Juan Samuelle

Ensaladas uruguayas prontas para consumir y con código QR

De primer mundo: disfrutar de una combinación de productos hidropónicos y saber al toque cómo se produjeron

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26 de noviembre de 2018 a las 05:03

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No es necesario viajar al primer mundo para disfrutar de una ensalada hidropónica que se adquiere pronta para consumir, tomada de una góndola de un supermercado. Es posible en Uruguay. Es más, se puede degustar una porción de lechuga Salanova combinada con kale, mizuna, hojas de remolacha baby, de acelga baby o canónigos y, además de beneficiarse con todo lo que confiere la técnica de cultivo hidropónico, utilizar el celular para leer un código QR y conocer el camino que esos productos recorrieron desde la siembra hasta el plato.

Con base en un software desarrollado conjuntamente con un ingeniero chileno, la empresa Verdeagua brinda ese servicio. Sus productos están principalmente en las góndolas de una de las grandes superficies y durante 2019, cuando la infraestructura productiva haya crecido 200% tras una última inversión, se comenzará a satisfacer la demanda creciente que hay de hoteles, restaurantes y prestadores de servicios de catering, entre otros puntos de venta a definir.

Todo eso, aclaró Sebastián Figuerón –uno de los socios de la empresa–, con el foco puesto en contemplar los debidos cuidados medioambientales, en dignificar las condiciones de trabajo de los colaboradores y en ser económicamente rentables.

Juan Samuelle

Un polo innovador en camino Los Pirinchos

 

Las instalaciones de Verdeagua están en el área rural de Montevideo, sobre camino Los Pirinchos, entre los caminos La Redención y Melilla. Comprenden 7.000 m2 con producción, pero está previsto que en dos meses esa superficie crezca sumando otros 7.500 m2. Allí, considerando a los tres socios, trabajan actualmente 25 personas.

Verdeagua, dirigida actualmente por los socios Figuerón, Juan Herrera y Diego Giay, se fundó en el año 2000 con capitales 100% uruguayos y fue creciendo gracias a la reinversión de las utilidades.

En 2004 se consolidó como una empresa abastecedora de supermercados, con producción procedente de una superficie pequeña, apenas 500 m2. En 2011 hubo una primera expansión, con la que llegó a 5.000 m2, basada en un préstamo del Banco de la República (BROU). En 2015 hubo otra expansión, nuevamente de la mano de un préstamo del BROU, que permitió adquirir una nueva chacra e importar un invernadero de alta tecnología desde España. Posteriormente, en abril de 2018, se concretó el aporte de capital externo, argentino, lo que se activó en parte mediante la incorporación de un socio que se instaló en Montevideo con la misión de gestionar la empresa de una manera más profesional.

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Doce variedades de lechuga, productos de IV Gama y más

 

La producción de Verdeagua llega al consumidor a través de Tienda Inglesa, con una variedad de productos sin procesar y, además, con una línea de productos listos para consumir, los denominados de IV Gama.

Entre los primeros, se producen 12 variedades de lechuga, entre las que destaca la variedad Salanova, una marca de la semillería holandesa Rijk Zwaan, que Verdeagua produce en forma exclusiva en el país y que tiene la particularidad de brindar una hoja de corte único, lo que reduce al mínimo el desperdicio en su preparación y además aporta más del doble de hojas pequeñas en relación con otras variedades. También se produce berro, albahaca, espinaca y rúcula, además de las ya mencionadas variedades baby.

En relación con los productos denominados de IV Gama, la estrella es la ensalada comercializada bajo la marca Inspirada, que tiene tres variedades: Inspirada con albahaca, con berro y con espinaca. Además, se acaba de lanzar una nueva variedad de ensaladas en las que aparecen Inspirada Kale, Inspirada Deli e Inspirada Canónigos.

Figuerón comentó al respecto que “hay una demanda insatisfecha muy grande y creciente”, lo que “nos estimula constantemente a los socios y trabajadores de Verdeagua”.

En todo caso, puntualizó, “lo que desestimula la producción hidropónica es que es complejo instrumentarla, ya que es una operación de 365 días al año y requiere una inversión muy elevada comparada con un cultivo convencional”.

En el caso de Verdeagua, “con un camino recorrido, lo que tenemos ahora como desafío, superadas diversas etapas, es producir más, crecer para seguir atendiendo diversos canales, donde hay una gran demanda insatisfecha que pensamos comenzar a cubrir el año que viene”.

 

Un crecimiento explosivo entre ceja y ceja
 
La producción actual oscila en las 70 toneladas por año, y existe la aspiración de alcanzar las 200 toneladas durante 2019.
Para eso será clave la nueva inversión señalada, que permite disponer de un nuevo invernadero de alta tecnología, procedente de Francia, que se terminará de instalar a fin de año y que permitirá incrementar la producción 200% en forma inmediata.

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Objetivo: instalarse en el exterior

 

Figuerón, consultado sobre la posibilidad de exportar, indicó que de momento no es un objetivo: “Ese no es un futuro cercano”.

Admitió que en principio la incorporación de capital argentino tenía como meta multiplicar la producción, porque hay una demanda local insatisfecha, pero a la vez permitir que quien concretó esa capitalización se pudiese capacitar con el objetivo de instalar una empresa similar en Buenos Aires u otro mercado.

No obstante, considerando diversos factores, primero se apostará a consolidar a la empresa en Montevideo y luego llegará el momento de emprender la instalación en el exterior.

 

 

Verdeagua, una Empresa B

 

Otro aspecto destacado por Figuerón es que Verdeagua es una Empresa B, certificada, lo que implica manejos tendentes a un triple impacto. “Lo que pretende toda Empresa B es asegurarse otra medida del éxito, no medirlo únicamente desde lo económico, sino fundamentarse sobre tres pilares, que son la viabilidad económica, las personas y el medioambiente”, explicó.

Sobre esos pilares, “nuestra empresa genera un conjunto de acciones tendentes a conformar un bienestar”, añadió.

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Múltiples ventajas derivan de la producción hidropónica

 

La producción hidropónica, señaló, les confiere ventajas y valores a la empresa y al consumidor.

A la empresa, explicó, “le brinda el valor que nosotros le otorgamos a que esto se inició desde cero, desde la idea y sin nada más que eso y hoy emplea a 25 personas”.

Por otro lado, desde el punto de vista de los socios, “llevar adelante una empresa hidropónica en un lugar como Uruguay, con suelos tan fértiles, es a la vez destacable y cuestionable, porque no sé si existe la necesidad de aplicar esta técnica en Uruguay, por el tipo de suelos, pero sí tenemos claro que existe la necesidad de hacer esto para el mundo, porque el suelo está siendo tratado como si fuese una fuente inagotable, en realidad todo lo estamos tratando como si nunca se fuese a agotar y en ese marco la hidroponia lo que hace es optimizar cada uno de los recursos, pero principalmente utiliza de buena manera las capacidades de las personas”.

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Cosechando lechugas con dignidad

 

Explicó, al respecto, que con la práctica de la hidroponia en NFT (Nutrient Film Technique) que se utiliza en Verdeagua, es decir con circulación de la solución nutritiva por caños que están elevados desde el suelo, “lo primero que hacemos es valorizar a la gente, se dignifica a la persona que trabaja erguida, de pie, con la cosecha a la altura de sus manos y sin tener que estar agachado, sobre la tierra, ensuciándose, en una manera más ética de trabajo”.

Otro aspecto positivo, señaló, es el cuidado del recurso hídrico, “un valor fundamental para los seres vivos. Lamentablemente nos estamos dando cuenta muy tarde de que es finito y en la técnica hidropónica su cuidado está elevado a su máxima expresión, tanto que estos cultivos consumen 90% menos de agua que lo que consume un cultivo tradicional en invernadero y con riego, y ni que hablar si el cultivo tradicional es a campo, porque para producir una lechuga a campo, con base en lluvia, se precisa 2.000 veces más de agua”.

 

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Una producción extremadamente intensiva

 

La producción es extremadamente intensiva, con la obtención del doble o triple de producción por metro cuadrado, sin degradar el suelo, tanto que podría desmantelarse toda la actual infraestructura productiva y el suelo quedaría intacto.

Por otra parte, el manejo que se realiza en Verdeagua permite incorporar todos los desarrollos tecnológicos que van sucediendo, en forma práctica y rápida, lo que no suele suceder en producciones de campo.

En relación con las ventajas para el consumidor, la inocuidad y la seguridad alimentaria del producto hidropónico parten desde que la mesa con la producción está separada del suelo y por ende lejos de agentes contaminantes, con una menor incidencia de plagas, contaminantes del suelo presentes en la tierra. Se garantiza además que la producción se realizó 100% con agua potable, de OSE, con lo que se logra un estándar productivo significativamente mayor a otras técnicas, no solo en productividad, también organoléptico, a la vista, “lo que nosotros denominamos calidad visual del producto”.

 

Un precio mayor, pero en términos relativos

 

En cuanto al precio que el consumidor debe abonar por una lechuga hidropónica, en comparación con el producto convencional, de campo, “suele ser mayor, pero en términos relativos”, precisó, tanto que hay momentos en el año que la lechuga de campo cuesta más que la hidropónica.

Figuerón aclaró: “Nosotros podemos medir nuestra producción, la tenemos trazada y cada año el software que utilizamos (provisto por la empresa chilena Rizoma) se vuelve más inteligente y nos brinda más datos sobre, por ejemplo, cuándo plantar, en qué época, eso nos permite una eficiencia creciente y acceder a varias ventajas, entre ellas tener costos fijos y variables estables y así un precio fijo todo el año, somos ajenos a factores que inciden en las producciones de commodities”.

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Ensaladas con trazabilidad

 

Los productos de Verdegua procesados, con IV Gama, poseen un código QR, basado en una tecnología provista por la compañía chilena Rizoma, “algo en lo que fuimos pioneros y seguimos siendo únicos”, destacó con orgullo Sebastián Figuerón.

El software fue desarrollado por el ingeniero Rodrigo Moya. El código está en la etiqueta de la ensalada pronta y el consumidor, con su celular, puede leerlo y acceder a toda la información relacionada con el producto. Aparecen la fechas de siembra, trasplante, el proceso de producción, las fechas de cosecha, ingreso a la planta de procesado, de envasado y de entrega al supermercado.

“El objetivo es que el consumidor conozca el origen de ese alimento”, añadió, y establece un paralelismo con la trazabilidad ganadera, obligatoria en Uruguay, que ha distinguido al país en el mercado internacional, lo que permite conocer la vida de cada corte “del campo al plato”, con los consecuentes beneficios.

La tecnología provista por Rizoma, aclaró, “es un valor agregado al que accede el consumidor, pero también es muy útil para nosotros, porque hay una trazabilidad interna que nos permite incrementar la eficiencia en todo el proceso operativo”.

“Para el consumidor es fundamental el derecho que tiene a conocer el origen de sus alimentos, en algo además que es microbiológicamente vulnerable y susceptible”, destacó.

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