otro flaco, Enzo Francescoli, el padre de Ravera lo llevó a Wanderers apenas terminó el baby fútbol. Comenzó ahí otra etapa de su vida, aunque al principio no era tanto de su agrado.

Ravera en acción con la camiseta de Wanderers

"Al inicio no me gustaba mucho el fútbol. No era mi pasión. Era mas por mi viejo que había jugado mucho tiempo de delantero", contó el Flaco a Referí.

Concurrió a una prueba en la canchita de Mauá, donde jugaban 15 contra 15, con dos goleros y una pelota "de terror". Al final quedó seleccionado y arrancó en las divisiones formativas. En Quinta división fue campeón, venciendo en la final a River Plate que tenía en sus filas a Fernando "Petete" Correa y Osvaldo Canobbio.

En el Parque Viera mandaba doña Gloria. Eran tiempos en los que los juveniles de Wanderers practicaban en Nuevo París y a veces regresaban caminando, con las pelotas, hasta el Parque Viera, ubicado en el Prado.

Las domas durante la Semana Criolla en la Rural del Prado eran otro atractivo que tenían aquellos gurises de Wanderers. "Un día Omar Gutiérrez en su programa de televisión dijo que al primero que apareciera con una camiseta de fútbol se llevaba un regalo. En el Viera me pusieron la de Wanderers y crucé. Por supuesto que me llevé los regalos", recordó Ravera.

"Había una linda amistad entre todos. Cuando estaba en Tercera me quedaba a comer en el Viera. Yo tenía 17 años cuando murió mi viejo a los 63 años. Arreglé con ellos lo de la comida, me iba a entrenar y dormía ahí".

Con Andrés Cheveste y Darío Delgado, en Wanderers

El "viejo" García, que cuidaba la cancha del Viera, hacía unos asados "espectaculares". En otras oportunidades, "fui a comer al restaurante de Mauro Cáceres, cerca de la sede".

Eran épocas de escasez económica. Ravera tenía 18 años y tenía que inventar algo, buscar un trabajo aparte del fútbol. Él había terminado el liceo, su papá falleció un año antes y la mamá, que tenía una peluquería, fue estafada por un socio. "Estaba complicadísima la cosa", graficó Ravera.

Wanderers les debía 9 meses de sueldo en 1993, cuando Ravera ya había debutado en Primera.

Fue así que surgió la idea de la escuela de modelos, junto a María Isabel Rodríguez. Con el tiempo se transformó en una agencia que tuvo más de 5.000 modelos.

"Con eso salí adelante y pude dedicarme tranquilo al fútbol", admitió el exdelantero.

"Los clavé de entrada"

Ravera comenzó a meterle goles a Peñarol ya desde su estreno en Wanderers. Debutó en 1992 en un partido contra el Peñarol dirigido por Ljubomir Petrovic: el bohemio ganó 2-0 con goles de Ravera y Darío "Látigo" Delgado, que entonces era delantero.

"Los clavé de entrada", dijo el Flaco refiriéndose a Peñarol. "Todos los años les hacía goles y sobre todo en el Estadio. Les ganábamos casi siempre". En los bohemios jugó hasta 1995 y luego pasó a Nacional.

Nacional 1996, Ravera en el medio de los agachados

Aunque nunca se lo dijeron directamente, esa fama de Verdugo mirasol colaboró para que el club presidido por Ceferino Rodríguez lo contratara. "Al principio no fue fácil para mi. En el plantel estaban Puglia, Recoba, 'Fifa' Correa, Canobbio, Juan González. Toda esa banda. Era casi imposible jugar".

Recuerda Ravera que el periodista Jorge Da Silveira llamaba al técnico de Nacional Miguel Puppo y le preguntaba porqué no jugaba Ravera. Un día Puppo le contó: "Ese Toto me tiene los huevos llenos porque quiere que te ponga".

En el Apertura de 1996 no tuvo chances, pero en la primera fecha del Clausura de ese año ingresó de titular contra Central Español. Nacional ganó 1-0 y el gol lo hizo Ravera. "No salí más", expresó.

Al final de ese torneo sufrió una lesión y no pudo estar en el primer clásico final del Uruguayo que ganó Peñarol con gol de Antonio Pacheco. El siguiente terminó empatado y el aurinegro fue campeón.

Ese año terminó con Nacional campeón de la Liguilla, venciendo 2-0 a Peñarol, los dos goles convertidos por el Flaco. El primero de cabeza, tras centro del Chino Recoba; el segundo de zurda, luego de otra asistencia del Chino. "El Chino le pegaba siempre al arco. Yo le pedía que me la pasara. Le dimos la vuelta en la cara a Peñarol", recordó.

Terminó ese partido expulsado por Eduardo Dluzniewski. La primera amarilla por haber ido a festejar el gol afuera de la cancha y el segundo porque agarró la pelota con la mano.

Nelson Abeijón, el Chino Recoba, Juan González y Leo Jara, eran sus compañeros más cercanos durante aquel pasaje por Nacional.

Reggina compró el pase de Ravera luego de jugar dos años en Nacional y acordó cederlo en préstamo al Dinamo de Moscú. Pero el transfer internacional llegó tarde y no se pudo hacer la transferencia. Nacional le hizo juicio a Reggina en FIFA, que falló a favor del club italiano.

Entonces el técnico Ángel Castelnoble lo llevó a Danubio en 1998. "Estuve seis meses. Fue un desastre, no anduvo para nada. Trajeron a Fossati como entrenador, que dijo 'a este muchacho no lo quiero'. Nos dimos la mano y me fui".

De ahí se fue a un equipo de la Serie D de Italia, cerca de Venecia. "No era profesional, pero pagaban". Sin embargo, no pudo arreglar dentro del plazo reglamentario.

Paysandú Bella Vista fue su siguiente destino. El técnico Ramón de los Ángeles lo invitó a ser parte del proyecto sanducero en el fútbol profesional. "Les dije que iba si también contrataban al Caballo Kanapkis. Así arrancamos la aventura en Paysandú".

Natanael Ravera, con la camiseta que usó su padre y el festejo a lo Mbappé

Fueron dos años en los que le ganaron a Nacional y empataron con Peñarol en el Estadio Artigas. En lo personal también les fue muy bien junto a su amigo Kanapkis.

"Pusimos escuelitas de fútbol en Paysandú, Young y Salto. Teníamos más de 350 gurises y nos dio mucho resultado".

En 2001 volvió a Italia para jugar en un equipo amateur que "pagaba tres veces más que en Uruguay". Se unió al Todi de Perugia, cuyo director deportivo era el exfutbolista Salvatore Bagni. El uruguayo Luis Chabat (ex Central Español) que jugaba ahí, le hizo de intermediario, mostrando un video con sus goles.

Ahí no le fue bien y pasó al Tolentino, donde vivió ocho meses junto a su esposa Silvia. Se conocieron en febrero de 1996 cuando Ravera estaba en Nacional y ella "no tenía una pálida idea de quien era yo". No le interesa el fútbol y eso fue lo que le gustó, según relató. Se casaron el 27 de diciembre de 2001 en Uruguay.

Luego de jugar en Tolentino se mudó para jugar en Montegiorgio, a 250 kilómetros de Roma. El Flaco tenía 29 años y decidió establecerse en ese lugar y le pidió trabajo a un dirigente del club en una fábrica que le confecciona accesorios de calzado a Tod’s, una compañía que pertenece a Andrea Della Valle, expresidente de Fiorentina.

Continuó jugando al fútbol hasta los 37 años, al mismo tiempo que cumplía el horario laboral.

Ravera y familia en Italia

En 2010 nació su hijo Natanael, que quiere ser futbolista y festeja los goles como su ídolo Kylian Mbappé ("Al técnico le dije que nació para ser delantero, que no lo ponga de defensa"), y en 2014 nació Mía Belén, amante de la danza.

En la fábrica empezó a faltar trabajo y Ravera volvió a plantearse lo mismo que cuando tenía 17 años. ¿Qué hago? "En Italia los impuestos te matan, si tenés una empresa el Estado se queda con el 40%. Así que descarté poner una escuelita de fútbol o de modelos, y lo que se podía hacer era de intermediario, sin invertir dinero. Como el fútbol está complicado para entrar, decidí prepararme para ser agente inmobiliario".

En Uruguay había terminado el liceo y un conocido le envió los documentos a Italia. Los presentó en la Cámara de Comercios en Italia y pudo hacer el curso en una ciudad ubicada a 450 kilómetros de su casa.

Un amigo de Tolentino le dio la posibilidad de abrir una filial inmobiliaria en Montegiorgio y el 30 de mayo de 2020, en plena pandemia, comenzó con el emprendimiento, con el que salió adelante, al tiempo que sigue trabajando en la fábrica.

Este año pudo viajar a Uruguay con su familia después de ocho años sin hacerlo. La vez anterior fue en 2014, cuando falleció su mamá Rosita: "La llamé el 6 de enero de ese año para decirle que iba a ser abuela por segunda vez y al otro día murió", recordó Ravera, el delantero que más goles le hizo a Peñarol durante el quinquenio 1993-1997.

Juan Ravera y su mamá Rosita, quien falleció en 2014

Atleta de Cristo

Ravera se convirtió en creyente cuando tenía 17 años y desde muy joven se unió al grupo Atletas de Cristo junto a otros futbolistas, como Heber dos Santos, Miguel Peirano, el argentino Fabio Giménez.

“Estando en Uruguay iba a la Iglesia Evangélica; además desde muy joven estuve vinculado a Atletas de Cristo. Ya en Italia, concurría a una Iglesia Evangélica en Ancona, pequeña ciudad muy cerca de Montegiorgio, como cualquier otro fiel y me nombraron diácono”, contó a Referí.

Es predicador en la Iglesia y concurre a la Universidad Bíblica en Montegiorgio, donde está preparando los estudios bíblicos.

Se apasiona tanto como con el fútbol cuando habla de este tema: "La gente tiene miedo y dice que la biblia es un libro negro. Pero son 66 libros, no hay mucho misterio, hay que estudiar, como todo en la vida", expresa el Flaco.

El accidentado control antidoping

Ravera recordó una anécdota que le pasó luego de un partido contra Peñarol por la Copa Libertadores. Salió sorteado para el control antidoping y después de un buen rato pudo orinar, pero con tanta mala suerte que se le cayó el frasquito y se volcó todo.  “Todavía me veo tomando cerveza y corriendo desnudo por los pasillos para que me volvieran las ganas de orinar. Como hasta la 1 de la mañana estuve para hacer”, recordó.

Darío Silva y Mbappé

El Flaco recordó cuando él integraba la selección Sub 20, el técnico Juan José Duarte citó a Darío Silva. Cuando Ravera lo vio, pensó: “Si este negro me saca el puesto me mato”, dijo entre risas. Hoy, dice que cuando ve jugar al francés Kylian Mbappé le hace acordar a Darío, por la zancada, la velocidad y habilidad con la pelota.

Su carrera

Ravera jugó en Wanderers entre 1992 y 1995; en 1996 y 1997 jugó en Nacional. Pasó a Danubio en 1998 y en 1999 y 2000 estuvo en Paysandú Bella Vista. En 2001 jugó en Italia en Todi FC de Perugia, en el Tolentino FC, en Montegiorgio de Ascoli y Servigliano. Hizo el curso de técnico y dirigió equipos regionales, Servigliano y Ancona.

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