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Es posible odiar tu empleo pero amar tu trabajo

Las personas encuentran sentido en todo tipo de empleo, pero eso puede verse erosionado por los bajos salarios, la burocracia y la escasez de recursos

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16 de febrero de 2023 a las 16:00

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Sarah O’Connor

"Trabajos de mierda", el libro del difunto antropólogo David Graeber, tenía una gran premisa: que la economía moderna ha generado una gran cantidad de trabajos sin sentido, y "las personas que hacen estos trabajos están completamente descontentas porque saben que sus trabajos no tienen sentido".

Abogados corporativos, cabilderos, mandos intermedios: todos son unos inútiles y lo saben.

Han pasado cinco años desde que se publicó el libro, pero la gente todavía habla de él, especialmente en el contexto del enigma actual sobre por qué algunas personas han dejado la fuerza laboral desde que comenzó la pandemia. ¿Se cansaron los trabajadores de la pretensión de que lo que estaban haciendo todo el día realmente importaba?

El problema es que los datos no respaldan mucho la teoría de los "trabajos de mierda".

De hecho, en una serie de enormes encuestas de la Unión Europea (UE) sobre las condiciones de trabajo de hace unos años, sólo alrededor del 5 por ciento de los trabajadores en 2015 respondieron "rara vez" o "nunca" a la afirmación: "Tengo la sensación de hacer un trabajo útil". Y esa proporción había caído desde alrededor del 8 por ciento en 2005.

Contrariamente a la idea de que los “trabajos de mierda” se encuentran más comúnmente en los sectores administrativos bien pagados, las encuestas encontraron que los recolectores de basura y los limpiadores tenían más probabilidades de decir que no hacían un trabajo útil que los profesionales legales y administrativos.

Por supuesto, es posible que las personas se mientan a sí mismas o a quienes realizan la encuesta. También es posible que las personas vean su trabajo como "útil" en un sentido estricto, pero aun así lo encuentren irrelevante en un sentido más profundo que no se deriva de esa pregunta. O tal vez la teoría es simplemente incorrecta.

Incluso si lo es, creo que Graeber señaló una distinción importante que a menudo se pierde: hay una diferencia entre cómo se siente una persona con respecto a su empleo y cómo se siente con respecto a su trabajo real.

Le interesaba la idea de que alguien pudiera tener un buen trabajo, en el sentido de que estaba bien pagado y era respetado por la sociedad, y aun así odiar su trabajo. Yo estoy interesada en el caso opuesto. Cada vez más, me encuentro con personas que dicen que aman su trabajo pero odian su empleo.

Por ejemplo, los trabajadores sociales que cuidan a las personas en el hogar o en instalaciones residenciales. En muchos países, las tasas de vacantes son altas en estos puestos y la rotación de personal es rápida. Pero sería un error concluir que el trabajo es sombrío.

Un análisis reciente de los datos de bienestar del Reino Unido muestra que las personas en ocupaciones de "cuidado" tienen los niveles más altos de sensación de que las cosas que hacen en la vida valen la pena. En cambio, el problema es que los salarios bajos y la escasez de personal dejan a las personas demasiado cansadas y presionadas para brindar la calidad de atención que desean proveer.

El fenómeno no es exclusivo de los trabajos en la parte inferior de la escala salarial. Una psicóloga del Servicio Nacional de Salud (NHS) en el Reino Unido me envió un correo electrónico recientemente sobre cómo los recursos inadecuados hacían imposible hacer bien su trabajo.

Ella dijo que éste era un "tema común" en su profesión. "Nos encanta lo que hacemos, pero nos hemos roto por la falta de infraestructura, inversión y décadas de 'hacer más con menos'".

Los bajos salarios y los recursos reducidos no son los únicos culpables. Un pésimo gerente puede hacer que un buen trabajo se vuelva malo de la noche a la mañana.

La burocracia corporativa puede hacerlo más lentamente, enredando a las personas en tareas que las distraen del trabajo que quieren hacer, les gusta hacer y para el que fueron contratadas.

Estoy segura de que a algunas personas se les paga generosamente por trabajos que no les gustan y que no creen que importan. Pero hay más razones para preocuparse por las personas en la situación opuesta. La buena noticia es que ése es un problema más sencillo de solucionar.

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