Por Luz Marina Maciera Morales
Estábamos tomando mate al sol tres mujeres; el hijo de una de mis amigas, de ocho años nos acompañó llevando su pelota.
De pronto nuestro niño se asocia con otro para jugar.
Mucha gente sentada alrededor disfrutaba del pasto. Detrás de nosotras se ubica una pareja, con una pequeña perrita, la cual llevaba en sus orejas dos moñitas rosadas que la identificaban como hembra.
El mano a mano futbolístico de los niños los llevó a terminar peloteando casi encima de nuestros vecinos de mate.
La perrita intenta con la pelota. El hijo de mi amiga se asustó un tanto, al no lograr interpretar claramente las intenciones del animal; su compañero intenta tranquilizarlo:
– Es nena ¿Qué te va a hacer?
Un niño de unos diez años, aproximadamente, guarda en su mente y corazón la certeza de que una “nena” no puede ser defensiva, ni ofensiva, que puede “ser peloteada” sin tomar ninguna acción, que no puede vivir el momento ni tomar respuesta alguna: ser nena es la nada misma .
Estas reflexiones personales a partir de una breve anécdota de fin de semana, las comparto aquí porque más cabezas piensan más y más sensibilidades frente a la desigualdad son una posibilidad mator de justicia en el mundo.
Es cierto que hemos ganado mucho terreno en Uruguay y el mundo en cuanto al debate por la igualdad de género y los derechos de hecho y no slo de palabra que tenemos las mujeres, pero todavía falta y falta...
Somos “las nenas”, ante todo seres humanos tan iguales y capaces como “los nenes” de obrar en consecuencia, frente a la vida que se nos presenta a cada momento. Luchamos por un mundo sin arbitrarios binomios.
Una vez escuché el refrán “la palabra educa y el ejemplo arrastra”; me sugiere el desafío de continuar de-construyendo los discursos, ideas, prejuicios y prácticas de desigualdad que permanentemente nos envuelven aún hoy.
¿Qué ejemplos salen de nosotras y nosotros? ¿Hacia qué lugares continúan arrastrando esos ejemplos a las nuevas generaciones?
Un simple picnic dominguero que me deja una enorme inquietud de reveer mi pensar, sentir y hacer y me invita a dejar de estar yo misma como “nena” y preguntándome ¿Qué voy a hacer?. Más bien decido comprometerme más seriamente e impulsarme para formar parte activa del cambio y preguntarte ¿Querés sumarte?
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